lunes, 6 de junio de 2011

RUBÍ

(Todos los hechos, personajes, situaciones y sentimientos incluidos en este poema son ficticios; cualquier parecido con la  desabrida realidad es mera coincidencia) 

Estas líneas salen en un momento de lucidez única: la resaca de un tinto barato de tetra pack, mis órganos cuajándose como gelatinitas D’Gary, mi cerebro inestable, los pensamientos acechando desde lo alto como buitres que esperan la perdición, se me muestran pasajes incoherentes e inconexos, recuerdos ajenos, lugares que nunca he de conocer otra vez. Y tú, un puto tatuaje mal dibujado, de esos, de carcelero hechos con una aguja y tinta china: Eres un tatuaje rancio en mis sueños. Han pasado dos años de tu ausencia, mujer. Dos años en que me siento deshabitado, dos años de ser lote baldío con perros sarnosos, botellas rotas, periódicos con muerte viejos, y el pasto y la orina crecidos.
Tu ausencia me ha regalado un bello presente, me diste toda mi misantropía envuelta en papel celofán  amarillo y un moñito rojo. Me diste el don de ejercer remarcables apologías al suicidio, niña.  La tranquilidad y paciencia para aceptar el tiempo, el tiempo espeso, el tiempo que me acaricia con sus manos de navaja de afeitar oxidada y me besa con su saliva-nitroglicerina. Ahora te sé con alguien (enjuiciando sintéticamente con exactitud a priori) inepto y carente de pasión e intelecto. Alguien que siempre quisiste, mujer. Alguien que te permite ejercer tu voluntad de poder inculta y risible, me alegra tu felicidad, la mereces niña. Yo, por mi parte, procuraré mi muy propio Columbine en tu patio y/o mi corazón.
Soy un alcohólico mujeriego, hago el amor con la botella y me bebo a las mujeres, no encajo en tu vida de planeaciones y puntualidades, no seré nunca el gerente-banquero apropiado para ti. Yo soy un malabarista de cubetas, un esquizofrénico que juega a la poesía (y siempre pierde). Soy esa bonita progresión de acordes menores arpegiados, tú eres el power chord con distorsión que rompe la tranquilidad y desafina con misticismo  la bonita y triste melodía de mi perra vida. ¡Eres arte, niña! ¡Eres arte, mujer! ¿yo? Tú lo sabes muy bien, me conoces: yo soy Muerte y una nueva enfermedad de transmisión sexual y soy la noche y soy arcoíris y soy maripositas, pero sobretodo: la Muerte infinita. Mira: cuéntalas, ¿cuántas muertes ves en mis ojos, niña?
Y me liberé de ti, no me fue fácil: a sollozos, berrinches y garganta desgarrada en lágrimas saladitas. Jamás tú, nunca más tu bodrio de esencia. Tranquilidad. Por fin, me convierto en el Altazor del siglo XXI, el formulario de solicitud del empleo está completo, yo mismo lo llené con mi propio semen, esta vez sin paracaídas ni parasubidas, eso es para cobardes. Caigo y caigo, caigo por siempre, con mi soledad y mi desamparo y mis 19 orfandades abrigando las noches soleadas, sólo pido algo para hacer mi viaje tolerable: denme poquito Radiohead, pero sólo las canciones melancólicas y paranoicas, obvia excepción de Creep, en vez de eso reproduzcan Knives Out  40 veces continuas, diarias, y denme un poco de Baudelaire para el tedio, ¡Oh, el tedio! 
Eres la Salomé obesa de este Nietzsche autista, tus incontables rechazos me han obligado a hacerme un filósofo de la menstruación, llámenme teórico menstrual. Pinche tatuaje onírico. Yo sé muy bien encontrarte, sé dónde te escondes, te escondes en el interior del sexo de mis amantes, te siento en esa humedad aceitosa, eres un fluido pasional, mujer. Y me consuela el hecho de saber que nunca leerás este texto agridulce, y sí lo haces me consuela el saberte indiferente ante estas imprecaciones aburridas. Y no más llamadas etílicas a las 4:00 a.m. por favor.  Y,  sobre esta cuartilla, entiéndanse como una lavativa emocional inserta en el ano de mis sentimientos y lanzando chorritos de vinagre a presión, purificando todo el estómago y  demás vísceras de mi espíritu.
Y no estás, te borré. Mi sinapsis, donde te refugiabas en posición fetal, quedó destruida, ¡Gracias Satanás! ¡Gracias Buda! ¡Gracias Popeye! Las bonitas lobotomías que vienen gratis en el fondo de cada panal de rico Tonayan. Ahora me dedico a simplemente no ti. La ocupación más bella y con más días de asueto. ¡Tan no tú!

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