jueves, 18 de octubre de 2012

SUEÑO LÚCIDO



Estás encapsulada en mi santuario,
Donde el tiempo se trasgrede a sí mismo,
Se disuelve en espasmos entrecortados
De epiléptico trastornado.
Destellas tanta seducción y realidad
Como el anhelo de trascender
O como los prefijos tras en estos versos.

Te apuestas en mis esperanzas
Como mediocre asesina a sueldo.
No aferres tus uñas esmaltadas a lo imposible,
Esta noche eres la reflexión de mis fantasías,
Conocerás mi delicada violencia
Y mi pueril onanismo onírico,
¡Oh! Dulce y sensual extraña.

Nos introducimos en el preludio carnal,
Somos dos personajes impacientes
En el teatro de la lujuria;
Sólo el tacto y el gusto nos dirigen.
Invertimos las consonantes del sueño lúcido
Con el deseo de volverlo lúdico

Estamos exentos de peaje
En las autopistas del placer,
Me arrastro millas en tu fino cuerpo
Me cortejas con tus suspiros de Jazz suave
Mientras te ofrendo esta humilde y  tierna violación
Al son de la absenta y el bondage.



miércoles, 10 de octubre de 2012

ELLA REGRESÓ



Llegaste en el momento menos esperado,
Como bala perdida al cerebro de un bebé.
Me raptaste de mi burbuja de  júbilo,
Sin dejarme pelear
¿Qué más quieres de mí?
¿No te es suficiente todo el daño que ya me has hecho?
No te puedo rehusar por más que intente,
Y lo aprovechas, celosa amante.
Eres la incómoda cómplice de mis insomnios.
Te atribuyes mi ser, sin contrato alguno,
Carcomes mi pecho cual rata sádica,
Me cedes las náuseas de los enamorados,
Las mariposas se desgarran las gargantas,
Sus lúgubres aullidos emanan de mi estómago,
Trastornan mis breves sonrisas.
Te sabes parte de mi organismo,
Como la bilis del bebedor
Me postro ante ti
¡Esclavízame! ¡Ulcérame a tu antojo!
Nunca me independizaré;
Eres igual a las infecciones venéreas,
Siempre te atesoraré con recelo.
El rito se cumplirá una vez más,
Soy súbdito de tus caprichos,
Conozco las reglas de tu juego:
Sepultar mis placeres masoquistas.
¿Una noche de crápula?
Ni lo pienses.
La emergencia de un cigarro me repugna.
¿De qué te sirve este raquítico ser?
¿De qué te sirve este hombre de ojos opacos?
De anhelos agónicos,
De brutal conformismo.
¡Niña malcriada!
Sólo podré disipar la melancolía con potentes fármacos,
Mientras representamos nuestras antiguas veladas:
Cuando era un manso chasís
A la orden de tus descabelladas codicias
Y sumiso al compás de tu efectivo látigo
Despertando en auroras de ano sangrante…
Bienvenida a casa,
Puta gastritis.
No debí haber comido esos tacos.

jueves, 4 de octubre de 2012

PAPÁ ESTÁ MUERTO



No recuerdo con exactitud el momento en el que recibí la noticia, era como esas veces en que despiertas sobresaltado de un profundo sueño en un lugar ajeno y te toma unos segundos recapitular el por qué de tu extraña estancia. Más que tristeza, un profundo pánico infestó mi ser, la adrenalina corría furiosa por mis venas acuartelándose en mi cabeza, en ese momento no había nada, cualquier vislumbre de pensamiento coherente se esfumó de mí, entré en una especie de estado vegetal, podía respirar y continuar con todas mis funciones biológicas mecánicamente, inclusive podía caminar y proseguir con la lúgubre llamada telefónica. Cuando retomé la conciencia completamente me encontraba vomitando en un arbusto, mientras el sudor empapaba todo mi cabello como si hubiera recibido un balde de agua helada.
Soy de esas personas que no temen a la muerte, lo intuyo tan natural como el nacimiento mismo, no tengo ninguna explicación mística ni religiosa para entenderla, eso se me hace un tanto cobarde. Estoy plenamente convencido de que la razón humana es un simple accidente aleatorio, un dossier de compuestos químicos reaccionando según sus reglas y caprichos. Soy de esas personas insensibles a la muerte, de aquellos que hacen mofa de las enfermedades  por más contundentes que éstas sean. Muerte, tu cerebro se enfría, se coagula, se descompone, no hay nada, no hay paraíso, no hay reencarnación, sólo te conviertes gradualmente en un pila de mierda de gusanos, con la carcasa hinchada y verduzca, con cualquier capacidad perceptiva deshabilitada y por suerte también las terminaciones nerviosas y las neurosis que provocan dolor. Soy de los pocos que van con ese seguro, continuo y progresivo paso hacia la senda de la perdición, sin vacilar ni un solo segundo.
Papá tuvo una muerte preciosa, un infarto. No vivió el infierno que yo me estoy agendando, una lenta caída a un abismo de enfermedades dolorosas, de órganos que se rehúsan a seguir trabajando, de infecciones internas, de carne pudriéndose en vida propia, de tubos conectados a todo el cuerpo, de funciones cerebrales muertas, de una interminable agonía comatosa por culpa de una familia con creencias ridículas, que prefieren obsequiarme una vida de mentira enclaustrado en una cama de clínica barata con el olor de mi orina acompañándome a optar por la reconfortante, elegante y digna muerte inducida por una intravenosa de potentes fármacos, o por lo menos del cálido beso de la bala en la frente. Papá tuvo una muerte preciosa.
Estoy en el funeral, todos lloran, un tumulto de extraños para mí, al parecer mi papá era un hombre muy querido un montonal de familiares y compañeros de trabajo que apenas reconozco de vista. Es un poco incomodo estar rodeado por la nueva familia de papá, mi hermana, mi hermano y yo nos quedamos en el rincón más apartado y oscuro, mamá prefirió quedarse en casa a velarlo por su cuenta, estaba devastada e histérica pese a tener 20 años de divorciados. Mis hermanos, al igual que todos en la estancia, lloran, mi hermana grita desconsolada mi hermano deja caer un chisguete de lágrimas mientras sorbe los mocos y da un suspiro ocasional; yo sigo en shock, no es la muerte lo que me molesta, me sentía plenamente preparado a aceptar el deceso de uno de mis padres gradualmente, viendo como la salud se deterioraba, viendo como el ciclo se cumplía descarnadamente, poder tener al viejo en su lecho, escuchar sus últimas palabras, sostener su mano hasta el final, guardar mis angustias y estar ahí dando todo el apoyo moral, decirle que la muerte es algo hermoso y necesario, que no hay nada que temer, que todo estará bien …Pero no, la caprichosa muerte lo arrebato, lo cual fue lo mejor para él, se quedó en un apacible sueño, sin tener que dar la cara al dolor de dejar a los seres queridos, es lo único que no deja a uno morir en paz, el saber que los demás se quedan, que les arruinaste la semana o el mes, que estarán tristeando cada vez que lleguen las navidades o tus cumpleaños. ¡Qué bueno que papá se ahorró todo ese teatrito de sentirte culpable por el hecho de cumplir una regla inalterable de la vida misma! Es por eso que no lloro, lo quise, a mi manera, él me quiso, a la suya, y ambos lo sabíamos, incluso me atrevo a decir que yo era su favorito, incluso más que la hija de su nueva mujer. Él me entendía y yo a él sin la necesidad siquiera de cruzar palabras, simplemente no teníamos casi nada en común, el era un ferviente amante del futbol y de los autos, a mí me gustaba la literatura y la filosofía, quizá lo único que nos unía era la música de rock & roll. Siempre me apoyó ya fuera llevándome a conciertos o comprándome instrumentos y amplificadores, era un buen hombre, nos quisimos a nuestra manera.
Todos se me quedan viendo raro, preguntándose si yo soy su hijo, y después tachándome de un puto monstruo sin sentimientos por el hecho de no haber soltado una lágrima en toda la noche, me hacen sentir incomodo, como un personaje de Albert Camus. ¡A la verga! No tengo que darle explicaciones a nadie, a nadie le gustaría quedarse pensando en que las personas van a sufrir una vez después de su muerte. Me dirijo sin pronunciar palabra hacia la mesa donde sirven café y brandis, me decido por éste último y me despacho una botella para mí solo mientras los Delicados con filtro se prenden con la colilla del anterior sin cesar.
Casi amanece, faltan 10 minutos para las 5:00 a.m. pido al resto de los veladores que se retiren, que deseo estar unos minutos a solas con mi padre, nadie cuestiona mi deseo. En cuanto la última persona deja la habitación por la puerta principal, abro el féretro, saco el cadáver y lo cargo sobre mi hombro, reviso la mesa y encuentro las llaves del Mustang 98 de mi papá, salgo por la puerta trasera de la funeraria, subo el cuerpo en el asiento del copiloto del auto, lo aseguro bien echando el respaldo en un ángulo abierto y abrochando potentemente el cinturón de seguridad y me lanzo a toda velocidad a la carretera con dirección a Morelia.
Después de una media hora mi teléfono no deja de sonar, obviamente están desesperados por mi papá e imaginándose qué locura debí de haber hecho, no tengo que darle explicaciones a nadie, tengo la misión cuidadosamente insertada en la mente, me deshago del celular lanzándolo por la ventana. Papá se ve muy tranquilo, la apacibilidad del sueño, uno no se daría cuenta que está muerto, salvo por una breve palidez en su rostro, pero bajo la tenue luz del alba, se ve tan relajado, incluso sus labios están formando una sonrisa, creo que se da cuenta de mi quehacer  y lo hace llenarse de una inexplicable satisfacción postmortem. Le acaricio con ternura la frente mientras conduzco lleno de júbilo.
A mitad del camino, un inmenso sueño me arrebata, recuerdo que estoy completamente ebrio tras haberme bebido botella y media de Bacardí en los servicios, me enfilo hacia una gasolinera para recargar combustible y comprarme algo de comer para aligerar la borrachera. No habrá problema, cubro el cuerpo de mi papá con una manta que por suerte encontré en el asiento trasero, dejando su rostro libre y con la  plena certeza de que quien lo vea lo tomará por dormido. Compro un sándwich de pavo en el OXXO de la estación y 3 Red Bulls para aguantar el viaje, a la salida me topo con una bolita de camioneros que beben cerveza; recordando viejos mitos sobre esas paradas de camioneros me acerco a uno de ellos y le pregunto por píldoras estimulantes, después de un rato de vacilar sobre si era policía o no, me ofrecen su mercancía, tomo una fuerte píldora y también les compro una pequeña pero generosa dosis de ácido lisérgico, lo consumo combinado de una vez y reanudo mi viaje.
La droga hizo efecto, ni siquiera tuve que tomar el Red Bull, bueno, sólo lo tomo para mitigar la sed de la naciente resaca. Voy conduciendo muy rápido, la autopista está completamente libre, como se encuentra un miércoles a las 5 y cacho de la mañana, voy como a 210 por hora, es un día de verano y la brisa que entra por una tímida apertura que dejé en el vidrio es realmente refrescante. Para hacer el viaje más reconfortante pongo un poco de música conectando mi iPod al estéreo.
-¿Qué quieres escuchar papá?
-Lo que quieras hijo.
-¿Unos Creedence estaría bien?
-Sí, ponlos.
-Estuvo bien poca madre cuando me llevaste a ver a John Fogerty, fue de los mejores conciertos de mi vida, gracias.
-No, de qué viejo … ¿Por qué haces esto?
-¿Qué?
-No te hagas. Sabes que no es necesario.
-Sí, lo sé. Tú ya no entiendes qué pasa. Pero tengo que hacerlo, es mi deber. Te hice esta promesa desde que era un niño. Y sé cuánto te importa.
-Pero te vas a meter en un pedote, lo hubieras hecho con calma, al día siguiente y con el consentimiento de todos.
-no, tenía que hacerlo de ésta forma, era la única manera… ¿Crees que me iban a dejar traerte de copiloto? Además también dame el gusto, es la última vez que tenemos para platicar, estar tranquilos, escuchar unas rolitas… es más.
-¿Por qué te detienes aquí?
-Espérame.
Me detengo en otra tienda de autoservicio y compro una caja de cerveza helada.
-Ahora sí, ¡¡¡váaaamonos!!!
-Pues qué más queda, a echar la última chela.
-¡Salud, papá!
-¡salud, viejo!
-Viejo, la policía nos va a estar buscando.
-No, no creo, no recuerdas que para no tener pedos con éste carro y cosas de pensiones e investigaciones lo pusiste a mi nombre, legalmente es mío, no pueden poner reporte de robo. Tranquilo, pa. De todas formas el pedo va a ser conmigo, a ti ya qué te pueden hacer.
-¡Eres un chingonazo, viejo!
-Sabes, papá. Siempre pensé que cuando este momento llegara me iba a sentir bien culero, como de que: mi papá se fue, nunca lo volveré a ver, nunca le dije todo lo que sentía, que le estaba muy agradecido por todo lo que hizo por mí, que nunca lo abracé en vida y todas esas cosas, pero no. Me siento muy tranquilo, creo que somos muy iguales, ambos somos muy fríos y crudos, no nos importan esas torpes cursilerías de expresar cariño ni nada, y aún así sabemos cuánto nos queremos. Creo que lo heredé de ti y me gusta, encajono todos mis anhelos y nostalgias y no me importa, después las saco en una canción o un poema y ya, somos iguales, tenemos este chasis de acero y por dentro somos sensibles y tan o más humanos incluso que todos esos ridículos llorones, afectuosos y maricas. Ellos sólo son poses, necesitados de la apreciación de los demás. Nosotros no necesitamos que nos enaltezcan, somos reales y completamente desinteresados. Incluso, cuando íbamos en tu carro y no teníamos nada de qué hablar por hasta una hora, yo me sentía tranquilo, pues simplemente tenemos poco en común en la superficie, pero ahora entiendo de donde viene mi apasionante gusto por la soledad, gracias, heredé de ti todas las virtudes que me han hecho grande, las que más me enorgullecen, las qué me han hecho el hombre que soy. Si me siento culpable por algo es por haberte odiado tanto tiempo durante mi infancia, tú sabes, el divorcio con mi mamá y eso. Me sentí completamente rechazado, creí que me odiabas, que era la peor basura del mundo y ni mi propio padre quería permanecer a mi lado, me sentía cohibido y temeroso todo el tiempo, falto de cariño y de una figura en mi vida. Pero una vez que crecí, me di cuenta de que tú siempre estuviste ahí, ya fuera para pasar diario por mí para llevarme a la escuela, intentándome meter al equipo de futbol sin éxito, llevándome cada semana al tianguis a cambiar los cassettes de Super Nintendo, o apoyando mis más grande sueño de ser músico proveyéndome de instrumentos, nunca me faltó nada económicamente, eres un gran ser humano, muchísimas gracias. Una vez que crecí y comencé a tener novias y enamorarme y toda esa mierda, te entendí, entendí por qué no funcionó lo tuyo con mamá. Abrí los ojos, creo que el divorcio fue lo mejor a vivir una vida con alguien que no amas, con quien vas a estar peleando toda la vida, donde nunca serás feliz. Creo que esa fue la mejor elección que pudiste hacer. Te agradezco otra vez de ante mano todo, y deja que te diga esto de todo corazón: Te quiero un putero, cabrón. ¿Papá? …¿Papá?
-…

Una vez que la droga perdió su efecto, papá regresó a su estado inerte, mientras la radio comenzaba a tocar Have You Ever Seen The Rain de los Creedence.

miércoles, 8 de agosto de 2012

SUSANA

Ella caminaba por una calle fría y fétida. Los faroles se reflejaban con timidez en las ondas de los charcos que creaban sus tacones decididos. Sostenía firmemente en la diestra su teléfono celular revisando la pantalla a cada breve vaivén  en la espera de la llamada de él. Cientos de veces había ocurrido, la misma historia expandiéndose hasta lo absurdo, el infinito deja vu de fiesta tras fiesta acompañada de su novio.
Susana era un personaje por demás prepotente, acostumbrada a que todo el mundo cediera a sus caprichos. La típica mujer hermosa, acostumbrada a una vida de lujos, cortejos y atenciones. Malcriada desde pequeña a que los demás sucumbieran ante sus grotescas volubilidades; y es que habrá que admitirlo, pocas veces se ha visto alzarse entre la humanidad a mujer de belleza tan hedónica, las perfectas facciones de su rostro se balanceaban entre rasgos filosos como daga en nariz, cejas y labios y una redondez infantil en pómulos, barbilla y frente, era una auténtica deidad. Sus ojos irradiaban misticismo: grandes como la circunferencia de las monedas de cinco pesos y con un color miel que jugaba a ser verde. Es imposible decir con seguridad cómo era su cabello, Susana era una aficionada a la moda, un día podía ser un afro rojo sangre, al día siguiente un alaciado violáceo hasta la cintura, en ocasiones estilo Marilyn Monroe, etc.  Recuerdo que esa noche en particular usaba un estilo sedoso oscuro como la ceguera a la Uma Thurman en Pulp Fiction. Para resumir, su cuerpo tenía la voluptuosidad y firmeza de las más bellas estrellas de pornografía cinco estrellas, eso sí, sin ninguna operación.  Pero no todo en ella era esa belleza que difícilmente (y apenas aproximándome) he intentado redactar. Su alma, por otro lado, era de una fealdad infernal. Era una mujer perversa por naturaleza, encerrada en su limitada visión y mentalidad de párvulo, con una fuerte proporción de esnobismo fluyendo por sus venas.
No sé porqué mi novio espera  que le preste toda mi atención, estamos en una fiesta, yo puedo platicar con quien yo desee. Y qué si me ve besándome con su mejor amigo, como si él no tuviera pensamientos con mis amigas, y qué si lo humillo y me burlo un poco de él, él se lo buscó, decirme que ya no puedo tomar más shots ¿quién se cree, el pendejo de mi padre? Debe de aprender que si quiere estar conmigo tiene que sufrir las consecuencias, no va a ser tan fácil que ande con este bombón. ¡Qué bueno que me eché a correr y no subí a su coche! Qué sufra el culero, uno simplemente no le dice qué hacer a Susana. Y todo esto fue su culpa, si tanto tenía que atender la llamada de su madre, que luego no se queje de que me meto con su amigo, él sí me estaba haciendo caso, una princesa como yo merece atención. Y qué si su madre está convaleciente en el hospital, yo le dije bien clarito: “si no vas conmigo a esa fiesta, te olvidas de lo nuestro”  eso ya no era problema mío, y vino porque soy una perra y sabe que se lo cumplo, no importa que falten dos meses para la boda, a mí no me van a cancelar mis planes por algo tan ridículo como eso, yo he visto en las noticias que el cáncer ya se puede curar, que no me salga con esas tonterías de que no fue detectado a tiempo, ¿Qué cree? ¿Qué soy estúpida? Ah, pero ahora va a sufrir el cabrón, me le voy a desaparecer.  Monologaba internamente Susana mientras recorría una calle desconocida con sabor a perdición y le twitteaba desde su celular: [ya no ce endonde estoy si algo me pasa vaser tu culpa estupido y te vaz olvidando de mi lo arruinaste todo eres el peor hombre que conosido hasta nunca D:< ]
Mientras Susana se adentraba por zonas más desconocidas y lúgubres, su celular no paraba de repicar, ella únicamente desviaba las llamadas: Le voy a dar el susto de su vida a ese inútil, siempre que me echo a correr me va a buscar, esa nunca falla, pero que me oiga diosito, esta vez le va a costar un huevo al güey contentarme, le voy a decir que hasta casi me asaltan y violan, si quiere que me case primero me va a tener que comprar un carro más chingón, y eso se va a quedar en veremos. Planeaba maquiavélicamente Susana mientras vio pasar las inconfundibles luces neón azules del último modelo tuneado de su novio, ella únicamente se ocultó velozmente detrás de un viejo microbús aparcado mientras miraba la cara angustiada de su novio buscándola, esta situación le provocó un ataque de risa que apenas pudo contener tapando su boca con ambas manos.
El sonido al quitar el seguro de una pistola silenció sus carcajadas contenidas: “¡Ya valió verga culera, afloja el cel y la bolsa o aquí te mueres!”  Susana entró en pánico, se quedó con un aspecto de roca fría, no estaba dispuesta a entregar su celular, ni siquiera tuvo que titubear en eso, no le importaba ni siquiera ofrendar la vida si de eso dependía salvar su celular de 10,000 pesos, era la muestra perfecta de su estatus, a falta de todo tipo de carácter o virtudes, sus posesiones materiales delimitaban toda su esencia, eso y su belleza engendrada de numerosos tratamientos cosméticos igual de costosos. Susana se quedó viendo a su atacante por unos 40 segundos hasta que la pudo distinguir una vez acostumbrada su pupila a la oscuridad que emanaba de la silueta del asaltante que bloqueaba la luz del único poste en la calle. La ladrona, para sorpresa de Susana, era una niña de unos catorce años con una cara igual de perpleja que la de ella, sostenía el arma con ambas manos, no por eso impidiendo un temblor excesivo. La niña, una vez que la distinguió por completo, era realmente hermosa, tenía una tez blanca cadavérica y la expresión de una gatita recién nacida y desconcertada; sin pensarlo dos veces Susana, en un ágil movimiento arrebató la pistola de su joven agresora, y le colocó el cañón en medio de los ojos a la adolescente. “Por favor, no me lastime señora, por favor, yo no pensaba hacerle daño, tenga piedad de una niña” imploraba exasperada, para total goce de Susana.
Un ataque de libido arrebató el cuerpo de Susana, nunca en su vida había estado tan excitada, el simple hecho de tener el control sobre la vida de un ser humano la volvía eufórica de deseo carnal. Al ver a la criatura, tan hermosa y bien proporcionada para su edad, no pudo más que, sin quitar el arma de su rostro, lamer la mejilla de la chica con una flexión lenta de la lengua. Susana bajó el arma y lanzó una mirada de deseo incontinente  a la joven ladrona; ésta, por los poderes seductores y la belleza descomunal de su atacante, no pudo más que corresponder su mirada y lanzarse a sus brazos en un beso apasionado, las dos lenguas se abatían desesperadamente por tener el control, la calidez de las lenguas generaba un marcado contraste con los fríos labios, el beso se enmarcaban con mordidas lúdicas y rabiosas, la sangre se mezclaba en una infusión de saliva dulzona,  mientras Susana rodeaba la cintura de la niña sin descuidar la posesión del revólver. Las manos de la niña jugueteaban en la cara y cabello de Susana, despeinándola en un arrebato de amor inocente, los labios de Susana bajaban por su mentón, saboreando la piel de terciopelo, intercalaba  mordisquitos con chupetones tiernos en el frágil cuello mientras se deleitaba con el sabor del sudor angelical y sentía las manos de su amante explorando  tímidamente su cuello. Poco tiempo bastó para que Susana derrapara su mano libre al interior del pantalón de su amante, unos glúteos excelsamente formados únicamente embutidos por una efímera tanga, era la piel más tierna que se habría podido sentir, con la firmeza de la virginidad, las uñas de Susana se enterraron un poco sobre las firmes nalgas mientras, con la barbilla, bajaba el corpiño de la damita dejando ver unos buenos senos del tamaño de naranjas y de una blancura que no perdía vitalidad, sus pequeños y erectos pezones eran del color de una rosa tierna, los labios los succionaban ferozmente, la lengua se resbalaba con agilidad y los dientes se aventuraban procurando no hacer daño en la paradisiaca carne. La joven no tardó en arder de deseo y desgarrar la blusa de Susana y bajar el sostén negro de encaje para descubrir unos enormes y bronceados pechos, un color naranja tostado impedía determinar cuál era la frontera entre el seno y la aureola, las bellas tetas, debido a su inmensidad y a la fuerza de gravedad, caían un poco para posarse sobre el brassier manteniendo los pezones hacia el cielo. Las preciosas damas se intercalaban para besar sus bien formados pechos, mientras Susana exploraba con las yemas el virginal ano de la damita y sus cálidos y húmedos labios vaginales, una de las rudas embestidas pasionales en contra del microbús hizo que la puerta se abriera, las dos se voltearon a ver con una risilla cómplice y abordaron. Susana completamente confiada de su amante, tiró la pistola en el suelo mientras la recostaba en el asiento trasero, le retiraba la tanga y sumergía su cara en el pubis cubierto de escaso vello con la consistencia de terciopelo, usaba una de sus manos para abrir los labios y poder frotar su lengua contra el clítoris, primero en círculos y después en una secuencia de movimientos geométricos aleatorios, la niña se revolcaba de placer con la cara hacia atrás dando rápida intercalación de gestos de deseo y dolor que sin duda significaban el éxtasis total, sus manitas se aferraban fuertemente al asiento y a la cabellera de Susana, mientras ésta, por su parte, se procuraba placer masturbándose, introduciendo el índice, el medio  y el anular por su voraz y apretada vagina, la joven no cesaba de gemir con violencia, hasta que estalló en una fuente de placer orgiástica que la dejó completamente extasiada y a punto del desmayo por un minuto aproximadamente. En cuanto se recuperó, Susana comenzó a acariciar sus labios vaginales penetrándola con el índice, Susana estaba en el cielo, por primera vez había dejado de pensar en su egoísmo, nada le suministraba más placer que el hecho de ver a esa bella joven irradiando prosperidad sexual. La joven, por su parte, aún no se reponía del mejor orgasmo de su vida cuando la sangre se volvía a concentrar en su zona erógena, Susana, penetro con los dedos a la adolescente, un hilillo de sangre se escurría por su pierna, se preocupó unos segundos por desvirgar a la joven, pero al escuchar los gritos de ésta: “¡más, más, más fuerte, más rápido, más!” prosiguió con su suculenta tarea, hasta que se dio cuenta de que todo su puño se encontraba en el interior de la asaltante. La adolescente insistía en recibir más amor, Susana hubiera deseado llevar consigo uno de sus grandes consoladores, buscó desesperadamente algún potente objeto fálico mientras su libido le arrebataba todo vestigio de razón. Tomó del suelo el revólver y en un violento movimiento lo introdujo de un solo golpe sin mayor problema en la empapada y estrecha vagina de la ladrona, ella suspiró de placer, se vino descomunalmente mientras imploraba: “¡más, más, más!”  Susana, ante la petición de la amante metió dos de sus dedos por el virginal recto, mientras el revólver seguía entrando y saliendo sin misericordia, la joven estaba empapada en sudor y nirvana, el asiento estaba inundado de fluidos románticos, si realmente hay un ideal de ninfómana, está joven lo representaba a la perfección. Susana estaba a poco de tener el mejor orgasmo de su promiscua existencia, era increíble que estuviera tan excitada sin sentir el toque de alguien siquiera, la niña gritó desgarradoramente de placer, mientras Susana accionaba el gatillo en su interior y eyaculaba casi un litro de fluidos vaginales. En ese mismo instante todos los orificios de la joven resplandecieron a causa del relámpago interior y su cerebro se estampaba en la ventana del vehículo en un seco ¡paf!