martes, 26 de julio de 2011

LSD (UN ENSAYO)


“You can't understand a user's mind,
but try, with your books and degrees.
If you let yourself go and open your mind
i'll bet you'd be doing like me
and it ain't so bad”
Alice In Chains

Me tomo un día de asueto químico; Mis mejores amigos han insistido tanto, no puedo seguir negándome. Sí, pensarás que soy snob o un borrego, pero después de todo lo que han hecho por mí, después de que desfragmentaron sus almas y me las sirvieron en charola de plata con Champagne y de todos esos caminos cognitivos de los que me hicieron partícipe sería ingrato y cerrado juzgarlos sin adentrarme en su mundo: allá voy amigos; mi amigo Allen Ginsberg, mi amigo Syd Barret, hermano Baudelaire, valedor José Agustín, Camarada Huxley, Sr. Lennon… Las maletas están hechas, ¡Bon Voyage!

Mi tícket está listo; se me entrega recién salido de la bolsa escondida en un tenis Canguro. La cuarta parte del importe por ser mi primer traslado. Espero la próxima salida, impaciente, se me recomienda beber agua para acelerar el proceso, pero el agua no es lo mío; escojo las Modelo heladas. Bebo y bebo, ansioso y dudando del despegue, los demás están en lo suyo, bebiendo Ballentine’s, Modelos y Barrilitos. Monologo internamente sobre la calidad del producto una vez que se disuelve bajo mi lengua ayudado por frotaciones violentas del órgano pasional: caricias severas, caricias papilares desesperadas, como dos amantes obligándose a postergar el encuentro carnal  para perpetuar ese breve arrebato de embriaguez sentimental. También me serví para mi empresa de la humectación de cerveza. Pasó aproximadamente una hora y media y nada cambió en mi sensorialidad, tengo que admitirlo, después de una década dedicada fervientemente al arte de la borrachera, mis neurotransmisores generaron una resistencia y frialdad de roca. Requerí un aumento de dosis: ½ cartón. Pronto dejé atrás la insípida lucidez. Los colores arremetían con su violencia Van Gogh, una calidez desesperada, de amplificador de bulbos con falso contacto.  Un cuadro malo, un cuadro de departamento de decoración interior de Liverpool, me atrapó, me encadenó a su previsibilidad de patrones repetidos, su amarillo sol, su rojo anarquismo, sus espirales de dialéctica desmoronada, sus líneas firmes, la armonía del talento en el síndrome de Down (realmente había sido pintado por un niño con Down, me enteré después) Me hipnotizó. Realmente los brevísimos destellos de piltrafas sinestéticas, no eran fogosos como la mayoría de los anteriores pasajeros me comentaba; debo decir, un poco de desilusión, la alucinación referida por varias citas me fue negada. Pienso en la deficiencia imaginativa de mi mente; los motivos preestablecidos de fábrica; mi incapacidad para tener o retener algún sueño que raye en lo absurdo, mi pensamiento occidental incrustado en lo más dentro del espíritu.  Envidio tanto a esos, los del pensamiento mágico eterno, los que permiten al inconsciente navegar en  collages de eventualidades inconexas, los dispuestos a aceptar una espiritualidad tapizada de verdades de cuento; aquellos que hallan sus verdades en lo inexplicable. Soy un muerto, un aguafiestas del soñar, mi psique limitado por mis barreras culturales, por mi cosmogonía meramente racionalistas, de comprobabilidad, de pseudociencia. No estoy enojado conmigo, sólo decepcionado, mi puta mente y su indiferencia ante la sensación y las revelaciones nuevas. Mis neuronas muertas, mis paisajes aburridos. 


(…)


La efervescencia de la euforia rápidamente se apoderó de mí. Reí, reí con cada fibra de mi melancólico gaznate, con el reflejo de pupilas dilatadas en sueños de entrega; de entrega a la real realidad suprarrealista, a mi percepción de recién nacido (radiante), al descubrimiento del paraíso externo reordenándose en las neuronas envenenadas de fulgor y anhelo de sentir. La vida tomó un exagerado matiz de HD 3D a la novena potencia, con el sonido recibiéndose calidad Dolby Surround 25.1, mi piel de clítoris, mi lengua de herida profunda con limón y sal, mi lengua masoquista; nunca he sido un Jean-Baptise Grenouille (no hay metáfora olfativa).
Pese a mis predicciones de vagar en mis infiernos, de internarme en mis fantasmas y materializar mis pesadillas, nada horrendo me atormentó, soy snob, esnobistamente feliz, mi mente se retacó de un inmenso deseo de otredad,  mi hígado supurando fraternidad: Amor, amor, amor, amor, amor, amor, amor.  El deseo vegetariano, la comunión universal perfecta. Al fin: espiritualidad no revuelta a la moral y aderezada con rajitas de canela y genocidios. Vamos hermanos, abracémonos, consolidémonos como la raza suprema, cohabitemos con chocolates, amistad y superioridad, es bien sabido que somos una plasta de nihilismo romántico. No me sentía tan feliz desde que me percaté de la inevitabilidad de la muerte: se convirtió en mi amante más cachonda.  
  Pronto se rindieron todos, me quedé adentrado en mi profundo auto-psicoanálisis-lisérgico, me acompañaban mi scotch on the rocks (con cerveza Barrilito sustituyendo las rocks) y mi música: clichescamente elegí el buen Dark Side Of The Moon de (¿es necesario decirlo?) Pinche Floyd. Apagué la luz y me aposté en esos latidos de corazón iniciales, cuando llegó la frenética On The Run no pude soportar tanta información sonora, la plasta creciendo, la música tomando vida, tomándose la eternidad disponible de cada segundo, saturado de información, ¡Tanta info!, la información violándome, violando mi puto oído, violándolo, desgarrando el canal auditivo externo con la información como una verga llegando al colón de mi cerebro, atascando todo un sentido, mi mente evaporándose con toda la información que presupone una canción en 8 canales máximo, el Hi-Hat irremediable, imparable, alterándolo todo, mutando sin cambiar… Prendí la luz y sentí el frescor de disipar mi atención hacía otro sentido: con el ojo y el oído recopilando información al mismo tiempo nada resultaba asfixiante. Intenté escribir, la cuartilla en blanco invitándome con la calidez de la vagina húmeda y rasurada a infectarla con el semen y herpes de mi pluma …nada bueno salió, un breve compendio de mis inseguridades artísticas, texto (crease o no) más mierda que éste, me dirigí hacía una guitarra acústica con la finalidad de componer, un acorde de Mi mayor se sostuvo por minutos, con rasgueos y arpegios distintos, la calidez de saberme atrapado en las diversas posibilidades de aquel acorde para principiantes me serenaron: imposible crear arte bajo ese estado de consciencia: por lo menos en mi particular caso. Cómo a las 8:00 a.m. fui a dormir, no recuerdo actividad onírica importante. 


Apéndice de la soledad no dialéctica 


Durante el recorrido me di cuenta de mi inseguridad, de mi felicidad y sobre todo de mi inseguridad (sick) [sic], me aferré a una máscara absurda de lo que no soy, de lo que no quiero pinche ser, la máscara se pegó a mí, aferrándose con la potencia de la silicona hirviendo y el cemento seco. Rechazando el calor de la otredad en pro del juicio sintético a priori de lo que creo no ser. Trabajando arduamente en inventar nuevas formas de causar repugnancia, de mantenerme alejado, de evitar el rechazo, alienándome a los caprichos de mi mente malsana, pensándome pretenciosa y torpemente un personaje de Camus, llegando a extremos tales de sólo poder tolerar a otras personas bajo los efectos del alcohol, sintiendo un asco increíble por mí  tanto como por ti. El saldo fue un alcoholismo arduo y diario que deterioró mis funciones excretorias, obsequiándome los síntomas renales de la diabetes, y el círculo vicioso de la depresión y ansiedad infundamentada. Ese puto insomnio de pensamientos inconexos, de pensamientos que llegan en una mínima de tres en tres, apilándose y sin dejar oír al otro, en un discurso ininteligible, las imágenes mentales transparentándose para dar lugar a otra pero sin ceder, con el caos de tres disquitos de View Master pegados juntos, mostrando sus diapositivas caóticas y apocalípticas, enseñándome la desesperación y tedio de la posibilidad de una locura. La verga tristona y con flaccidez impredecible (¡la muerte!), los órganos vitales dolientes  ansiosos  y desparramándose dentro de mí, su pútrida coraza  neurótica. Y la muerte desabrida y lenta y tortuosa y nauseabunda e irreversiblemente dolorosa, y mi cuerpo adolescente raquítico, obeso y amarillento. Mi epicureísmo pendejo, aceptando pasiones superfluas y pasajeras por dolores futuros superiores, dolores, reitero, de muerte lenta y nada disfrutable.
Es un gran método para deshebrar tu inconsciente, para verte desnudo, para verte en la debilidad de cada una de tus pasiones suicidas, para retirar la máscara y ver tus supuestas autojuzgadas virtudes convertidas en un tazón remojado y salado de inseguridades, ver el odio que imprecabas a los demás como realmente es: un profundo odio y asco a ti mismo: estoy a favor del auto-psicoanálisis-lisérgico …Me reveló algo en mí que no conocía: mi perímetro de felicidad eufórica, y métodos para absorberla de una buena vez por todas.              

sábado, 23 de julio de 2011

AVENTURAS EN PAÑALES

Las beatas entradas en edad también se masturban

Un hombre debe tener por lo menos dos vicios,
uno solo es demasiado.
Bertolt Brecht


Para los HB


Tal vez haya sido culpa de la empresa encargada de producir el baratísimo brandy El Naufragio la culpable de aquella truculenta noche. Resultaba extraordinario que de tan borracho que estaba hasta me sintiera marihuano. Sospecho que esta conspicua compañía de licores añade alguna dosis extra de cannabis en cada botella de exquisito brandy, eso o éter, o agua de calzón, yo qué sé, el chiste es que la porquería esa te pone muy alegre-pendejo-aventurero, como si fueras Rambo con el carisma de Polo Polo y con un ligero retraso mental. Eso lo pude comprobar esa noche hace no muchas noches. Como siempre estaba con mi amigo Rimbombardo y el buen Gigiberto, la plática pseudo intelectual de todas las reuniones en la Brothería HB ese club de años y años. Que si Julio Cortázar reaparece con sus Papeles Inesperados, que si el imperativo categórico es inhumano, o que si la hija de Marx se suicidó. Ya sabes, todas esas cosas que cuando uno está borracho suelen emerger desesperadamente, enredando la lengua y empujando los dientes para salir a flote y luego irse a pique, esquiando por las salivas del brandy, sólo para hacernos sentir que pertenecemos, y claro que pertenecíamos a la Brothería HB, si de algún lugar éramos o podíamos ser en algún lugar creo que era justo ahí. Recuerdo que aquella noche Gigiberto nos conquistó con tremenda rimbombante idea:

-Güey, hay que jugar a aventuras en pañales-

La dinámica trataba de jugar a que estábamos en la estúpida caricatura esa de los bebés. Gateábamos por todo lo largo y ancho de mi patio vacio. La espantosa noche citadina dejaba ver en el cielo máximo dos estrellas y nos revolcábamos de aquí para allá, el suelo marranísimo nos coloreaba de gris los pantalones tiesos de mezclilla barata, como envidiosos infantes nos arrebatábamos el brandy, (que en ese caso representaba el papel de la codiciada mamila) hacíamos berrinches, manoteábamos y reíamos, lloriqueábamos y volvíamos el estómago sobre nuestro babero/playera. El mundo definitivamente era más sencillo, nos podíamos orinar en lo pantalones o hasta hacer popó, no necesitábamos dinero o sexo ni ningún sofisticado auto, después de todo ¿a qué bebe le interesa toda esa inmundicia? Rimbombardo se desenvolvía con maestría, su gateada (la más certera) era primorosa, y qué decir de mis berrinches con pataditas y todo, ¡Aahhh! Hermoso, era hermoso. Pero como todo, luego de un rato nos aburrió. Recargados en la pared después de haber revivido la infancia disipada propuse escalar mi casa.

-Güey, hay que escalar mi casa-

-Va-

El patio, la zona más baja de aquella vivienda era el punto perfecto para comenzar a vivir nuestra aventura. Se debía colocar una escalera de aluminio para ascender al primer nivel el cual consistía en un pequeño techo que cubría la lavadora y toda esa parafernalia destinada a limpiar ropa. Una vez arriba del techito debíamos subir a la terraza, estando ahí llevaríamos la mitad del trayecto y pensaríamos cómo conquistar la azotea.

- Güey, hay que subir -

- Tengo un putero de hueva, pero va -

 Así comenzamos, yo tenía más conocimiento del lugar así que dirigí el asenso. El primer techito fue cosa fácil, el único problema era que mi gran amigo Gigiberto excedía de dimensiones, es hasta el día de hoy muy grande para todos lados, amenaza constante para la supervivencia del techito y de la misión. Crujidos como alaridos surgían de la pequeña estructura mientras Gigiberto a paso de gato avanzaba tambaleante, bebiendo del Náufrago el cual para esas horas de la noche contenía poco menos de la mitad. Para ser sinceros el trayecto resultaba un tanto complicado por el hecho de estar muy ebrios, las distancias y esfuerzos pueden en ocasiones sentirse muy poco o dilatarse exageradamente y en este caso sentía que escalaba el Ajusco. Una vez pasado el primer punto y sentados en la terraza fue más fácil escalar a la azotea. Brincando sigilosamente a la casa de mis vecinos sólo por unos momentos podríamos llegar a la azotea, más o menos 10 metros sobre el nivel del patio, un pequeño paso para el hombre, un colosal paso para tres borrachotes. Necios por llegar y seguir con la aventura conquistamos la azotea, la vista era espectacularmente asquerosa, a lo lejos el cerro del chiquihuite mostrándonos sus antenas parpadeantes, para los demás lados, casas, edificios, el cielo rojo de la exacerbada luz citadina, desagradable como siempre. Después de haber domado las alturas tomamos asiento, sólo el techo de concreto nos separaba de mis durmientes vecinos, ¡Ja! Más o menos a obscuras formábamos el inevitable triangulo humano, platicando de nuestra experiencia en el asenso le dábamos fin a la botella. Los vecinos de enfrente comenzaron a aparecer por sus ventanas, chismoseando, viendo qué hacían tres jóvenes adultos en la azotea de enfrente a las dos de la mañana riendo y bebiendo; si hubiera sido ellos me habría espantado y seguro habría llamado a la policía, pero no, nunca llegó la señora justicia ¡Pendejos! Luego de un rato los vecinos desaparecieron de sus ventanas y la noche siguió su curso, al igual que el Naufragio nos inundó como río desbordado los órganos de alcohol. La flojera se mudó a mis glúteos, los sentía muy pesados, se resistían a cualquier movimiento que no dependiera de mi vida. Después de todo están en el punto medio de mi cerebro y mis piernas (aprox.) supongo que en algo deben de influir. En eso Rimbombardo nos llamó.

-Güey, no mames vengan-

- ¿Qué? –

- Vengan –

Como dije, no me quería mover.

- No mames, hay una vieja loca –

Se escuchaba prometedor así que haciendo las paces con mis nalgas conseguí llegar hasta el borde de la azotea donde mi amigo espiaba a la loca.

- Se parece un chingo a la mamá del Pitirijas –

- Bien cabrón güey –

Asomándonos por el resquicio de la azotea, mirábamos el patio del edificio de enfrente, el cual daba a un pequeño cuartito; el ángulo sólo dejaba mirar una cama iluminada por luz leve y amarillenta, sobre la cama reposaba una señora gorda de unos 60 años vestida con un camisón blanco. La doña daba vueltas muy rápidamente a las hojas de una vieja y arrugada biblia que sostenía sobre su mano derecha. Repentinamente se levantaba de la cama para adentrarse a una parte que no podíamos observar. Con lo poco que se veía notábamos que el cuarto entero estaba inmerso en un psicótico caos; cosas regadas sobre un suelo sucio y polvoso, bisutería y ropa cochina cubrían una máquina de coser justo al lado de la cama. La señora nos dirigió un rápido vistazo, luego, como si se hubiera acelerado el tiempo comenzó a moverse más rápido, se recostaba, daba vuelta a las páginas de la biblia, desaparecía en su cuarto, regresaba y con la mano izquierda se tocaba la vagina, de abajo hacia arriba, luego daba más vueltas a las hojas, se paraba, desaparecía, regresaba, se tocaba. El autoerotismo duraba poco, sólo unos talloncitos, luego desaparecía, regresaba y comenzaba su ciclo más y más rápido, una y otra vez.

- No mames pinche vieja loca –

- Güey, hay que escalar hasta donde vive y matarla -

- No mames Cahuamo, no digas mamadas –

- Voy a tomarle una foto –

Fui por mi cámara, y al regresar la loca había desaparecido, nunca más la volvimos a ver. Esa noche, soñé con la puerta de mi casa, soñé que debía sostener el inmenso peso de un fuerte viento que se había desatado

miércoles, 13 de julio de 2011

ROCKSTAR

Conocí a Jaime en secundaria. Él se sentaba unos tres asientos atrás de mí, asientos que por lo regular permanecían vacios, a mí, siendo una de las llamadas “chicas populares” me llamaba la atención la forma en la que él se esforzaba por pasar inadvertido durante todas las clases, no hablaba con nadie, cuando había cambio de clase, y el salón se quedaba sin supervisión adulta, él (a diferencia del resto de los hombres) permanecía en su lugar: dibujando y/o escribiendo, sacaba su walkman y oía música, aislado de todos. Regularmente era fuertemente golpeado o insultado por varios del salón, era el barco. Fue así durante casi todo el primer año de secundaria, hasta que un buen día, el más gandalla del salón lo empezó a joder, no me enteré bien del porqué, creo que le había arrebatado un cassette o algo así; yo observaba la acción a varios metros, sólo me acerqué cuando el pleito se hizo escandaloso y a decir verdad un poco asustada. La cara de Jaime se puso muy roja, ante la impotencia, me percaté de que sus pupilas se ocultaron en el parpado, sus ojos se veían de un blanco demente, no pudo soportarlo más y le dio al brabucón una trompada con todas sus fuerzas mientras gritaba: “¡Vete a la verga!” cayó con una explosión de sangre en el rostro, Jaime se abalanzó sobre él dándole una lluvia de puñetazos en la cara y gritando y llorando: “¡Muérete puto, Muérete!” sólo dejo de golpear cuando el prefecto se percató de los gritos y lo separó del cuerpo inconsciente. El gandalla resultó con la nariz rota, Jaime fue suspendido por tres días, le fue permitido reingresar porque las trabajadoras sociales del plantel estaban enteradas de que era constante víctima de Bullyng como ahora lo conocen, desde ese día todos dejaron de molestar a Jaime. Empecé a hablar con Jaime, realmente me atraía tanto enajenamiento,  en las primeras pláticas que mantuvimos se mostraba increíblemente nervioso, tartamudeaba, tiraba sus plumas y lápices accidentalmente, respiraba con agitación, sudaba; tanta timidez me resultaba particularmente linda y a decir verdad era guapo, exageradamente flaco pero era muy guapo, me enamoré. Pasaba demasiado tiempo con él, al notar esto mis amigas dejaron de hablarme al igual que todos los muchachos que me pretendían, era lógico al empezar a hablar con el más perdedor de la escuela me volvería la más perdedora, no me importó. Jaime me enseñó mucha música, buena música, antes de conocerlo, era la clásica niña fresa que no oía más que a Britney Spears, N’Sync y los Backstreet Boys. Me gustó mucho su música, constantemente me grababa cintas con sus canciones favoritas, me daba un cassette cada dos semanas: el primero que me dió aún lo conservo, lo conservo especialmente a pesar de que estamos en la época del MP3 y la calidad sea mala, aún me gusta escucharlo en esa grabadora vieja que tengo, me parece indispensable para comprender el posterior comportamiento psicológico de Jaime transcribir la playlist de ese cassette:

Lado A
1.-Also Sprach Zarathustra (Introduction)- Richard Strauss
2.- Zero – The Smashing Pumpkins
3.- Stockholm – Django Reinhardt
4.-Bird´s Nest - Charlie Parker
5.- Death Certificate- Carcass
6.- Elephant Talk- King Crimson
7.- The Long and Winding Road- The Beatles
8.- I Stared a Joke – Faith No More

Lado B
 9.- Opinion–Nirvana
10.- Heart Of Glass – Blondie
11.- Necrophobic – Slayer
12.- Funiculi Funicula – Luigi Denza (Luciano Pavarotti)
13.- Veridis Quo- Daft Punk
14.- Black Sunshine – White Zombie
15.- La Luna Siempre Es Muy Linda – Victor Jara
16.- Happy Together –The Turtles
17.- Misas Negras – Asesino


Ciertamente  adoro esa compilación, por fin estaba escuchando algo de música bien hecha, entré completamente en el mundo de Jaime; Una ocasión, mientras platicábamos en nuestros asientos como de costumbre, el fue rápido al baño, no pude aguantar la curiosidad y eche un vistazo a su cuaderno de notas; No tenía nada de los apuntes vistos en clase, absolutamente nada, estaba repleto de dibujos, dibujos de bandas tocando o de gente tocando la guitarra, también descifré un poco de lo que parecía ser poesía, frases inconexa en los bordes del margen o simplemente estampándose por sobre los dibujos, poesía que hablaba de diversos tipos de queso, poesía que hablaba de juegos de Supernintendo, poesía sobre suicidio, poesía que hablaba de amor, parece que era sobre mí, encontré un acróstico realmente ridículo y cursi tengo que aceptarlo, las primeras letras de cada verso formaban un SAMANTA (mi nombre). En ese momento entró corriendo al salón, me gritó: “¡Qué mierda haces con mis pinches cosas!” y me arrebató su cuaderno violentamente, “¡No quiero que vuelvas a ver mis pinches cosas en tu pinche vida!” Todo el salón se quedó en silencio, asustados, yo también me asusté y rompí en llanto, el se sentó furioso y colorado, no nos hablamos en todo el día. A la salida, me alcanzó, me pidió disculpas, me compró una bolsa de papas con limón, sal y salsa Valentina y me pidió que fuera su novia, yo, lógicamente acepté.   

Nuestra relación comenzó bien. Rápidamente lo amé. Era un chico muy tierno y sensible, pese a sus improbables ataques de ira, sólo cuando realmente se encabronaba gritaba e insultaba; se transformaba completamente, nunca me golpeó. Aprendió a tocar el teclado, tenía un Casio heredado de algún familiar en estado deplorable, aprendió a tocarlo muy bien, tenía un talento especial, no necesitó clases, entendía la música, la podía descifrar. Muy pronto logró componer sus propias canciones, melodías muy hermosas a decir verdad, muchas baladas que bien podían ser atribuidas a Lennon. Sus letras eran tontas, no tenían significado ni coherencia, canciones sobre carritos, sobre fiestas, canciones de amor para mí, igual de ridículas y chuscas que sus poemas, cuando me cantaba tenía que esforzarme para no estallar en risa y herir sus sentimientos, prefería concentrarme en las bellas armonías que el teclado producía, debería dejar de escribir letras y dedicarse por completo a lo instrumental. En la prepa se juntó con algunos amigos y formó una banda, aprendió a tocar rápidamente la guitarra y reemplazó el teclado por una Fender Squier de segunda.  Compuso canciones más violentas, no dejaba lo melódico, en su repertorio prevalecieron esas bonitas canciones compuestas para piano, el fue vocalista y guitarrista/tecladista de la banda que bautizó como “Spleen en D.F.” El grupo era realmente bueno, habrá que admitirlo, Comenzaron las presentaciones en pequeños bares y en festivales escolares. Jaime no podía actuar debidamente, lo paralizaba el pánico escénico, al dar inicio a cualquier show, temblaba, tropezaba con los cables, perdía las notas y acordes, la voz se le cortaba y salía dudosa y temerosa, era de completa pena ajena, tenía que pasar la mayor parte del tiempo dando la espalda al público, cuando por la tercera o cuarta canción su miedo se disolvía, daba conciertos hermosos, muy apasionados. Para combatir efectivamente su pánico escénico, una amiga en común le consiguió un medicamento tranquilizante llamado Diazepam, ella podía suministrarle (venderle) dosis sin problemas; trabajaba en un consultorio psiquiátrico y no le era difícil apoderarse de cuanta droga quisiera. El Diazepam ayudó considerablemente a sus presentaciones, sin embargo, su bipolaridad seguía presente; A veces a mitad de una canción en un show cualquiera, se detenía y comenzaba a gritar, se revolcaba por los suelos, agredía al público, o simplemente paraba la música y lloraba sin razón, dando por terminado el espectáculo tras 2 canciones. Su vida personal era igual, en ocasiones, a altas horas de la noche, la madre de Jaime me hablaba, me decía que era urgente mi presencia, cuando llegaba a su casa solía encontrar a Jaime, sentado en el borde de la azotea llorando, este panorama cambiaba pero las constantes azotea y  lágrimas permanecían, a veces tenía las manos sangrientas tras haber golpeado algún vidrio, a veces estaba completamente borracho, a veces no llevaba playera y tenía cortadas en el pecho, a veces se mecía en cuclillas con su Walkman puesto a todo volumen. En cuanto yo llegaba se abalanzaba a mis brazos; lloraba hasta desahogarse (Nunca me comentó el porqué de esos ataques de tristeza, ni yo pregunté, era incomodo) y se tranquilizaba y bajaba como si nada, a veces hasta riendo, se disculpaba y se iba a dormir. Fue en ese concurso de bandas donde su vida cambió, dieron una actuación regular, rayando en lo mediocre, Jaime se frustró y en la última canción reventó su guitarra contra el piso, perdieron la competencia. Sin embargo, un productor musical, por azares del destino se encontraba bebiendo en el local esa noche, le gustó la actuación de “Spleen en D.F.” y los fichó. Firmaron por dos álbumes en una reconocida disquera Indie, las grabaciones fueron buenas: todas las canciones escritas por Jaime, el disco salió y fue un éxito (tratándose de una banda Indie) los sencillos rotaban constantemente en radios por Internet y en una que otra emisora de Rock Alternativo, Jaime se volvió alcohólico, ganaba lo suficiente como para dejar el primer año de carrera y dedicarse de tiempo completo a escribir canciones y a beber. Nuestra relación se desplomó, lo admito, me invadieron los celos, los celos de saberlo un Rockstar, de saberlo poseedor de cualquier mujer que deseara,  me fue infiel, lo supe, él me lo dijo arrepentido en una borrachera. Nos dejamos, me deprimí, la puta fama me había arrebatado al amor de mi vida, durante los siguientes 8 meses hice cosas de las que hasta hoy me arrepiento, me volví una completa ramera (en sentido figurado, no cobraba, ¡ji, ji!) me acostaba con cuantos hombres podía, tenía noviazgos que duraban a lo mucho 1 mes, también me hice alcohólica; cada vez que prendía la radio o la T.V. y pasaban un video o canción de “Spleen en D.F.”  La tristeza me devoraba, una angustia de sopa espesa, la ansiedad atornillada en la boca del estómago: i-rre-mo-vi-ble, una desesperación de aventarme-por-la-ventana, oía la voz de Jaime, cantándome, cantándome a mí, (y realmente era a mí, esas canciones eran sobre mí) Llenaba mi vacio con sexo y licor.  No pude soportarlo más, sí, lo pinche necesitaba. Así que fui a uno de sus shows en un bar de la Condesa, al verme se alegró, me dedicó todo el set. Se fue conmigo, me llevó al departamento que recién había adquirido prerrogativa de la fama. Hablamos toda la noche, hicimos el amor, no había hecho el amor tan dulcemente como esa noche; estos 8 meses de libertinaje habían estado empapados de sexo vacio, sexo crudo, sexo barato y horrible; Este hombre me hizo sentir especial, era tan tierno, tan precavido, preocupado por mí más que por él, diciéndome en cada momento cuánto le importaba, elevándome a la altura de una Diosa con sólo sus caricias, me obligaba a sentirme el ser más importante de la creación con sólo sus besos, me concentré en el sentido del tacto y del sabor, sintiendo sus caricias; sintiendo su sabor: reencontrándome en el paraíso, aquí pertenezco. Cuando haces el amor después de tanto tiempo de sexo frío y para nada emotivo, te das cuenta de la belleza y la espiritualidad del amor: simplemente es mágico, y sobre todo su importancia: una vida exenta de amor es una vida exenta de música. Cuando acabamos de hacerlo lloré de alegría (la primera vez que me pasa)
Por ese entonces me di cuenta de algo catastrófico, estaba atrasada, esa noche en que me liberé de la perdición con el amor de Jaime. Caí en cuenta de que llevaba un mes entero de retraso. Al llegar a casa al día siguiente, compré una prueba de embarazo. Y sí, positiva, esperaba al hijo de (a decir verdad) no-sé-de-quién, el amor se me cerraba. Regresé con Jaime, ocultando mi secreto, claro.  Jaime había cambiado mucho en estos meses, su mirada siempre estaba perdida, bebía a todas horas, se volvió antisocial, hasta conmigo: antes nos veíamos casi a diario, sin que esto lo hostigara en lo más mínimo, ahora sólo soportaba verme una o dos veces a la semana. La pasaba ,si no tenía compromisos con la banda, encerrado en su depa  bebiendo y escuchando música a todo volumen. Era raro, de ser un muchacho muy platicador conmigo, se hizo silencioso y quizá calculador, cuando nos veíamos apenas intercambiaba frases, me dejaba a mí hacer toda la charla. Llegó su gran noche, fue contratado para tocar en una entrega de premios de una cadena televisiva musical; también tenía 7 nominaciones. Antes del show se embriagó, tomó Diazepam para calmar los nervios,  había recibido hasta antes de su presentación ya 3 premios: Artista Revelación, Mejor Canción de Metal, y Mejor Grupo Alternativo. Jaime no había subido a recibir ninguno de éstos, sólo los demás miembros de la banda, él la pasó en el backstage bebiendo solo. Al momento de su presentación musical salió al escenario con el pantalón orinado y la playera llena de vómito, completamente desconcertado. Comenzó a tocar los acordes iniciales de su más exitoso sencillo y se detuvo: Se paró en frente del micrófono y gutureó versos indescifrables mientras tocaba acordes inconexos y erráticos, se revolcó por el suelo, llorando y lanzó su guitarra contra el baterista, hiriéndolo, se lanzó del escenario hacía las gradas y repartió golpes y patadas a diversas celebridades Pop que se encontraban en la entrega. Seguridad lo tranquilizó con descargas eléctricas de una Táser. Se convulsionó y se desmayó, fue trasladado a urgencias médicas por una sobredosis, permaneció 2 semanas en coma. Cuando despertó, un psiquiatra lo atendió diagnosticándole Síndrome de Asperger, este trastorno psicológico lo imposibilita para volver a tocar en público, podrá dedicarse a componer y grabar, pero el doctor fue muy específico en el punto: Nada de giras. Supongo que se animará cuando le dé la buena nueva de que vamos a ser papás. Ah, y también que su Álbum alcanzó el platino, justamente el día después de la presentación en los premios. 

martes, 5 de julio de 2011

LA ENAMORABLE


A nadie en particular
(A todas en general)
I
Me urges, epidérmicamente hablando.
Quiero ser urticaria.
 Una pápula reptando por tu cuerpo,
 inundándolo y deformándolo,
deleitándome en tu novata textura.
 Escurrirme a tu interior,
 en mi más purulento exilio.
 Tienes el don de enamorar,
 quiero ser una pústula,
 nutrirme de tu rostro, de tu rostro de ángel,
 ser segregado por tu tersa piel,
 segrégame en forma de tripas y pus de tu bella cara,

¡oh, vida!  Besémonos,
 démonos todos estos besos gingivíticos,
 mezclando ADN, escupe al interior de mi boca,
 enamórame a tu manera, como sólo tú sabes.
 Dejemos que nuestra piel se retroalimente,
 amplificándose e intensificándose…
dilatándose pues.
 Dejemos la habitación impregnada
 de básicas funciones exotérmicas,
 de flirteo.

Deja que la manguerita circule mi brazo,
 átala con fuerza, vida;
 exubera mi vena, siéntela, siénteme,
 ¡víveme chingá!
¡ámame, no pierdas tu tiempo!
 Inyéctame, comparte tu heroína,
 pero aguarda, es mi primera vez, rebaja la dosis,
 degrádala con tus caricias y un vaso de leche tibia
(si no es mucha molestia)

 Y nos mudamos al instante eterno,
 residimos en las estrellas, bella.
 El complejo de apartamentos metafísicos,
 con vista al mar, al mar de destellos,
 al mar de tu mirada, al mar de ti,
 yo nado después de cenar y me ahogo a diario,
 tú -muy acomedida-
 me resucitas con respiración de boca a pulmón:
 abres mi pecho,
 rompes tres o cuatro costillas,
 y pegas tus carnosos labios a mi pulmón y soplas.
 Soplas y soplas
 y mi pulmón se infla como condón gratuito,
y besas mi pulmón, lo besas de lengüita.

 Renacemos en el otro,
 el diario renacer de cada segundo en ti.
 Tú ¿lo puedes sentir también?
Es ideal ¿no crees?
Me alimento de tu calostro,
 me hace sano y fuerte,
tú administras mi higiene,
 creo que me siento feliz y Grunge.

II


Y te conozco y platicamos y jugamos y bailamos y me declaro y nos besamos  y me rechazas y me enamoro y me alegro y más Grunge y me cocinas y me alejo de la poesía y me voy de la música y me acaricias y me concentro en ti y nos abrazamos y te amo y te conquisto y me lavas y me atiborro y te repugno y me abrazas y te cojo y te amo y te rompo y te cambio y me circuncidas [Nota del escritor: con tus besos por supuesto] y te amo y nos desmantelamos  y te asalto y te masturbas  y  te infecto y me regalas y me mimetizo y te espero y  te amo y me conjugas y te amo y me enjugo y te amo y te embarazo y  te amo y te exprimo y te amo y me chupas y te amo y me golpeas y te amo y te deseo y te amo y me castigas y te amo y me dejas  y te amo y escuchamos un poco de Tool.  

III

Soy yo, el temible Conde Crápula.
Te vigilo, sigiloso, acuoso y ligero.
 Espero tu sacrosanta hora de sueño,
 me cuelo por tu ventana,
 me instalo en tus desvelos,
 transparente.

Tu dormir de zapato mojado,
 tu respiración, serenata al beat de tu yugular,
 bombeando vitaminas y corazonadas.
 Eres suave, amor;
  suave como el sándwich de atún.
 Tu respiración fomenta mi Amok.
Y me urges en serio, te deseo,
 sé mía, sé de todos y no mía,
 sé mí mismo, guapa.

  Tú eres la Enamorable,
 te contemplo dormir,
ensimismado en tu delgado cuello,
 lo beso,
 presentándote el hedor de mis labios,
 el hedor a vino barato,
 marihuana quemada y pasión.
 Mis incisivos inician una incisión insalubre.
 Te absorbo te abstraigo te bebo.

 Te contaminé, me perteneces,
 te declaro encadenadamente libre.
 En este aplazamiento sentimental,
 mis emociones se refugian en el interior de mi cirrosis,
 esperando tus ojos, esperándote,
 con mis testículos de Alka-Seltzer y vinagre,
 Para ofrendarte todas mis células amarillentas de amor.

 Tu elegancia mamaria,
 senos dotados de la virtud de la hermosura,
 mis tendones sudorosos degustándolos,
 mientras las lenguas se conmutan de boca.
 Y me veo en ti,
 y te desgasto con caricias,
 erosiono tu cuerpo-deidad  con mi querer de blasfemia,
y compartimos un collage de nuestras esperanzas y besos.
Te requiero formalmente,
vuélvete mi antítesis
 ¿Deberíamos hacer el amor,
 y terminar de una buena vez con tan fútil postergación carnal, linda?


IV
(Huidobro-Rimbaud Cut-Up)


Mujer el mundo está de hojalata, una cabeza
Se hace más alto el castaño fuertemente acogollado
La tierra se prolonga, emerge, lenta y torpe
Y el aire se prolonga bastante mal remendados;

Al irte dejas una gris, los grandes omoplatos
Dejas caer tus luces como espalda corta que entra y sale
Mientras te sigue mi canto los riñones parecen tomar vuelo
Como una serpiente fiel y la piel aparece en hojas lisas;

Y tú vuelves la cabeza un poco rojo, y el conjunto tiene un gusto
¿Qué combate se libra horrible; aparecen sobre todo
Esas lanzas de luz se tendrían que ver con lupa…

Reflejo de armaduras palabras grabadas: “Clara Venus”;
¿Qué estrella sanguinaria tiende su gran grupa
Quiere ceder por una ulcera en el ano. 


V


¿Ya? ¿tanto tiempo sin hacer el amor?
 monógamo con mi epicureísmo
bebe mi honestidad de cinismo
yo ¿prometo dejar de beber licor?

En fin, idiotízame, me resigno
 Soy tuyo, mi disposición eterna;
ámame y  ampútame la pierna.
El amor, bello enemigo digno.

Y te quedas en mí, impregnada;
vivo la tristeza de mil Kurt Cobains.
Admito, eres sutil, como hada

Una rima Ein: como Saddam Hussein
amor formal, brusco como la nada
amor como letra de Alice In Chains