miércoles, 13 de julio de 2011

ROCKSTAR

Conocí a Jaime en secundaria. Él se sentaba unos tres asientos atrás de mí, asientos que por lo regular permanecían vacios, a mí, siendo una de las llamadas “chicas populares” me llamaba la atención la forma en la que él se esforzaba por pasar inadvertido durante todas las clases, no hablaba con nadie, cuando había cambio de clase, y el salón se quedaba sin supervisión adulta, él (a diferencia del resto de los hombres) permanecía en su lugar: dibujando y/o escribiendo, sacaba su walkman y oía música, aislado de todos. Regularmente era fuertemente golpeado o insultado por varios del salón, era el barco. Fue así durante casi todo el primer año de secundaria, hasta que un buen día, el más gandalla del salón lo empezó a joder, no me enteré bien del porqué, creo que le había arrebatado un cassette o algo así; yo observaba la acción a varios metros, sólo me acerqué cuando el pleito se hizo escandaloso y a decir verdad un poco asustada. La cara de Jaime se puso muy roja, ante la impotencia, me percaté de que sus pupilas se ocultaron en el parpado, sus ojos se veían de un blanco demente, no pudo soportarlo más y le dio al brabucón una trompada con todas sus fuerzas mientras gritaba: “¡Vete a la verga!” cayó con una explosión de sangre en el rostro, Jaime se abalanzó sobre él dándole una lluvia de puñetazos en la cara y gritando y llorando: “¡Muérete puto, Muérete!” sólo dejo de golpear cuando el prefecto se percató de los gritos y lo separó del cuerpo inconsciente. El gandalla resultó con la nariz rota, Jaime fue suspendido por tres días, le fue permitido reingresar porque las trabajadoras sociales del plantel estaban enteradas de que era constante víctima de Bullyng como ahora lo conocen, desde ese día todos dejaron de molestar a Jaime. Empecé a hablar con Jaime, realmente me atraía tanto enajenamiento,  en las primeras pláticas que mantuvimos se mostraba increíblemente nervioso, tartamudeaba, tiraba sus plumas y lápices accidentalmente, respiraba con agitación, sudaba; tanta timidez me resultaba particularmente linda y a decir verdad era guapo, exageradamente flaco pero era muy guapo, me enamoré. Pasaba demasiado tiempo con él, al notar esto mis amigas dejaron de hablarme al igual que todos los muchachos que me pretendían, era lógico al empezar a hablar con el más perdedor de la escuela me volvería la más perdedora, no me importó. Jaime me enseñó mucha música, buena música, antes de conocerlo, era la clásica niña fresa que no oía más que a Britney Spears, N’Sync y los Backstreet Boys. Me gustó mucho su música, constantemente me grababa cintas con sus canciones favoritas, me daba un cassette cada dos semanas: el primero que me dió aún lo conservo, lo conservo especialmente a pesar de que estamos en la época del MP3 y la calidad sea mala, aún me gusta escucharlo en esa grabadora vieja que tengo, me parece indispensable para comprender el posterior comportamiento psicológico de Jaime transcribir la playlist de ese cassette:

Lado A
1.-Also Sprach Zarathustra (Introduction)- Richard Strauss
2.- Zero – The Smashing Pumpkins
3.- Stockholm – Django Reinhardt
4.-Bird´s Nest - Charlie Parker
5.- Death Certificate- Carcass
6.- Elephant Talk- King Crimson
7.- The Long and Winding Road- The Beatles
8.- I Stared a Joke – Faith No More

Lado B
 9.- Opinion–Nirvana
10.- Heart Of Glass – Blondie
11.- Necrophobic – Slayer
12.- Funiculi Funicula – Luigi Denza (Luciano Pavarotti)
13.- Veridis Quo- Daft Punk
14.- Black Sunshine – White Zombie
15.- La Luna Siempre Es Muy Linda – Victor Jara
16.- Happy Together –The Turtles
17.- Misas Negras – Asesino


Ciertamente  adoro esa compilación, por fin estaba escuchando algo de música bien hecha, entré completamente en el mundo de Jaime; Una ocasión, mientras platicábamos en nuestros asientos como de costumbre, el fue rápido al baño, no pude aguantar la curiosidad y eche un vistazo a su cuaderno de notas; No tenía nada de los apuntes vistos en clase, absolutamente nada, estaba repleto de dibujos, dibujos de bandas tocando o de gente tocando la guitarra, también descifré un poco de lo que parecía ser poesía, frases inconexa en los bordes del margen o simplemente estampándose por sobre los dibujos, poesía que hablaba de diversos tipos de queso, poesía que hablaba de juegos de Supernintendo, poesía sobre suicidio, poesía que hablaba de amor, parece que era sobre mí, encontré un acróstico realmente ridículo y cursi tengo que aceptarlo, las primeras letras de cada verso formaban un SAMANTA (mi nombre). En ese momento entró corriendo al salón, me gritó: “¡Qué mierda haces con mis pinches cosas!” y me arrebató su cuaderno violentamente, “¡No quiero que vuelvas a ver mis pinches cosas en tu pinche vida!” Todo el salón se quedó en silencio, asustados, yo también me asusté y rompí en llanto, el se sentó furioso y colorado, no nos hablamos en todo el día. A la salida, me alcanzó, me pidió disculpas, me compró una bolsa de papas con limón, sal y salsa Valentina y me pidió que fuera su novia, yo, lógicamente acepté.   

Nuestra relación comenzó bien. Rápidamente lo amé. Era un chico muy tierno y sensible, pese a sus improbables ataques de ira, sólo cuando realmente se encabronaba gritaba e insultaba; se transformaba completamente, nunca me golpeó. Aprendió a tocar el teclado, tenía un Casio heredado de algún familiar en estado deplorable, aprendió a tocarlo muy bien, tenía un talento especial, no necesitó clases, entendía la música, la podía descifrar. Muy pronto logró componer sus propias canciones, melodías muy hermosas a decir verdad, muchas baladas que bien podían ser atribuidas a Lennon. Sus letras eran tontas, no tenían significado ni coherencia, canciones sobre carritos, sobre fiestas, canciones de amor para mí, igual de ridículas y chuscas que sus poemas, cuando me cantaba tenía que esforzarme para no estallar en risa y herir sus sentimientos, prefería concentrarme en las bellas armonías que el teclado producía, debería dejar de escribir letras y dedicarse por completo a lo instrumental. En la prepa se juntó con algunos amigos y formó una banda, aprendió a tocar rápidamente la guitarra y reemplazó el teclado por una Fender Squier de segunda.  Compuso canciones más violentas, no dejaba lo melódico, en su repertorio prevalecieron esas bonitas canciones compuestas para piano, el fue vocalista y guitarrista/tecladista de la banda que bautizó como “Spleen en D.F.” El grupo era realmente bueno, habrá que admitirlo, Comenzaron las presentaciones en pequeños bares y en festivales escolares. Jaime no podía actuar debidamente, lo paralizaba el pánico escénico, al dar inicio a cualquier show, temblaba, tropezaba con los cables, perdía las notas y acordes, la voz se le cortaba y salía dudosa y temerosa, era de completa pena ajena, tenía que pasar la mayor parte del tiempo dando la espalda al público, cuando por la tercera o cuarta canción su miedo se disolvía, daba conciertos hermosos, muy apasionados. Para combatir efectivamente su pánico escénico, una amiga en común le consiguió un medicamento tranquilizante llamado Diazepam, ella podía suministrarle (venderle) dosis sin problemas; trabajaba en un consultorio psiquiátrico y no le era difícil apoderarse de cuanta droga quisiera. El Diazepam ayudó considerablemente a sus presentaciones, sin embargo, su bipolaridad seguía presente; A veces a mitad de una canción en un show cualquiera, se detenía y comenzaba a gritar, se revolcaba por los suelos, agredía al público, o simplemente paraba la música y lloraba sin razón, dando por terminado el espectáculo tras 2 canciones. Su vida personal era igual, en ocasiones, a altas horas de la noche, la madre de Jaime me hablaba, me decía que era urgente mi presencia, cuando llegaba a su casa solía encontrar a Jaime, sentado en el borde de la azotea llorando, este panorama cambiaba pero las constantes azotea y  lágrimas permanecían, a veces tenía las manos sangrientas tras haber golpeado algún vidrio, a veces estaba completamente borracho, a veces no llevaba playera y tenía cortadas en el pecho, a veces se mecía en cuclillas con su Walkman puesto a todo volumen. En cuanto yo llegaba se abalanzaba a mis brazos; lloraba hasta desahogarse (Nunca me comentó el porqué de esos ataques de tristeza, ni yo pregunté, era incomodo) y se tranquilizaba y bajaba como si nada, a veces hasta riendo, se disculpaba y se iba a dormir. Fue en ese concurso de bandas donde su vida cambió, dieron una actuación regular, rayando en lo mediocre, Jaime se frustró y en la última canción reventó su guitarra contra el piso, perdieron la competencia. Sin embargo, un productor musical, por azares del destino se encontraba bebiendo en el local esa noche, le gustó la actuación de “Spleen en D.F.” y los fichó. Firmaron por dos álbumes en una reconocida disquera Indie, las grabaciones fueron buenas: todas las canciones escritas por Jaime, el disco salió y fue un éxito (tratándose de una banda Indie) los sencillos rotaban constantemente en radios por Internet y en una que otra emisora de Rock Alternativo, Jaime se volvió alcohólico, ganaba lo suficiente como para dejar el primer año de carrera y dedicarse de tiempo completo a escribir canciones y a beber. Nuestra relación se desplomó, lo admito, me invadieron los celos, los celos de saberlo un Rockstar, de saberlo poseedor de cualquier mujer que deseara,  me fue infiel, lo supe, él me lo dijo arrepentido en una borrachera. Nos dejamos, me deprimí, la puta fama me había arrebatado al amor de mi vida, durante los siguientes 8 meses hice cosas de las que hasta hoy me arrepiento, me volví una completa ramera (en sentido figurado, no cobraba, ¡ji, ji!) me acostaba con cuantos hombres podía, tenía noviazgos que duraban a lo mucho 1 mes, también me hice alcohólica; cada vez que prendía la radio o la T.V. y pasaban un video o canción de “Spleen en D.F.”  La tristeza me devoraba, una angustia de sopa espesa, la ansiedad atornillada en la boca del estómago: i-rre-mo-vi-ble, una desesperación de aventarme-por-la-ventana, oía la voz de Jaime, cantándome, cantándome a mí, (y realmente era a mí, esas canciones eran sobre mí) Llenaba mi vacio con sexo y licor.  No pude soportarlo más, sí, lo pinche necesitaba. Así que fui a uno de sus shows en un bar de la Condesa, al verme se alegró, me dedicó todo el set. Se fue conmigo, me llevó al departamento que recién había adquirido prerrogativa de la fama. Hablamos toda la noche, hicimos el amor, no había hecho el amor tan dulcemente como esa noche; estos 8 meses de libertinaje habían estado empapados de sexo vacio, sexo crudo, sexo barato y horrible; Este hombre me hizo sentir especial, era tan tierno, tan precavido, preocupado por mí más que por él, diciéndome en cada momento cuánto le importaba, elevándome a la altura de una Diosa con sólo sus caricias, me obligaba a sentirme el ser más importante de la creación con sólo sus besos, me concentré en el sentido del tacto y del sabor, sintiendo sus caricias; sintiendo su sabor: reencontrándome en el paraíso, aquí pertenezco. Cuando haces el amor después de tanto tiempo de sexo frío y para nada emotivo, te das cuenta de la belleza y la espiritualidad del amor: simplemente es mágico, y sobre todo su importancia: una vida exenta de amor es una vida exenta de música. Cuando acabamos de hacerlo lloré de alegría (la primera vez que me pasa)
Por ese entonces me di cuenta de algo catastrófico, estaba atrasada, esa noche en que me liberé de la perdición con el amor de Jaime. Caí en cuenta de que llevaba un mes entero de retraso. Al llegar a casa al día siguiente, compré una prueba de embarazo. Y sí, positiva, esperaba al hijo de (a decir verdad) no-sé-de-quién, el amor se me cerraba. Regresé con Jaime, ocultando mi secreto, claro.  Jaime había cambiado mucho en estos meses, su mirada siempre estaba perdida, bebía a todas horas, se volvió antisocial, hasta conmigo: antes nos veíamos casi a diario, sin que esto lo hostigara en lo más mínimo, ahora sólo soportaba verme una o dos veces a la semana. La pasaba ,si no tenía compromisos con la banda, encerrado en su depa  bebiendo y escuchando música a todo volumen. Era raro, de ser un muchacho muy platicador conmigo, se hizo silencioso y quizá calculador, cuando nos veíamos apenas intercambiaba frases, me dejaba a mí hacer toda la charla. Llegó su gran noche, fue contratado para tocar en una entrega de premios de una cadena televisiva musical; también tenía 7 nominaciones. Antes del show se embriagó, tomó Diazepam para calmar los nervios,  había recibido hasta antes de su presentación ya 3 premios: Artista Revelación, Mejor Canción de Metal, y Mejor Grupo Alternativo. Jaime no había subido a recibir ninguno de éstos, sólo los demás miembros de la banda, él la pasó en el backstage bebiendo solo. Al momento de su presentación musical salió al escenario con el pantalón orinado y la playera llena de vómito, completamente desconcertado. Comenzó a tocar los acordes iniciales de su más exitoso sencillo y se detuvo: Se paró en frente del micrófono y gutureó versos indescifrables mientras tocaba acordes inconexos y erráticos, se revolcó por el suelo, llorando y lanzó su guitarra contra el baterista, hiriéndolo, se lanzó del escenario hacía las gradas y repartió golpes y patadas a diversas celebridades Pop que se encontraban en la entrega. Seguridad lo tranquilizó con descargas eléctricas de una Táser. Se convulsionó y se desmayó, fue trasladado a urgencias médicas por una sobredosis, permaneció 2 semanas en coma. Cuando despertó, un psiquiatra lo atendió diagnosticándole Síndrome de Asperger, este trastorno psicológico lo imposibilita para volver a tocar en público, podrá dedicarse a componer y grabar, pero el doctor fue muy específico en el punto: Nada de giras. Supongo que se animará cuando le dé la buena nueva de que vamos a ser papás. Ah, y también que su Álbum alcanzó el platino, justamente el día después de la presentación en los premios. 

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