viernes, 10 de junio de 2011

LUCAS Y MIGUELITO

Mamá no se iba, toda la tarde encerrada en casa, en la sala, viendo telenovelas, me desesperaba; una ansiedad mortal se asentó en la boca de mi estómago, el sudor frío, el calambre en la mano, el tedio, ¡el tedio, Dios santo! El departamento era muy pequeño, sólo dos habitaciones, un pequeño baño, una pequeña cocina y la sala-comedor,  imposibilitado, desmoralización brutal. Necesitaba fumar hierba urgentemente, el maldito tedio. Imposible fumar con mamá ahí. El departamento pequeño, fácilmente me sorprendería por el característico tufo a perfume masculino: esencia de maderas. ¿La azotea? ¡Imposible!, las putas vecinas obesas, fachosas y chismosas me delatarían, ¿Dónde fumar? Mi amigo Juan, qué también daba permiso de quemar en su casa, había salido de vacaciones. No tenía a dónde ir, ni pedo, me arriesgaría a fumar en la calle. Me encerré en mi habitación para liar un gallo, puse un poco de Pink Floyd  para tranquilizarme, aún así fue una misión complicada forjar con la temblorina de mis manos. La mariguana se caía constantemente, y tenía que recogerla y limpiar el escritorio y piso con la tenacidad de una chacha chiapaneca,  no dejar ni un vestigio de mi adicción, mamá no debía saberlo, me engranjaría. El pegar mi porro fue todo un reto, no tenía nada de saliva debido a la ansiedad, tuve que salir de mi habitación en busca de un vaso de agua para humectar mi lengua, escondí todo el pache-kit. Al llegar a la cocina, el garrafón no había sido colocado en el dispensador de agua, tuve que cargarlo para servirme en un vaso pequeño de Pokemón, el único limpio, fracasé en mi empresa y derramé buena cantidad del líquido, mamá lo vio, me regañó y me obligó a trapear, el estómago ya no aguantaba la ansia, trapeé con un aspecto moribundo, quebrado y con las manos de maraquero o de baterista de Led Zeppelin. Al fin llegué a mi cuarto, mi boca estaba salivando gracias al vaso de agua, apreté mi porro, me puse mis tenis y salí.
Busqué un lugar propicio para quemar, en vista de que mamá se quedaría todo el día, necesitaba tiempo para acabarme todo el churro y no tener angustia toda la tarde. El parque estaba lleno de escuincles con sus jefas, no era opción, vague sin rumbo, por calles y calles, hasta que encontré una perfecta, afuera de una primaria, había mucho espacio y soledad (era sábado). Saqué mi encendedor Bic-no- sabe-fallar,  e irónicamente falló, la piedrita se estropeó. Fui a la tienda por una nueva trola, (caminé 5 cuadras hasta encontrar una) y regresé al cole. Me prendí,  ¡Joder! Esa mierda era buena: hidropónica,  gasté casi el doble de dinero de mi consumo normal, y recibí la mitad de hierba de lo que regularmente me ofrecían, pero valió la pena. Me senté en la banqueta y me relajé, a la mitad del churro estaba completamente ido, de la mejor hierba que he fumado (y eso que soy un completo drogata). A lo lejos, vi luces rojas y azules girar, pensé en un payaso, en la nave espacial de un payaso, y me empecé a cagar de la risa. Cuando menos lo sentí, 2 pinches judiciales de la PGR se bajaron de la patrulla y comenzaron a perseguirme, estaba hasta la verga de drogado, todavía me iba cagando de la risa. Tomé una piedra por el miedo o risa, no sé, y la lancé acertando a la cara de un judas, se reencabronaron y me gritaron groserías, llamaron por radio. Corrí con todas mis fuerzas mientras seguía fumando mi hidropónica. 
Al llegar a una esquina, en el cruce de calle, una patrulla salió de la nada, y me arroyó, me lanzó unos 2 metros, no arremetió para matarme, arremetió con la fuerza necesaria para derrumbarme, caí y los judas llegaron, comenzaron a patearme la cara, hasta cerrarme un ojo y tirarme un diente, me insultaban. Creo que uno me dio numerosos impactos en las costillas con su macana, me esposaron y me metieron de las greñas a la patrulla de la PGR, no a la auxiliar, estaba en tremendo lio. Me plantaron 5 gramos de heroína pura y una fusca. Me cargó la verga. Sin embargo aún no comprendía lo serio del asunto, seguía bien drogado y pensando en payasos espaciales, recuerdo que mientras me madreaban uno de los judiciales recogió mi gallo, y lo fumó, ¡hijo de puta!, de mínimo me hubiera pasado las trenzas.
Llegamos a la procuraduría, me encerraron en un cuarto que olía a sangre coagulada y a heces. Me interrogaron, me interrogaron sobre la guerrilla, sobre un grupo de estudiantes guerrilleros llamados la Joda, les dije que yo ni siquiera estudiaba, que yo era un sano nini, me insultaron, muchas  groserías, dijeron que me hacía el pendejo, me preguntaron por la esposa e hijo del diputado López Hermenegildo, me amenazaron de muerte, explicaron que nadie sabía que yo estaba ahí, que fácilmente podían hacerme desaparecer, que cooperara sino quería que me llevara la verga. No tenía idea de qué mierda estaban hablando, me forzaron a confesar un doble asesinato, 7 horas duró el puto interrogatorio, estaba cansado, según ellos falseaba mi historia, decían que había inconsistencias, no tenía abogado, no sabía que mierda pasaba, yo sólo quería fumar mi pinche hidropónica. Me destrozaron moralmente, pasé todo el día sin comer y ni siquiera un vaso de agua, la resaca de la mariguana fue bestial. Querían una puta confesión, que firmara un papel sin leerlo. El día dos fue horrible, comenzó la tortura, un puerco me detuvo firmemente mientras otro culero me quitaba los tenis y los calcetines, Me dijo, el que entendí era comandante: “Pinche chamaco cagón, crees que estamos jugando, esto es la vida real pedazo de mierda, sí no firmas esa confesión no sabes ni lo que te espera culero”. El otro policía puso unas pinzas de electricista en la uña del dedo meñique, la sujetó como si fuera un cortaúñas, desplazó las pinzas con firmeza hacia él, la uña comenzó a desprenderse, lloré, le dije que no sabía nada, que sólo quería fumar un poco de hierba. “No te hagas el pendejo, tus huellas dactilares están en las bolsas y la nota de los cadáveres, ¿te sientes muy verguita matando gente indefensa, pedazo de mierda?”. En serio oficiales, no sé de qué me hablan, se los ruego, yo no sé nada: repliqué sin efectos. “Ah no crees qué seamos capaces de chingarte, aquí nadie sabe lo qué pasa, putito”, Tiró con fuerza de las pinzas: ojos pelados, pupila contraída, un chorro de sangre volando por la celda ¡AAAAAAAAAAAHHGR! ¡Qué puto dolor!, mi carne al rojo vivo, borboteando rojo, sus risas, carcajadas ensordecedoras, mis gritos más fuertes, lloré, me revolqué, vomité, pataleé, sus risas, mi uña sangrante en las pinzas, el delirio. No se detuvieron, estaba ahogándome en un mar de sufrimiento, sólo dolor, sólo dolor sentía, un dolor sin tregua, diabólico. En la carne rojiza que quedó tras el desprendimiento de la uña me aplicaron limón, mi carne cociéndose con el limón, cebiche de mi pie, lo aderezaron con chile en polvo Miguelito, por pura diversión, me sujetó, me tiró y abrazó en el suelo, mientras el otro gorila seguía preparando aderezo para michelada en mi despellejado dedo. ¡El dolor Dios mio!, me bloqueó, no pude más, tal dolor que todo se nubló, perdí por completo el sentido del oído, adquirí una expresión de desconcierto, mi boca entreabierta y mis ojos perdidos en la lámpara que pensé la luz al final del túnel, Veía sin ver a los dos puercos hacer sus menjunjes, no había importancia, yo estaba en el paraíso del dolor, mi visión se nubló desde las esquinas, una capa de humo comenzó a cubrir todo, a cerrarse desde afuera hacia dentro, hasta que sólo quedó un puntito en el centro, me desmayé.
 Cuando desperté el dolor del dedo seguía ahí, no podía concentrarme en nada más que en el dolor, seguían obligándome a firmar una confesión por un doble homicidio, el dolor, de familiares de un puto diputado que yo ni siquiera conocía, me interrogaron, me amenazaron de muerte, de violar y matar a mi madre en frente de mis ojos, me enseñaron su fotografía, me cacheteaban, agua mineral a presión en las fosas nasales, me escupían gargajos en la cara, yo seguía con mi expresión de ido, sin decir ni una sola palabra, perdido en la pata del escritorio, contando una y otra vez los golpecitos de barniz descarapelado (16), meciéndome lentamente en mi asiento, con los brazos cruzados, abrazándome yo mismo, a veces los volteaba a ver con la capacidad aprendida de cerrar mis canales auditivos a mi antojo, sólo los veía gritándome, enseñándome papeles y fotos; me desmayé después de unas 5 horas de interrogación, golpes, amenazas y dolor. Despertando, no tenía pantalón ni calzón, estaba maniatado a una silla, dos electrodos conectados a mis pelotas, y sí, pasó igual que en ese capítulo de South Park con Santa Claus, me dieron descargas eléctricas en los huevos, al principio se sentía chistoso, cosquillas, reí y hasta se me paró la verga por esa sensación, los voltios aumentaron, más gritos, lágrimas y vómito de bilis a causa de la falta de alimento y los electroshocks, me salía humo de los huevos, olía a quemado. De repente, uno de mis huevos, el izquierdo, se infló poco a poco, era como si alguien estuviera inflando un balón, mi huevo crecía y crecía, humeante y oliendo a bistec asado, creció del tamaño de una manzana y ¡Plop! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHGRGHAAGRH!!!, ¡me explotó la pelota dentro del saco!, ese ¡plop! Tan horripilante me perseguirá toda mi vida. Lo del dedo era cosa de niños comparado con el dolor del testículo frito en electricidad hasta explotar, imposible describir, pequeños fragmentos de recuerdos, mi saco colgado, sintiéndose lleno de pus, como una flor marchita, como una bolsa de plástico llena con agua, colgando, vomité más bilis en mi playera, en el piso, y otra vez me desmayé, el desmayo fue el paraíso. Esa noche me alimentaron con 3 tortillas duras y un vaso de agua de horchata, Comida de dioses tras 2 días sin comer, ni beber, en los otros días sólo me daban una jerga mojada, para absorber su líquido rancio y no morir, el agua de horchata estaba deliciosa, hasta tenía ese polvito café (¿canela molida?) La noche fue horrible, no me dejaron dormir, en cuanto conciliaba el sueño por 2 minutos, llegaba un policía a interrogarme, me interrogaron toda la noche sin conseguir nada, me amenazaban de muerte, me pateaban, me cachiporreaban, me daban con una macana eléctrica en las costillas, me amenazaban más: decían que me meterían a la celda de los putos para que me cogieran, en fin, no aflojé, no tendrían mi firma, ya lo culero había pasado, no creo que la prisión fuera peor que los toques en los huevos y el Miguelito en la sin-uña.
El tercer día fue el mejor, me dieron: cecina, Coca-Cola y mariguana; una mariguana espléndida, de primer mundo, un puto experimento genético, un milagro de la botánica moderna. Una hierba que supuse era un experimento financiado por el gobierno gringo, en una búsqueda incesante de soluciones científicas militares, la hierba ilimitada (como yo la llamo) me voló el puto cerebro, logré una inteligencia infinita, estaba yo sólo con mi conciencia, la podía ver, saborear, tocar, mis pensamientos cobraban vida, ya nada importaba, me cagué en los pantalones, literalmente, y reflexioné muy seriamente:
 [El payaso cósmico hizo un show de mandarinas batracios post-apocalípticos escurriéndose de las medias hipersónicas de un convento de gelatina de diúrex implementaciones cadavéricas de la nueva atmosfera concebida el martes de engrapadoras biológicas con fluidos nasales-estomacales colándose como perritos descuartizados en un cuarto de lavadoras infernales hasta que las teclas infinitas del nuevo orden nuclear se descarrilan en tres direcciones dispuestas por un capitán del ajedrez robótico en su mayor explosión el cenit diabético del poliuretano para patos leprosos y sentimentales llorando lágrimas de franela de cuadritos con rombos cuadriculados un cohete coherente dejándose llevar por la marea roja de tus besos ¡oh mujer de peinado punk de los 40! tan sideral y espaciadora de monumentos subalternos tú que con tus galopes comunales revives esferas anacrónicas de chilaquiles azules el número 4 mostrando la cara ante sus hermanos una comuna hippie y el discurso más hermoso el día de tu comunión de longevidad apachurrada por mi misantropía amorosa todos para todo para todos un también de ti puesto que realmente tampoco será de los tuyos tan ti tan mi tan ellos tan vosotros nosotros Tan tan todo de ti también pequeña corcholata vagabunda de ciempiés desahuciados te mando estos tres secretos el universo se esconde debajo de las progresiones causales de un temperamento amargado por la culata social del desprestigio celuloide farmacéutico que revienta como globo de agua relleno de aire con agua de globo colores del día preguntas de la noche se esconden en la cabeza de un servilletero traído de Tombuctú con propósitos meramente reproductivos logrando llenar los vacíos de cada uno de tus orgullos de fragancia gatuna por una compuerta tenaz que restrega sus celos en un imán de adobe escolar… etc.]
Cuando regresé en mí, tenía firmada una confesión de doble asesinato que también acreditaba que yo era el cabecilla de un cártel anarquista-terrorista de narcotráfico llamado la Joda. Salí en las noticias, de esas veces que aparecen los sujetos esposados y con dos granaderos atrás que portan armas de alto calibre, según me enteré esas imágenes sirvieron para spots televisivos de: “asestamos un duro golpe contra el crimen organizado, el gobierno, en su lucha contra el narcotráfico, da resultados”, fui condenado a 80 años de prisión sin posibilidad de salir antes ni fianza ni abogado ni nada.
Conocí a otro chavo, como de mi edad, con la misma suerte, él fue parado por policías en un alcoholímetro, le encontraron cocaína, agredió a un uniformado dándole un cabezazo que le destrozó la nariz. Pasó a la sala de torturas-interrogaciones donde le arrancaron también la uña,  pero a él le pusieron polvito Lucas y le metieron una macana eléctrica por el ano. Le dieron cocaína experimental y según me cuenta, cuando despertó había firmado una confesión de homicidio, que según había matado al hijo de un tal poeta Corleone, él también fue noticia nacional, muy sonado, hubo marchas de alto a la sangre y esas cosas. Pero, pues ni pedo, los dos somos pobres e imposibilitados de pagar un buen abogado, el que se nos ofreció estaba más del otro lado, presentaba pruebas en nuestra contra el muy puto, faltó a un juicio. Además, por otra parte, el gobierno también necesita dar resultados, este nini puso su granito de arena social, por fin hice algo de provecho, lo sabía, lo más lejos que llegaría sería a ser un chivo expiatorio, ¡y joder!, soy el mejor. Según mis cuentas, regresaré a las calles a los 98 años, ¿Qué avances botánicos habrá para ese entonces?

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