Ella caminaba por una calle fría y fétida. Los faroles se
reflejaban con timidez en las ondas de los charcos que creaban sus tacones
decididos. Sostenía firmemente en la diestra su teléfono celular revisando la
pantalla a cada breve vaivén en la
espera de la llamada de él. Cientos de veces había ocurrido, la misma historia
expandiéndose hasta lo absurdo, el infinito deja vu de fiesta tras fiesta
acompañada de su novio.
Susana era un personaje por demás prepotente, acostumbrada a
que todo el mundo cediera a sus caprichos. La típica mujer hermosa,
acostumbrada a una vida de lujos, cortejos y atenciones. Malcriada desde
pequeña a que los demás sucumbieran ante sus grotescas volubilidades; y es que
habrá que admitirlo, pocas veces se ha visto alzarse entre la humanidad a mujer
de belleza tan hedónica, las perfectas facciones de su rostro se balanceaban
entre rasgos filosos como daga en nariz, cejas y labios y una redondez infantil
en pómulos, barbilla y frente, era una auténtica deidad. Sus ojos irradiaban
misticismo: grandes como la circunferencia de las monedas de cinco pesos y con
un color miel que jugaba a ser verde. Es imposible decir con seguridad cómo era
su cabello, Susana era una aficionada a la moda, un día podía ser un afro rojo
sangre, al día siguiente un alaciado violáceo hasta la cintura, en ocasiones
estilo Marilyn Monroe, etc. Recuerdo que
esa noche en particular usaba un estilo sedoso oscuro como la ceguera a la Uma
Thurman en Pulp Fiction. Para resumir, su cuerpo tenía la voluptuosidad y
firmeza de las más bellas estrellas de pornografía cinco estrellas, eso sí, sin
ninguna operación. Pero no todo en ella
era esa belleza que difícilmente (y apenas aproximándome) he intentado
redactar. Su alma, por otro lado, era de una fealdad infernal. Era una mujer
perversa por naturaleza, encerrada en su limitada visión y mentalidad de
párvulo, con una fuerte proporción de esnobismo fluyendo por sus venas.
No sé porqué mi novio
espera que le preste toda mi atención,
estamos en una fiesta, yo puedo platicar con quien yo desee. Y qué si me ve
besándome con su mejor amigo, como si él no tuviera pensamientos con mis
amigas, y qué si lo humillo y me burlo un poco de él, él se lo buscó, decirme
que ya no puedo tomar más shots ¿quién se cree, el pendejo de mi padre? Debe de
aprender que si quiere estar conmigo tiene que sufrir las consecuencias, no va
a ser tan fácil que ande con este bombón. ¡Qué bueno que me eché a correr y no
subí a su coche! Qué sufra el culero, uno simplemente no le dice qué hacer a
Susana. Y todo esto fue su culpa, si tanto tenía que atender la llamada de su
madre, que luego no se queje de que me meto con su amigo, él sí me estaba
haciendo caso, una princesa como yo merece atención. Y qué si su madre está
convaleciente en el hospital, yo le dije bien clarito: “si no vas conmigo a esa
fiesta, te olvidas de lo nuestro” eso ya
no era problema mío, y vino porque soy una perra y sabe que se lo cumplo, no
importa que falten dos meses para la boda, a mí no me van a cancelar mis planes
por algo tan ridículo como eso, yo he visto en las noticias que el cáncer ya se
puede curar, que no me salga con esas tonterías de que no fue detectado a
tiempo, ¿Qué cree? ¿Qué soy estúpida? Ah, pero ahora va a sufrir el cabrón, me
le voy a desaparecer. Monologaba internamente
Susana mientras recorría una calle desconocida con sabor a perdición y le twitteaba
desde su celular: [ya no ce endonde estoy
si algo me pasa vaser tu culpa estupido y te vaz olvidando de mi lo arruinaste
todo eres el peor hombre que conosido hasta nunca D:< ]
Mientras Susana se adentraba por zonas más desconocidas y
lúgubres, su celular no paraba de repicar, ella únicamente desviaba las
llamadas: Le voy a dar el susto de su
vida a ese inútil, siempre que me echo a correr me va a buscar, esa nunca
falla, pero que me oiga diosito, esta vez le va a costar un huevo al güey
contentarme, le voy a decir que hasta casi me asaltan y violan, si quiere que
me case primero me va a tener que comprar un carro más chingón, y eso se va a
quedar en veremos. Planeaba maquiavélicamente Susana mientras vio pasar las
inconfundibles luces neón azules del último modelo tuneado de su novio, ella
únicamente se ocultó velozmente detrás de un viejo microbús aparcado mientras
miraba la cara angustiada de su novio buscándola, esta situación le provocó un
ataque de risa que apenas pudo contener tapando su boca con ambas manos.
El sonido al quitar el seguro de una pistola silenció sus
carcajadas contenidas: “¡Ya valió verga culera, afloja el cel y la bolsa o aquí
te mueres!” Susana entró en pánico, se
quedó con un aspecto de roca fría, no estaba dispuesta a entregar su celular,
ni siquiera tuvo que titubear en eso, no le importaba ni siquiera ofrendar la
vida si de eso dependía salvar su celular de 10,000 pesos, era la muestra
perfecta de su estatus, a falta de todo tipo de carácter o virtudes, sus
posesiones materiales delimitaban toda su esencia, eso y su belleza engendrada
de numerosos tratamientos cosméticos igual de costosos. Susana se quedó viendo
a su atacante por unos 40 segundos hasta que la pudo distinguir una vez
acostumbrada su pupila a la oscuridad que emanaba de la silueta del asaltante
que bloqueaba la luz del único poste en la calle. La ladrona, para sorpresa de
Susana, era una niña de unos catorce años con una cara igual de perpleja que la
de ella, sostenía el arma con ambas manos, no por eso impidiendo un temblor
excesivo. La niña, una vez que la distinguió por completo, era realmente
hermosa, tenía una tez blanca cadavérica y la expresión de una gatita recién
nacida y desconcertada; sin pensarlo dos veces Susana, en un ágil movimiento
arrebató la pistola de su joven agresora, y le colocó el cañón en medio de los
ojos a la adolescente. “Por favor, no me lastime señora, por favor, yo no
pensaba hacerle daño, tenga piedad de una niña” imploraba exasperada, para
total goce de Susana.
Un ataque de libido arrebató el cuerpo de Susana, nunca en
su vida había estado tan excitada, el simple hecho de tener el control sobre la
vida de un ser humano la volvía eufórica de deseo carnal. Al ver a la criatura,
tan hermosa y bien proporcionada para su edad, no pudo más que, sin quitar el
arma de su rostro, lamer la mejilla de la chica con una flexión lenta de la
lengua. Susana bajó el arma y lanzó una mirada de deseo incontinente a la joven ladrona; ésta, por los poderes
seductores y la belleza descomunal de su atacante, no pudo más que corresponder
su mirada y lanzarse a sus brazos en un beso apasionado, las dos lenguas se
abatían desesperadamente por tener el control, la calidez de las lenguas
generaba un marcado contraste con los fríos labios, el beso se enmarcaban con
mordidas lúdicas y rabiosas, la sangre se mezclaba en una infusión de saliva dulzona, mientras Susana rodeaba la cintura de la niña
sin descuidar la posesión del revólver. Las manos de la niña jugueteaban en la
cara y cabello de Susana, despeinándola en un arrebato de amor inocente, los
labios de Susana bajaban por su mentón, saboreando la piel de terciopelo,
intercalaba mordisquitos con chupetones tiernos
en el frágil cuello mientras se deleitaba con el sabor del sudor angelical y
sentía las manos de su amante explorando tímidamente su cuello. Poco tiempo bastó para
que Susana derrapara su mano libre al interior del pantalón de su amante, unos
glúteos excelsamente formados únicamente embutidos por una efímera tanga, era
la piel más tierna que se habría podido sentir, con la firmeza de la
virginidad, las uñas de Susana se enterraron un poco sobre las firmes nalgas
mientras, con la barbilla, bajaba el corpiño de la damita dejando ver unos
buenos senos del tamaño de naranjas y de una blancura que no perdía vitalidad,
sus pequeños y erectos pezones eran del color de una rosa tierna, los labios
los succionaban ferozmente, la lengua se resbalaba con agilidad y los dientes
se aventuraban procurando no hacer daño en la paradisiaca carne. La joven no
tardó en arder de deseo y desgarrar la blusa de Susana y bajar el sostén negro
de encaje para descubrir unos enormes y bronceados pechos, un color naranja
tostado impedía determinar cuál era la frontera entre el seno y la aureola, las
bellas tetas, debido a su inmensidad y a la fuerza de gravedad, caían un poco para
posarse sobre el brassier manteniendo los pezones hacia el cielo. Las preciosas
damas se intercalaban para besar sus bien formados pechos, mientras Susana
exploraba con las yemas el virginal ano de la damita y sus cálidos y húmedos
labios vaginales, una de las rudas embestidas pasionales en contra del microbús
hizo que la puerta se abriera, las dos se voltearon a ver con una risilla
cómplice y abordaron. Susana completamente confiada de su amante, tiró la
pistola en el suelo mientras la recostaba en el asiento trasero, le retiraba la
tanga y sumergía su cara en el pubis cubierto de escaso vello con la consistencia
de terciopelo, usaba una de sus manos para abrir los labios y poder frotar su
lengua contra el clítoris, primero en círculos y después en una secuencia de
movimientos geométricos aleatorios, la niña se revolcaba de placer con la cara
hacia atrás dando rápida intercalación de gestos de deseo y dolor que sin duda
significaban el éxtasis total, sus manitas se aferraban fuertemente al asiento
y a la cabellera de Susana, mientras ésta, por su parte, se procuraba placer
masturbándose, introduciendo el índice, el medio y el anular por su voraz y apretada vagina,
la joven no cesaba de gemir con violencia, hasta que estalló en una fuente de
placer orgiástica que la dejó completamente extasiada y a punto del desmayo por
un minuto aproximadamente. En cuanto se recuperó, Susana comenzó a acariciar
sus labios vaginales penetrándola con el índice, Susana estaba en el cielo, por
primera vez había dejado de pensar en su egoísmo, nada le suministraba más
placer que el hecho de ver a esa bella joven irradiando prosperidad sexual. La
joven, por su parte, aún no se reponía del mejor orgasmo de su vida cuando la
sangre se volvía a concentrar en su zona erógena, Susana, penetro con los dedos
a la adolescente, un hilillo de sangre se escurría por su pierna, se preocupó
unos segundos por desvirgar a la joven, pero al escuchar los gritos de ésta:
“¡más, más, más fuerte, más rápido, más!” prosiguió con su suculenta tarea,
hasta que se dio cuenta de que todo su puño se encontraba en el interior de la
asaltante. La adolescente insistía en recibir más amor, Susana hubiera deseado
llevar consigo uno de sus grandes consoladores, buscó desesperadamente algún
potente objeto fálico mientras su libido le arrebataba todo vestigio de razón.
Tomó del suelo el revólver y en un violento movimiento lo introdujo de un solo
golpe sin mayor problema en la empapada y estrecha vagina de la ladrona, ella
suspiró de placer, se vino descomunalmente mientras imploraba: “¡más, más,
más!” Susana, ante la petición de la
amante metió dos de sus dedos por el virginal recto, mientras el revólver
seguía entrando y saliendo sin misericordia, la joven estaba empapada en sudor
y nirvana, el asiento estaba inundado de fluidos románticos, si realmente hay
un ideal de ninfómana, está joven lo representaba a la perfección. Susana
estaba a poco de tener el mejor orgasmo de su promiscua existencia, era
increíble que estuviera tan excitada sin sentir el toque de alguien siquiera,
la niña gritó desgarradoramente de placer, mientras Susana accionaba el gatillo
en su interior y eyaculaba casi un litro de fluidos vaginales. En ese mismo
instante todos los orificios de la joven resplandecieron a causa del relámpago interior
y su cerebro se estampaba en la ventana del vehículo en un seco ¡paf!
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