viernes, 15 de abril de 2011

SIN TÍTULO

"El sonido emitido por un ama de casa
mientras cocina no es música,
pero si yo la grabo, eso ya es música.”
Karlheinz Stockhausen




Carmen le dedicó la bellísima canción 4’33” de John Cage, Bermúdez la encontró increíblemente interesante,  la música más bella que había escuchado en su vida, tan sublime, tan perfecta. Sería, sin  duda, su pieza favorita, imaginó su boda con ella, esa hermosa melodía sería el vals que purificaría esa sagrada unión basada en un amor cristalino, tallado del aire fresco de la confianza mutua. La canción perfecta en el instante perfecto. Carmen se la dio en un CD grabado por ella misma, el CD únicamente contenía esa canción en diferentes versiones: sinfónica, filarmónica, coral, cuarteto de cuerdas, piano y cello, jazz, tecno-cumbia, etc. Se repetía en 17 tracks que conformaban el regalo del primer aniversario de noviazgo. Ese obsequio improvisado la elevó a la categoría de la reina indiscutible de su corazón. El camino más rápido al corazón de un hombre es a través del oído (y de la verga).


Ese disco fue imprescindible en cada uno de los profundos autopsicoanálisis a los que se sometía con fervor Bermúdez; siempre decía: -El psicoanálisis es un proceso de autoconocimiento, de desechar lo posible, alejarse lo más de la corriente, de la cascada a donde inevitablemente te arrastra la cordura estructurada de la cultura occidental arraigada en tu pensamiento racional-. Bermúdez probó varias técnicas para entender que pasaba con su inconsciente, meditación profunda por horas, fatigar su cerebro hasta la ausencia de azucares necesarios para procesos sinápticos coherentes. Sueños, escribir en cuanto acabará el proceso onírico con la reminiscencia aún fresca del inconsciente, libretas y libretas de cuadrícula grande atascadas de incoherencias en tinta morada; no había vestigios de un denominador común en todos esos apuntes poéticos. Y su viejo y querido amigo: el ácido lisérgico, la manera más fácil y segura de encontrar sus anhelos más reprimidos, la semiótica pura de los colores recién creados en el cerrar de parpados, su 4’33” estaba en todos estos autodescubrimientos, la música es el acople perfecto de sonido y silencio, misma jerarquía. 

12-oct-2009
Bermúdez:
Hola guapi, espero te la estés pasando bien este día de la Raza, estoy en un gran estado de ocio, no hay nada que hacer en el trabajo, por eso me tomé la libertad de escribirte este breve mail, sin razón o sentido aparente, pero nunca está por demás (supongo) este tipo de detallitos cursis de novios de secundaria, estoy increíblemente a gusto con nuestra relación, creo que eres el hombre más maduro e infantil que he conocido, eso es bueno, para mí, me gustan los pendejos, jajaja, ntc. Espero verte está noche, me urges bebé. Te amo.
                                                                                                                                    Toda tuya: Carmen.

Bermúdez no se encontraba satisfecho, había algo que le procuraba un insomnio diario, pensar y pensarse por horas en la cuasi alba procurada por el alumbrado blanco filtrándose por las breves grietas de sus cortinas. Estos soliloquios desesperados recurrían sobre todo a Carmen, la posibilidad de no estar con Carmen, la posibilidad de no fraguar el futuro con Carmen, los celos de Bermúdez trascendían el amor. La insatisfacción del inseguro, intentaba encontrar un destello ante los celos dentro de sí, en las libretitas de tinta morada que trasuntaban su alma censurada, pero nada, su inconsciente era un fantasma, nunca una dupla de ideas similares, quizá el mismo inconsciente las rechazaba para impedir la flagelación de un psicoanálisis concreto.
                                                                                                                                        17 de mayo 2009
Bermúdez:
Llevamos un mes saliendo, poco más de un mes y una semana de conocernos, y me siento muy bien contigo, no sé, sonará cursi, pero tienes algo que no había sentido en ningún otro hombre, un carisma, la chispa que le llaman, me siento sumamente feliz estando contigo, no mentiré, aún no es amor, pero puedo vislumbrarlo cerca, esas pláticas hasta la mañana son interesantísimas, Bermúdez. Espero que éste sea el comienzo de algo muy lindo, un abrazo y muchos besi besos.
                                                                                                                                                             Carmen

Bermúdez vio a Carmen por primera vez en la línea 2 del metro, dirección Taxqueña, ella se sentó en el cuarto asiento, en la misma fila de la banca, en ese asiento que divide las dos secciones de cuatro puestos cada uno, los separaba un señor gordo distraído en la lectura de El Gráfico. Carmen usaba un escote amplio que dejaba ver un tatuaje sobre su seno izquierdo, a la altura del corazón, el tatuaje era un corazón de trazos realistas y color tipo comic, Bermúdez cayó en un profundo estado de interés hacía la mujer que dejaba al descubierto su corazón, ella escuchaba música con unos grandes audífonos negros que contrastaban con sus finos y blancos rasgos, ojos negros de una hondura demente, al igual que el brillo en su también oscuro y lacio cabello. El gordo que los limitaba bajó en San Cosme, dando oportunidad a Bermúdez de deslizarse al asiento contiguo y quedar sólo separado por ese breve barandal de Carmen.  Carmen oía música a tan alto volumen que no fue difícil para Bermúdez distinguir a través del tamiz del audífono una Computer Love de Kraftwerk, acojinada. [Está mujer tiene de todo, esa belleza en luto de sus ojos me pinche hipnotiza, el simbolismo implícito en ese tatuaje no es una pendejada snob, y pinche Kraftwerk. Ella es para mí, sí tan sólo tuviera huevos para hablarle. Me va a rechazar lo sé, las mujeres como ella no dan ni una mirada a los raquíticos espirituales como yo, no, no le hablaré, me evitaré el rechazo.]Carmen sacó de su mochila una edición rústica  de Los cantos de Maldoror (versión bilingüe) y comenzó una lectura en lo que Bermúdez supuso sería la parte en francés del volumen. [No hay pedo. Le hablaré, ya no tengo nada que perder, excepto las chaquetas]. Bermúdez pasó de largo su bajada esperando pendiente algún movimiento de Carmen, está guardó su libro cuando pasaban la estación Zócalo, y se paró casi llegando a Pino Suárez, Bermúdez la siguió. Llegando al andén donde se exhibía una exposición fotográfica sobre personas con VIH, tomó una gran bocanada de aire, tronó su cuello hacía la izquierda y la tocó dos ocasiones en el hombro derecho con la punta de su índice:

-Amiga, disculpa, iba sentado junto a ti en el metro, y tu música se alcanzaba a escuchar, me pareció muy buena. ¿Quiénes son?- dijo Él -Sí, te noté, tu mirada me empezó a malviajar, por eso tuve que empezar a leer, es Kraftwerk.-dijo Ella-Perdón, no quise molestarte, es que tu tatuaje me llamó la atención, estoy pensando en rayarme y busco ideas, me dejó impresionado esa imagen, Kraft ¿Qué?- Él - Kraftwerk, espera déjame sacar una pluma y te lo apuntó, son alemanes y es difícil de entender- Ella.  Carmen Sacó de su mochila un bolígrafo de Hello Kitty,  sujetó la mano de Bermúdez y en el momento en el qué se disponía a escribir el nombre de la banda, Bermúdez la detuvo.-Espera, sé quién es Kraftwerk, soy fan, al igual que de Lautréamont, sólo busqué un pretexto para hablarte. Nunca habló con extrañas, ni soy un pinche ligador, es sólo que tu tatuaje, tu música, tu literatura, y esos ojos profundos, no podía perder la oportunidad, sí no lo intentaba me iba a sentir pendejo el resto del día-. Carmen vaciló unos segundos, y comenzó a escribir en la tinta rosa del bolígrafo de Kitty sobre la mano de Bermúdez su nombre seguido de 10 cifras numéricas, -llámame y platicamos y bebemos un café o algo, tengo prisa ahora.- Ella. Bermúdez respondió rápidamente. -¿Podrías darme tu mail, odio los teléfonos, soy malo hablando, estoy lleno de Lapsus y actos fallidos, me joden, prefiero el mail, cuando escribo, puedo eliminar la esencia de mi inconsciente en las revisiones-. Carmen lo miró con cara de fastidio, como diciendo “pinche idiota”, 5 segundos después se transformó en una risa, escribió el correo en la otra mano. –Eres interesante, por favor hagamos algo pronto- Dijo Carmen mientras besaba su mejilla despidiéndose. – Me llamo Bermúdez por cierto, todo un placer, te escribiré- Carmen se alejó perdiéndose en el mar de torpes existencias aleatorias del metro Pino Suárez a las 4:33 de la tarde    

25 de Abril 2010
Bermúdez:
No puedo creer que llevemos un año saliendo, y aún me siento feliz, no me he aburrido, eso es increíblemente raro en una mujer como yo, que se aburré de todo en dos semanas, creo que eres una persona muy especial, adoro pasar tiempo contigo y hartarme de ti y atragantarme de ti, quiero saber todo sobre las tendencias raras del buen Bermúdez, mi Bermúdez, mi celosito, deberías estar 100 % seguro de que yo soy toda tuya bebé, cuerpo y alma, jajaja, qué cursi!!! Besos amorcito, me voy,  aún no acabo los reportes, qué joda!!!. Nos vemos en un rato.
                                                                                                                                        Tu nena Carmen.
                                                                                                            P.D. compra hjugo, llevo Vodka J

Bermúdez se sentía completamente paranoico, el ácido lisérgico comenzaba a cobrar factura. El sudor frio y la desesperación lo mantenían las noches en cuclillas sobre su cama, meciéndose lentamente ante los compases de su muy favorita 4´33” del disco de aniversario, vómitos continuos engalanaban la noche, y esos interminables autopsicoanálisis que mantenían su mente girando y girando a más velocidad que el disco de John Cage. [La perderé, lo sé, mi felicidad está contada, mi felicidad irá a la puta guillotina, a LA PUTA GUILLOTINA, tengo que hacer algo, ¿qué? No quiero regresar al tedio, el arte únicamente está disponible para los del spleen eterno, pero a la verga, prefiero la dulce y calurosa comodidad de saberse rutinario, no quiero arte, quiero Carmen, quiero vivir, ¿qué debo verga hacer?, las entrañas de mi inconsciente son igual que todos, me ocultan la clave, la clave de mi verdad, de la prefabricación de verdades, la transmutación total de inconscientes, yo te descifró Carmen, Yo te pinche leo como un libro de texto gratuito de primaria, esos colores con sus sabores desabridos, el rojo no debe ser rancio, NO DEBE SER RANCIO!!!, a calmarme: repetir a mi amante predilecto: 4’33” de John “Fucking” Cage, el genio incomprendido]

La vida de Carmen y Bermúdez transcurrió como la de la mayoría de las parejas chilangas, noches de cafés terraza abrigadas por cigarrillos Delicados y pláticas sobre jueguitos inventados por los amantes: apodos y las historias que van generando esos apodos, besi besos sabor vainilla, sábados de cine, por lo regular el nuevo lanzamiento de Pixar en 3D, el amor no permite amplia actividad cognoscitiva en un film, domingos de hotel y Brandy, (las quincenas con Jacuzzi y Jack Daniel´s) días hábiles recostados en su cama (De él o ella, la misma mamada) viendo la repetición del episodio de la llamarada Moe de los Simpsons, y las dialécticas sobre la desabrida burocracia matutina que hace la posibilidad de una rutina romántica previsible.

Los primeros meses de la relación todo fue cariño y conocimiento, estabilidad y enamoramiento, los niveles de feniletilamina en ambos llegaban hasta lo ridículo, niveles críticos de miel y torpeza. La vida colgada a otro, alienación fundida de dos existencias alienadas a esas dos existencias per se, imposible distinguir, imposible separar. Bermúdez monologaba constantemente: [Está vieja es la neta, no soy guapo, ¿guapo? ¡Qué verga! Ni siquiera me acerco al promedio, soy horrible, mis putas facciones duras como el acero, piel de piedra pómez, mi mirada perdida, la del eterno ceño fruncido que recuerda ese clásico cartel de Charles Manson inmortalizado en suvenires para pendejos me-creo-muy-puñeteramente-rudo. Lo chido, de que cuando estás del pito físicamente y una hembra de la categoría de Carmen se fija en ti, es por el espíritu, tu puro espíritu. Eres alguien especial, vas a hacer una mierda grande, Carmen es inteligente, sus rayos X pasaron la facha de pocos amigos y encontraron al putito inseguro que disfruta de la poesía, que vive en mí. Sí, la amo, y bien cabrón.]
       

    28-mayo-2010
Bermúdez:
Ese disco que te regalé me está empezando a molestar, sólo hablas de 4’33”, te estás perdiendo, las drogas están destrozándote amor, eres muy paranoico, no sé qué te pase, estas como ido todo el tiempo, me asustas, creo que estás perdiendo el interés en mí, te la pasas dentro de ti, sólo tú, te vuelves egoísta, hubgo un tiempo en el que las cosas parecían tan perfectas a tu lado, me tratabas como una princesa, ahora sólo te importas tú, pasé al segundo plano, ya no me tratas como a tu novia, parezco un mueble, todo el día encerrados en tu casa, tú frente al televisor, o ese pinche disco de Cage, que maldigo el día en que te lo di, y yo, viéndote. Si tu actitud sigue así, me perderás, sin duda. Tengo necesidades, soy joven, y ya parecemos viejitos, la misma rutina siempre, me estoy aburriendo. Considéralo, la neta esto está muy chido y no me gustaría que la relación acabara por tu culpa, besos, te amo... pero cambia. 
                                           Carmen

El análisis hacía otras personas le parecía tan gratuito, él comprendía casi cualquier cambio de ánimo, cualquier gesto, en especial de Carmen. Bermúdez indujo que Carmen lo engañaba, su falta de revisiones del texto le habían dado la pista: HUGO. Ese nombre, mencionado en dos de sus epístolas hasta ahora. Al psicoanalista profundo no se le va ni una: “hjugo” y “hubgo” ¿coincidencia?, ¿dedazo? el hecho de que la “j” esté contigua a la “h”, y la “g” por arriba de la “b” podría ser una torpe justificación bien fundamentada de Carmen.  Bermúdez no caería, pero irremediablemente seguiría siendo presa de su psique distorsionado. Sólo 4´33” era capaz de tranquilizarlo, [si no es mía no es de nadie] los pensamientos irreales, de esos que transmiten el olor de los colores, se arremolinaban en su ultra lúcido psique. La verdad se acercaba cojeando lentamente, la revelación final [el anhelo de eternidad, congelar la sensación de ella recostada sobre mí, completamente desnuda y mía, amándonos apasionadamente, preservar ese instante para la eternidad, sólo la eternidad nos librará] Bermúdez duplicó la dosis de LSD esa semana, la verdad de su inconsciente estaba a la vuelta de la esquina. Oía 4´33” todo el tiempo, literalmente.

11-junio-10
Bermúdez: La pasé bien amor, comienzas a cambiar. Tu Carmencita. P.D. 38 Besi besos.
 [Estoy dentro de mí, logré entendernos, ella ahí recostado pensando en sus cosas, o en mis cosas, estamos unidos, no hay disolución de esencias, no hay marcha atrás, somos uno. Nos entiendo perfectamente, ¿ella somos una rama de mi consciencia o yo somos una rama de su consciencia o somos nuestra consciencia? ¿Qué importa? Lo único que importa es que nosotros soy tan 4’33”.]

22-junio-10
Bermúdez: lo siento, pero me siento asfixiada, no me reconozco, necesito mi vida, te amo, pero será mejor separarnos, la neta no está chido ya esto, hay que conocer más personas, salir más. Eres un hombre muy tierno, pero tengo que volar, aún hay cosas que debo hacer. Tengo ambiciones, y contigo no podré salir de esta unificación.  Siempre tendrás un lugar muy especial en mis  corazones, fuiste una gran parte de mi vida durante este periodo. Pero a seguir avanzando. Es lo mejor para ambos, estás tú también perdiéndote, tus experimentales procesos de transmutación psicológica carcomen tu vida en un paraíso que no es real. Linda época, gracias por todo, te recordaré con cariño.
Tu siempre amiga: Carmen
P.D. mil gracias por enseñarme a amar.

Bermúdez completamente dentro del psique de Carmen, no creyó ni por un segundo las falsas razones que ella daba, él sabía la verdad. Un robo de lo que más amaba no era algo que el tipo de hombre de Bermúdez aceptaría, [ un beso de plomo en la nuca, sin que sufra, no lo merece, sin que se dé cuenta, no le regalaré nervios antes del viaje a nuestra eternidad fundida, nos seguiré fielmente por el sendero de infinitud, quizá una descarga baste para ambos], tomó la 45 semiautomática que su padre le heredó y la copia del disco que Carmen le regaló unas cuantas semanas atrás, escribió con su tinta morada: Adios, en la portada de la caja del álbum. Salió a esperar a su amada al transborde de Pino Suárez, donde acostumbran poner exposiciones de pintura escolapia, consumió el último cartoncito impregnado de ácido lisérgico, aquel que tenía un dibujo del gato de Cheshire de Alicia.

A las 4’32” la vio acercarse a lo lejos. Bermúdez palpo la escuadra que guardaba en el pantalón junto al muslo, para cerciorarse de que aún estaba. Vio el álbum por última vez, en ese momento cayó una nota de Carmen del interior del CD que nunca había visto:

19 de Abril 2010
Bermúdez:      

Carmen
 P.D.

[La carta más hermosa que me han dado, tengo motivo para seguir viviendo y dejarla ir, tristemente no era para mí, pero me dio el regalo más hermoso del mundo. Comparable a  4’33”, al cartón con Cheshire. Soy especial, muy jodidamente especial, siempre te amaré Carmen]

Bermúdez se ocultó detrás de un puesto de periódicos para que Carmen no lo viera en el andén. Estaba satisfecho, encontró las respuestas que había buscado toda su vida. Se conoció esa tarde. Tiró discretamente su 45 en un contenedor de basura y emprendió su camino a casa.

LUIS VILLALÓN

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