Llegaste en el
momento menos esperado,
Como bala perdida al
cerebro de un bebé.
Me raptaste de mi
burbuja de júbilo,
Sin dejarme pelear
¿Qué más quieres de
mí?
¿No te es
suficiente todo el daño que ya me has hecho?
No te puedo rehusar
por más que intente,
Y lo aprovechas,
celosa amante.
Eres la incómoda
cómplice de mis insomnios.
Te atribuyes mi ser,
sin contrato alguno,
Carcomes mi pecho
cual rata sádica,
Me cedes las
náuseas de los enamorados,
Las mariposas se
desgarran las gargantas,
Sus lúgubres
aullidos emanan de mi estómago,
Trastornan mis
breves sonrisas.
Te sabes parte de
mi organismo,
Como la bilis del
bebedor
Me postro ante ti
¡Esclavízame! ¡Ulcérame
a tu antojo!
Nunca me independizaré;
Eres igual a las
infecciones venéreas,
Siempre te
atesoraré con recelo.
El rito se cumplirá
una vez más,
Soy súbdito de tus
caprichos,
Conozco las reglas
de tu juego:
Sepultar mis
placeres masoquistas.
¿Una noche de
crápula?
Ni lo pienses.
La emergencia de un
cigarro me repugna.
¿De qué te sirve
este raquítico ser?
¿De qué te sirve
este hombre de ojos opacos?
De anhelos agónicos,
De brutal
conformismo.
¡Niña malcriada!
Sólo podré disipar
la melancolía con potentes fármacos,
Mientras representamos
nuestras antiguas veladas:
Cuando era un manso
chasís
A la orden de tus descabelladas
codicias
Y sumiso al compás
de tu efectivo látigo
Despertando en
auroras de ano sangrante…
Bienvenida a casa,
Puta gastritis.
No debí haber
comido esos tacos.
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