miércoles, 1 de junio de 2011

UN AMOR VISCERAL

Se veía riquísima, estaba exponiendo enfrente de todo el salón, exponía a José Agustín y la literatura de onda. Ahí estaba, deslumbrándome con ese cuerpo, como un reflector apuntándote a la cara, como rayo laser en la cornea; lucía un hermoso vestido azul entallado, azul como el mismo cielo de tarde veraniega despejada, dejaba ver su silueta de diosa, sus senos redondos, bien levantados, hechos a la perfección para llenar mis manos, mis manos que juegan a la cuevita, al pocito; esa cintura y abdomen delgado, sobrio, tan firme, tan celestial, su cuerpo parecía al de Mystique de las películas de los X-Men, pero con un azul más pastel. Y sus caderas tan pegadas al vestido azul: excelentes, exuberantes, extraordinarias, exquisitas, exactas, excelsas, exclusivas, excitantes, excomulgadas , excepcionales, exotérmicas, éxtasis, extravagantes y demás adjetivos aplicables a engrandecerla con el prefijo ex; su culo también estaba bueno, delicioso, me gustaba, gracias a ese talle se transparentaba el calzón, un calzón de los llamados cacheteros, de esos que dejan el tercio inferior de las nalgas al descubierto, el vestido terminaba en una mini que dejaba a la vista sus piernas, largas y gorditas, blancas y de presumible piel de seda, mi tacto las pensó sin sentirlas, mi tacto las inventó sabiéndolas, mi tacto las exploró minuciosamente sin tocarlas, mi tacto las imaginó sin conocerlas, resbalándose por las yemas, cada fisura de mi huella digital saboreando esa carne lisa e infantil, mi palma degustando ese manjar de libertinos. Me dejó absorto, quizá por las 4 caguamas que refrescaron mi esófago preámbulo para entrar a clase, ya saben por eso de la inteligencia que proporcionan; se convirtió en un inagotable objeto del deseo, me perdí de todo salvo de ese cuerpo, ese cuerpo bamboleándose, tan deleitable, mis pupilas carcomidas y conjuntivíticas no paraban de asfixiarla, se abalanzaban sobre ella sin piedad, sin preguntar, devorándola, mis pupilas de caníbal, desgarrando toda esa juventud con sus dientes afilados, ensangrentando ese lindo vestido azul. Mis pupilas engullendo cada bocado de su cuerpo, no deteniéndose ni en las vísceras, traspasando toda esa piel de agua, mordiendo su bazo, lengüetazos oculares a su vesícula biliar, pasándome pedazos de páncreas completo, con ayuda del refresco extraído del riñón derecho. ¡Un tour autoguiado en el paraíso, baby!
Acabó su expo, el licor que mi corazón bombeaba a todo Villalón me dio el valor, me acerqué a ella, le dije que se veía bien pinche sabrosa en ese vestido, la tomé de la cintura sin esperar respuesta y en frente del grupo, que ya guardaban sus cuadernos de notas, le planté un beso, me correspondió, nos besamos tres veces, besos pulcros, con poca lengua, confinados a juegos de labios más que nada, a humectarnos mutuamente, más bien, ella me humectaba, mi boca estaba reseca por la pronta cruda, bonito juego de bocas: de arriba para abajo: su labio superior, mi labio superior, su labio inferior, mi labio inferior, pequeños mordisquitos de abuelito: sin dientes. Me despedí, con otro beso, creo que le gusto.
La seguí sin que se diera cuenta, hipnotizado por ese culo azul cielo, con calzón cachetero reflejando la luz lunar, excelente espectáculo, sus nalgas moviéndose al compás de cada paso: nalga izquierda, nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha ...etc. en cada paso su calzón parecía buscar refugió en el interior de esa línea que dividía los dos supremos bultos de carne angelical. Se fue por un camino poco transitado de la escuela, salimos tarde de clase, casi no había nadie, una jardinera con el farol roto, pegada a un edificio deshabitado para esas horas de la noche, no pude resistir más, me abalance con furia sobre ella, como leopardo sobre antílope, la tacleé, derrumbándola en un arbusto, caímos al pastito de la jardinera sombría y desierta, le tapé la boca con mi mano, me volteó a ver con risa, creyó que estaba jugando, pero no, eso no era puto juego, la libido me llenó de furia asesina, con la mano que no sujetaba su boca para impedir sus obligatorios gritos ante mi plan, desgarré el bello vestido azul, lo desgarré por la espalda, mi mano como una garra, cortó un poco de la deliciosa carne, sangró. Se asustó, vio que no era un puto juego, me mordió la mano que la sujetaba, la aferré a su boca pese a la sangre y el dolor, sólo me procuraba más placer, la manoseé, le agarré las tetas, las exprimí, las estiré, las moldeé, ella siempre bajo de mí, bebí la sangre que brotaba de la herida que le regalé. Mi verga estaba completamente rígida, como pinche piedra de molcajete, me la saqué. Le bajé el calzón mientras adiviné lágrimas escurriendo por la mano que tapaba su boca. Di una embestida fría, de bala, a través de ese culo, sus nalgas se separaron para dar lugar al templo de Sodoma que mi glande exploraba lenta pero rigurosamente, cual párvulo con juguete nuevo, su ano y mi verga comenzaron a humedecerse, de hecho creo que ella me humedecía a mí, como anteriormente lo hizo con los labios. Mi verga comenzó una severa exploración del intestino, gemía, no sabía si de dolor, miedo o placer. Un amor verdaderamente visceral surgió, entré completo por esa estrecha ranura, completo, ya sólo se veía mi vello púbico, comencé con el clásico in & out mientras mordía sin lastimar su oreja, tuve una idea: saqué intrépidamente mi celular y puse mi canción de cabecera, esa canción tan perfecta en ese momento, comprendí todo, sentido total, a veces la música es simplemente tan mágica, tan alineada al momento: Kurt Cobain con una voz dulce y sufrida habló por ella, solicitándome un pequeñito favor: {Rape me/Rape me, my friend} sus intentos de liberarse cedieron, ya no mordía mi mano, la babeaba y embarraba de lágrimas, mocos y gemidos. Cada vez que mi verga salía de sus intestinos se veía sangre brotar, creo que la desgarré, perdón, la pasión me violentó. Me regaló su virginidad digestiva, no, no me la regaló, se la robé, se la arrebaté como la repetitiva frase del niño y el dulce. Eyaculé dentro de ella, Kurt gritó desgarrándose su heroinómana garganta {¡Rape meeeee!} El Dave Grohl preFoo Fighters secundaba los gritos de su colega: {¡Rape meeeee!} supongo que no hay un atajo o desviación del intestino al ovario, no había necesidad de pastillas del día siguiente. La liberé, me paré y me guardé el pito, me volteó a ver asustada, llorando, se paró y se lanzó a mis brazos, lloró un poco, se desahogó, después de todo era el único conocido que estaba cerca, necesitaba un apapacho. Cuando acabó de sollozar le enjugué los restos de lágrimas del rostro, su vestido estaba destrozado, lo amarré de modo tal que fue una bonita falda Grunge, me quité mi suéter y se lo ofrecí, lo aceptó, me dio un beso muy largo y romántico, creo que nos enamoramos y eso, después del beso me miró sonriente y me dijo: “nos vemos el lunes, que tengas lindo fin de semana” y se enfiló por la vereda solitaria, moviendo ese rico culo, un poco cojeando: nalga izquierda, nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha.

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