miércoles, 8 de agosto de 2012

SUSANA

Ella caminaba por una calle fría y fétida. Los faroles se reflejaban con timidez en las ondas de los charcos que creaban sus tacones decididos. Sostenía firmemente en la diestra su teléfono celular revisando la pantalla a cada breve vaivén  en la espera de la llamada de él. Cientos de veces había ocurrido, la misma historia expandiéndose hasta lo absurdo, el infinito deja vu de fiesta tras fiesta acompañada de su novio.
Susana era un personaje por demás prepotente, acostumbrada a que todo el mundo cediera a sus caprichos. La típica mujer hermosa, acostumbrada a una vida de lujos, cortejos y atenciones. Malcriada desde pequeña a que los demás sucumbieran ante sus grotescas volubilidades; y es que habrá que admitirlo, pocas veces se ha visto alzarse entre la humanidad a mujer de belleza tan hedónica, las perfectas facciones de su rostro se balanceaban entre rasgos filosos como daga en nariz, cejas y labios y una redondez infantil en pómulos, barbilla y frente, era una auténtica deidad. Sus ojos irradiaban misticismo: grandes como la circunferencia de las monedas de cinco pesos y con un color miel que jugaba a ser verde. Es imposible decir con seguridad cómo era su cabello, Susana era una aficionada a la moda, un día podía ser un afro rojo sangre, al día siguiente un alaciado violáceo hasta la cintura, en ocasiones estilo Marilyn Monroe, etc.  Recuerdo que esa noche en particular usaba un estilo sedoso oscuro como la ceguera a la Uma Thurman en Pulp Fiction. Para resumir, su cuerpo tenía la voluptuosidad y firmeza de las más bellas estrellas de pornografía cinco estrellas, eso sí, sin ninguna operación.  Pero no todo en ella era esa belleza que difícilmente (y apenas aproximándome) he intentado redactar. Su alma, por otro lado, era de una fealdad infernal. Era una mujer perversa por naturaleza, encerrada en su limitada visión y mentalidad de párvulo, con una fuerte proporción de esnobismo fluyendo por sus venas.
No sé porqué mi novio espera  que le preste toda mi atención, estamos en una fiesta, yo puedo platicar con quien yo desee. Y qué si me ve besándome con su mejor amigo, como si él no tuviera pensamientos con mis amigas, y qué si lo humillo y me burlo un poco de él, él se lo buscó, decirme que ya no puedo tomar más shots ¿quién se cree, el pendejo de mi padre? Debe de aprender que si quiere estar conmigo tiene que sufrir las consecuencias, no va a ser tan fácil que ande con este bombón. ¡Qué bueno que me eché a correr y no subí a su coche! Qué sufra el culero, uno simplemente no le dice qué hacer a Susana. Y todo esto fue su culpa, si tanto tenía que atender la llamada de su madre, que luego no se queje de que me meto con su amigo, él sí me estaba haciendo caso, una princesa como yo merece atención. Y qué si su madre está convaleciente en el hospital, yo le dije bien clarito: “si no vas conmigo a esa fiesta, te olvidas de lo nuestro”  eso ya no era problema mío, y vino porque soy una perra y sabe que se lo cumplo, no importa que falten dos meses para la boda, a mí no me van a cancelar mis planes por algo tan ridículo como eso, yo he visto en las noticias que el cáncer ya se puede curar, que no me salga con esas tonterías de que no fue detectado a tiempo, ¿Qué cree? ¿Qué soy estúpida? Ah, pero ahora va a sufrir el cabrón, me le voy a desaparecer.  Monologaba internamente Susana mientras recorría una calle desconocida con sabor a perdición y le twitteaba desde su celular: [ya no ce endonde estoy si algo me pasa vaser tu culpa estupido y te vaz olvidando de mi lo arruinaste todo eres el peor hombre que conosido hasta nunca D:< ]
Mientras Susana se adentraba por zonas más desconocidas y lúgubres, su celular no paraba de repicar, ella únicamente desviaba las llamadas: Le voy a dar el susto de su vida a ese inútil, siempre que me echo a correr me va a buscar, esa nunca falla, pero que me oiga diosito, esta vez le va a costar un huevo al güey contentarme, le voy a decir que hasta casi me asaltan y violan, si quiere que me case primero me va a tener que comprar un carro más chingón, y eso se va a quedar en veremos. Planeaba maquiavélicamente Susana mientras vio pasar las inconfundibles luces neón azules del último modelo tuneado de su novio, ella únicamente se ocultó velozmente detrás de un viejo microbús aparcado mientras miraba la cara angustiada de su novio buscándola, esta situación le provocó un ataque de risa que apenas pudo contener tapando su boca con ambas manos.
El sonido al quitar el seguro de una pistola silenció sus carcajadas contenidas: “¡Ya valió verga culera, afloja el cel y la bolsa o aquí te mueres!”  Susana entró en pánico, se quedó con un aspecto de roca fría, no estaba dispuesta a entregar su celular, ni siquiera tuvo que titubear en eso, no le importaba ni siquiera ofrendar la vida si de eso dependía salvar su celular de 10,000 pesos, era la muestra perfecta de su estatus, a falta de todo tipo de carácter o virtudes, sus posesiones materiales delimitaban toda su esencia, eso y su belleza engendrada de numerosos tratamientos cosméticos igual de costosos. Susana se quedó viendo a su atacante por unos 40 segundos hasta que la pudo distinguir una vez acostumbrada su pupila a la oscuridad que emanaba de la silueta del asaltante que bloqueaba la luz del único poste en la calle. La ladrona, para sorpresa de Susana, era una niña de unos catorce años con una cara igual de perpleja que la de ella, sostenía el arma con ambas manos, no por eso impidiendo un temblor excesivo. La niña, una vez que la distinguió por completo, era realmente hermosa, tenía una tez blanca cadavérica y la expresión de una gatita recién nacida y desconcertada; sin pensarlo dos veces Susana, en un ágil movimiento arrebató la pistola de su joven agresora, y le colocó el cañón en medio de los ojos a la adolescente. “Por favor, no me lastime señora, por favor, yo no pensaba hacerle daño, tenga piedad de una niña” imploraba exasperada, para total goce de Susana.
Un ataque de libido arrebató el cuerpo de Susana, nunca en su vida había estado tan excitada, el simple hecho de tener el control sobre la vida de un ser humano la volvía eufórica de deseo carnal. Al ver a la criatura, tan hermosa y bien proporcionada para su edad, no pudo más que, sin quitar el arma de su rostro, lamer la mejilla de la chica con una flexión lenta de la lengua. Susana bajó el arma y lanzó una mirada de deseo incontinente  a la joven ladrona; ésta, por los poderes seductores y la belleza descomunal de su atacante, no pudo más que corresponder su mirada y lanzarse a sus brazos en un beso apasionado, las dos lenguas se abatían desesperadamente por tener el control, la calidez de las lenguas generaba un marcado contraste con los fríos labios, el beso se enmarcaban con mordidas lúdicas y rabiosas, la sangre se mezclaba en una infusión de saliva dulzona,  mientras Susana rodeaba la cintura de la niña sin descuidar la posesión del revólver. Las manos de la niña jugueteaban en la cara y cabello de Susana, despeinándola en un arrebato de amor inocente, los labios de Susana bajaban por su mentón, saboreando la piel de terciopelo, intercalaba  mordisquitos con chupetones tiernos en el frágil cuello mientras se deleitaba con el sabor del sudor angelical y sentía las manos de su amante explorando  tímidamente su cuello. Poco tiempo bastó para que Susana derrapara su mano libre al interior del pantalón de su amante, unos glúteos excelsamente formados únicamente embutidos por una efímera tanga, era la piel más tierna que se habría podido sentir, con la firmeza de la virginidad, las uñas de Susana se enterraron un poco sobre las firmes nalgas mientras, con la barbilla, bajaba el corpiño de la damita dejando ver unos buenos senos del tamaño de naranjas y de una blancura que no perdía vitalidad, sus pequeños y erectos pezones eran del color de una rosa tierna, los labios los succionaban ferozmente, la lengua se resbalaba con agilidad y los dientes se aventuraban procurando no hacer daño en la paradisiaca carne. La joven no tardó en arder de deseo y desgarrar la blusa de Susana y bajar el sostén negro de encaje para descubrir unos enormes y bronceados pechos, un color naranja tostado impedía determinar cuál era la frontera entre el seno y la aureola, las bellas tetas, debido a su inmensidad y a la fuerza de gravedad, caían un poco para posarse sobre el brassier manteniendo los pezones hacia el cielo. Las preciosas damas se intercalaban para besar sus bien formados pechos, mientras Susana exploraba con las yemas el virginal ano de la damita y sus cálidos y húmedos labios vaginales, una de las rudas embestidas pasionales en contra del microbús hizo que la puerta se abriera, las dos se voltearon a ver con una risilla cómplice y abordaron. Susana completamente confiada de su amante, tiró la pistola en el suelo mientras la recostaba en el asiento trasero, le retiraba la tanga y sumergía su cara en el pubis cubierto de escaso vello con la consistencia de terciopelo, usaba una de sus manos para abrir los labios y poder frotar su lengua contra el clítoris, primero en círculos y después en una secuencia de movimientos geométricos aleatorios, la niña se revolcaba de placer con la cara hacia atrás dando rápida intercalación de gestos de deseo y dolor que sin duda significaban el éxtasis total, sus manitas se aferraban fuertemente al asiento y a la cabellera de Susana, mientras ésta, por su parte, se procuraba placer masturbándose, introduciendo el índice, el medio  y el anular por su voraz y apretada vagina, la joven no cesaba de gemir con violencia, hasta que estalló en una fuente de placer orgiástica que la dejó completamente extasiada y a punto del desmayo por un minuto aproximadamente. En cuanto se recuperó, Susana comenzó a acariciar sus labios vaginales penetrándola con el índice, Susana estaba en el cielo, por primera vez había dejado de pensar en su egoísmo, nada le suministraba más placer que el hecho de ver a esa bella joven irradiando prosperidad sexual. La joven, por su parte, aún no se reponía del mejor orgasmo de su vida cuando la sangre se volvía a concentrar en su zona erógena, Susana, penetro con los dedos a la adolescente, un hilillo de sangre se escurría por su pierna, se preocupó unos segundos por desvirgar a la joven, pero al escuchar los gritos de ésta: “¡más, más, más fuerte, más rápido, más!” prosiguió con su suculenta tarea, hasta que se dio cuenta de que todo su puño se encontraba en el interior de la asaltante. La adolescente insistía en recibir más amor, Susana hubiera deseado llevar consigo uno de sus grandes consoladores, buscó desesperadamente algún potente objeto fálico mientras su libido le arrebataba todo vestigio de razón. Tomó del suelo el revólver y en un violento movimiento lo introdujo de un solo golpe sin mayor problema en la empapada y estrecha vagina de la ladrona, ella suspiró de placer, se vino descomunalmente mientras imploraba: “¡más, más, más!”  Susana, ante la petición de la amante metió dos de sus dedos por el virginal recto, mientras el revólver seguía entrando y saliendo sin misericordia, la joven estaba empapada en sudor y nirvana, el asiento estaba inundado de fluidos románticos, si realmente hay un ideal de ninfómana, está joven lo representaba a la perfección. Susana estaba a poco de tener el mejor orgasmo de su promiscua existencia, era increíble que estuviera tan excitada sin sentir el toque de alguien siquiera, la niña gritó desgarradoramente de placer, mientras Susana accionaba el gatillo en su interior y eyaculaba casi un litro de fluidos vaginales. En ese mismo instante todos los orificios de la joven resplandecieron a causa del relámpago interior y su cerebro se estampaba en la ventana del vehículo en un seco ¡paf!

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