viernes, 19 de agosto de 2011

BOLSILLOS TRAIDORES


 ¿Dónde estoy?
Incertidumbre máxima,
el aire se respira denso,
la oscuridad me rodea,
las pupilas reacomodándose,
lentamente se nutren de tinieblas,
el techo está a centímetros de la cama,
el techo almidonado,
soportado por cuatro paredes  sofocantes.
¿Estoy muerto?
…Entonces, ¿Por qué tanta percepción?
Las cuatro paredes mutilándome,
burlándose de mi nulidad,
jactándose de una perra sobriedad.
Sus carcajadas como cortaplumas en tímpano.
¡Grito, aúllo, lloro!
La enervante reverberación.
Ese eco,
que se cuaja y se exalta en los seis muros de terciopelo.
Ese eco,
que me aniquila y me sustituye con sus ondas.
Ese eco,
Que se ablanda y me expande en sus caprichos.
Ese eco,
Ese maldito eco.
Y yo rasco el techo,
rasco hasta las uñas laceradas:
 destrozadas en fulgores de sangre,
 desmanteladas en tiritas de tiempo.
 desabridas como un -te quiero-.
  
Busco en mis bolsillos por serenidad.
Busco en mis bolsillos por esperanza.
Busco en mis bolsillos por sólo una oportunidad.
Por la libertad del plomo en la sien.
Por la exquisita cicuta en el paladar.
Por la emancipación  del hierro en el cuello.
Nada…
La tela fría,
Bolsillos secos,
bolsillos chupados,
bolsillos traidores.
Sólo me queda el juego de la espera,
Tarareando una dulce canción de cuna.

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