lunes, 29 de julio de 2013

LOS ARTISTAS

El fanatismo dirigido a la moneda suspendida en el aire
con todas las águilas y cruces aterrizando en tu aberración
como el confortante sonido del granizo impactando la testa del payasito de crucero
Almuerzo de cola de roedor empanizada y medicina para la tifo
Con tu ojo doppelgänger del cuadro psicológico suicida
Y la misión kamikaze inyectada en el hipotálamo
Favor de agitar antes de abrir
¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Te lo suplico!!! ¡¡¡Por lo que más quieras!!!
Soy tu esclavo favorito
Sólo quiero que me acuchilles con tu Pepsi
Sentir tu calor revolviendo los santos oleos de mi pantorrilla
Que valga por Navidad y mi cumpleaños
Como la vez que aprendimos a domesticar a las liendres de  Satanás
Las enseñamos a hacer crítica literaria a rebobinar películas VHS y a tip tup tap
La más hermosa se acercó a mí
Me miró fríamente por dos eternidades con sus fosas nasales paquidermo
Y me dio el mejor consejo que un padre incontinente podría dar a su quinta hija
Tú tienes que ser doctor abogado arquitecto físico nuclear conductor del autobús blanco
las personas necesitan su autobús
las personas necesitan su blanco
¿qué sería de ellas sin el blancor de su sabana
sin el blancor de su fantasma
sin el blancor de su pintura blanca?
Hice caso omiso de su maldición y me lancé a coleccionar pisotones
Aunque me resultara aún incipiente esta dimensión
¿Qué chingados iba yo a hacer con un eje Z?
Yo que atribuía a las rayitas y bolitas toda mi cosmogonía 
Ni modo
 me convertí en un aclamado psiconauta
Gané medallas
encabecé desfiles
un bonche de maniáticos y prostitutas voluptuosas bautizó su secta en mi nombre
empapamos las estopas y despegamos en busca del paraíso prometido
la mitad de la tripulación contrajo apoplejía
nosotros síndrome de down
regresé a casa victorioso
 con la soberbia saliéndoseme de las orejas
hice manualidades de cerilla vieja
en mi cabaña Cabo Cañaveral
un caballito un huarache la representación plástica de la palabra cómo
a nadie le importó
pasé de moda
la lluvia deshizo mis cajas de cartón
opté por tomar una siesta milenaria

Despiértenme cuando los sentimientos sean sodomizables

lunes, 22 de julio de 2013

CUARTA PARED

El crimen más sádico es la imposición de un final abierto a un personaje depresivo y suicida; la duración de su miserable existencia estará condicionada al número de lectores. 

viernes, 19 de julio de 2013

D

Dominado.
Demoniaco Demonio,
Dando domos donde dan.
Dedos densos; demás Damas de diseño.
Duendes dieran dinamos de Dinamarca.
Dame duplas de dátiles denigrados.
Dinero dame; Danos! Danos!
Delicada dulzura dimos.
Dentro de donde duermo dormiré.
Dorado despertar de decenas durarán donde,
Dientes descansan desesperados de desgarrar dolor.
Dime dudas;
Deséame.

“D”, de dedo!

miércoles, 17 de julio de 2013

NOCTURNIDAD




Horas nítidas de la creatividad,
Se entretejen risas de niños y lamentos de perros.
Los amores se vuelven crímenes contra la humanidad
Y las disecciones de anfibios el pan nuestro de cada día.
Levadura convertida en chubascos de esperma,
                                               son                     esporádicos,                    son
                                                muy                   recalcitrantes,                con
  la virtud de tocar    el alma    más condensada
                                                                en un       simple       pero
       perpetuo abrir y cerrar  de
         D     i      e     n    t    e   s,
        d   e        o   j   o   s,
        de sucias vinaterías. 

martes, 9 de julio de 2013

DE DÍA SUEÑO

Entre horrendas pesadillas y hallazgos de tesoros prehispánicos me llevaba mi vida de noche, mi vida en sueños. Rascaba por ahí, por cualquier lugar con tierra, y aparecían piezas prehispánicas, rostros fenecidos que me encaraban desde la tierra, esperando a ser vistos, esperando nada realmente. Los guardaba en mis bolsillos del pantalón o chamarra, piezas grandes, puntas de obsidiana. Luego, por lo general bajaban del cielo arañas del tamaño de un autobús, o explotaba un volcán o temblaba y toda la ciudad de veía abajo. Despertaba, abría el negocio, atendía a la gente, comía, cerraba el negocio y volvía a dormir. Ahora me encontraba en un pueblo mexicano, de esos con quiosco y gente arreglada para pasear el domingo. Un joven me decía que don Cosme tenía piezas para venderme; íbamos con don Cosme, un anciano fuerte, desconfiado, con bigote blanco y manos de madera pulida. Me enseñaba su colección, tlatoanis de gran penacho me observaban sentados, sus ojos de barro me susurraban “eternidaaaaad” con voz como de momia de película hollywoodense.

-Cuánto por este don Cosme.
-Mil quinientos.
-Aquí tiene.

Me despertaba la alarma, me paraba, vestía, bañaba y abría el negocio; atendía a la gente, comía, cerraba el negocio y volvía a dormir. Ahora me encontraba con Lola, mi amor de la primaria; claro que los años no eran en vano y se había puesto muy guapa, me seducía y se iba, la perseguía, mi alarma me despertaba, la apagaba y volvía a dormir para encontrar a Lola. Ya nada era igual, ahora caminaba por el centro y rascaba en una jardinera frente a una empresa de gas natural; de la tierra salían decenas de piezas de obsidiana. Mi alarma de quince minutos me despertaba otra vez.

Me paraba, no abría el negocio, tomaba el metro en dirección Taxqueña, me bajaba en las estación Bellas Artes, buscaba un poli y le preguntaba que para dónde estaba la sucursal de gas natural, me indicaba en Luis Moya. Caminaba mientras un pordiosero pedía en un negocio grande un vaso de agua, se lo negaban.

-¿Tienes sed?
-Sí.
-Espérame.

Le compraba una botella de agua y unas galletas.

-No te hubieras molestado manito.

Llegaba a la jardinera frente a la agencia de gas, me sentaba y como que haciéndome el güey empecé a rascar. Decenas de piezas de obsidiana salieron, también una flecha.

jueves, 4 de julio de 2013

UNA LECCIÓN

Íbamos de regreso de una mala fiesta aquella noche un amigo, su padre, y yo. Estaba tan entretenido conteniendo mi frustración por no estar más ebrio que apenas me di cuenta cuando la conversación comenzó a girar en torno a las motocicletas, un tema tan anodino como cualquier otro. Un inesperado silencio hizo que me diera cuenta que esperaban a que dijera algo, probablemente la respuesta a una pregunta que no escuché.
-A mi me gustaría tener una chopper, tienen más actitud que las de pista.
Tal vez nunca sepa que me preguntaron, pero la respuesta pareció válida.
-Yo tenía una cuando era más chavo- dijo el padre de mi amigo mientras conducía- Una 300 cc que me acompañó a varios viajes con mis cuates a Acapulco, Oaxaca... pero la cambié por este chavo- completó mientras le daba una palmada en el hombro a su hijo.
“¿Cambió una moto por un bebé? ¿que no es eso ilegal?” pensé. Vale, tal vez no estaba taaan sobrio, pero bien pude haberme bebido otros 5 o 6 whiskys. Mi perpleja mirada se encontró en el retrovisor con la de nuestro conductor. No sé si notó mi duda o sólo estaba encarrerado, teniendo en cuenta que él sí se bebió esos whiskys, pero igual siguió hablando:
-Es que con familia ya no es lo mismo, imagínate que me pasa algo y ¿qué iba a hacer mi señora? Luego llegó el otro- su segundo hijo, supongo- y pues menos podía correr riesgos innecesarios en la moto. Y entonces la vendí y ya después compré el coche, que es más seguro. ¡Además en la moto no los podría llevar a todos!- y remató con una risita.
Me quedé mudo. El asombro y el miedo reemplazaron rápidamente a la perplejidad, expulsando con ella los últimos rastros de borrachera que pude haber tenido. Digo, ya sabía que tener hijos pasaba a joderte toda la existencia, pero nunca había pensado que también te quitara el derecho a morir como te diera la gana. De repente un condón roto, una pastilla caduca o una mujer mañosa tomaron una nueva y aterradora dimensión que no había considerado.
Pensé en las personas que conocía y que tuvieron descendencia, sombras de las sombras de lo que alguna vez fueron: aventureros osados, promiscuos incansables, bebedores incorregibles, yonkis atascados; todos reducidos ahora a padres de familia responsables y cuidadosos, ya no de su propia existencia si no de la de sus vástagos y, en los casos más deprimentes, también de la mujer que los había parido. ¿Dónde quedaba entonces su vida, su voluntad? ¿Enterrada bajo montañas de pañales sucios, asesinada por llantos en la oscura madrugada, ahorcada en el cruel yugo de la mandilonería? ¡No sólo perdieron su vida, sino la capacidad de entregarse totalmente a una pasión capaz de consumirlos completamente, de matarlos! Como si fueran esclavos, atados a una vida gris e insípida hasta que la muerte piadosa los agarre desprevenidos, sabedora de que ya no están en condiciones de ir a buscarla, retadores y burlones como antes, dueños absolutos de sus existencia y del final de la misma.



Llegamos a nuestro destino y me despido con manos frías y húmedas de mi amigo y le doy las gracias a su padre por llevarme en su auto. No le agradezco la valiosa lección que me deja. Ya no puede entenderla.