jueves, 6 de octubre de 2011

MI DULCE TERCIO


Otra vez, sentado solo en el Tercio, en este lugar mágico de ubicación desconocida. Un bonito bar de mala muerte, con cualquier tipo de pretensión desarmada, un ambiente cálido y lúgubre, el escenario ideal para esas reconfortantes sesiones de ensimismamiento. Mi obligada Corona (caguamón) en mano, su sudor frío repta indiferente por mis dedos.  Mi mirada dilatada en el grafiti del payaso en la pared que une a los dos baños, la consigna: “TERCER MUNDO” titulando el artístico trabajo en aerosol negro, el lugar se encuentra casi vacío (como todos los lunes), estaría completamente solo de no ser por esa boba pareja enfundada en batas de dentista que se entretiene con besos y sorbos de pulque. Lo único que me acompaña es la música de Tool saliendo con mala definición de la única bocina del lugar, las melodías que yo mismo seleccioné para esta taciturna tarde entregándole mi iPod a la amable y regordeta propietaria del fétido bar: Mi dulce Tercio. Los primeros sorbos a mi helada bebida desgarran mi ulceroso y enfermo esófago, es cuestión de seguir hasta que el pinche dolor se haya esfumado por completo. La melancolía me arrebata por completo en este último semestre, una especie de nostalgia sobre lo que no conocí, el sentimiento de arrepentimiento tras haber cursado una carrera que tiene la posibilidad de trascendencia muerta en su propio núcleo,  gestada en el ser hipócrita contigo mismo en todo momento, en la apología de la mentira (o verdades editadas (para no sonar tan mal). “Yo no pertenezco a esto”: pienso mientras el líquido deja de ser ácido corrosivo y se convierte en el lubricante natural de mis órganos vitales.  Me avergüenza mi cobardía y mi hipocresía, yo debí ser alguien importante: un vagabundo, un enfermo mental, un heroinómano o una puta. Alguien que dejara toda esa mierda de búsqueda de verdades y se relajara y desviviera buscando lo único importante y sublime: la libertad espiritual (cuestión de concepciones). Quiero suscribirme a ese club, al de los encargados de mamarle el ano a la vida misma con fines recreativos. Pero no, escogí el periodismo, el trabajo que consiste en ir a revolcarme en esa nauseabunda plasta de trajes y corbatas, de puntualidades y cafés, de conferencias y oficinas. Yo y mi inculta mente juvenil, yo y mis ideales revolucionarios, yo y mi american way of life impuesto. Pienso en que vomitar todos estos reproches e insatisfacciones personales en un anuario malogrado que nunca hojearé sería un bonito detalle para los entrañables colegas, mientras pido mi tercera cerveza a los primeros compases de Opiate. Me siento borracho, traspaso la cortinita que deja ver una fosa séptica con un gran bloque de hielo adentro,  juego a derretirlo con mis meados mientras (el hielo) cumple la misión de drenarlos. Monologo internamente mientras el vapor de mi orina sube hacia mi cara: realmente extrañaré un putero más este sucio sitio que la pulcra facultad, aquí aprendí si no cosas más importantes, sí más pragmáticas. Adiós mi dulce tercio, hasta siempre. Ella abre la cortina de la entrada , se asoma dejando ver rayos de sol cegadores recortados por su silueta, me mira, me sonríe, se acerca, me abraza, brindamos. Otro lindo día en el paraíso que huele a coladera.   

1 comentario:

  1. Tercio oh dulce tercio si te conociera te diría, "Hola cómo estás, qué tienes para mí?, Productos de Grupo Modelo? tú si me conoces, sabes lo que quiero! este es el principio de una linda y larga amistad!" jijiji

    RV

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