jueves, 18 de octubre de 2012

SUEÑO LÚCIDO



Estás encapsulada en mi santuario,
Donde el tiempo se trasgrede a sí mismo,
Se disuelve en espasmos entrecortados
De epiléptico trastornado.
Destellas tanta seducción y realidad
Como el anhelo de trascender
O como los prefijos tras en estos versos.

Te apuestas en mis esperanzas
Como mediocre asesina a sueldo.
No aferres tus uñas esmaltadas a lo imposible,
Esta noche eres la reflexión de mis fantasías,
Conocerás mi delicada violencia
Y mi pueril onanismo onírico,
¡Oh! Dulce y sensual extraña.

Nos introducimos en el preludio carnal,
Somos dos personajes impacientes
En el teatro de la lujuria;
Sólo el tacto y el gusto nos dirigen.
Invertimos las consonantes del sueño lúcido
Con el deseo de volverlo lúdico

Estamos exentos de peaje
En las autopistas del placer,
Me arrastro millas en tu fino cuerpo
Me cortejas con tus suspiros de Jazz suave
Mientras te ofrendo esta humilde y  tierna violación
Al son de la absenta y el bondage.



miércoles, 10 de octubre de 2012

ELLA REGRESÓ



Llegaste en el momento menos esperado,
Como bala perdida al cerebro de un bebé.
Me raptaste de mi burbuja de  júbilo,
Sin dejarme pelear
¿Qué más quieres de mí?
¿No te es suficiente todo el daño que ya me has hecho?
No te puedo rehusar por más que intente,
Y lo aprovechas, celosa amante.
Eres la incómoda cómplice de mis insomnios.
Te atribuyes mi ser, sin contrato alguno,
Carcomes mi pecho cual rata sádica,
Me cedes las náuseas de los enamorados,
Las mariposas se desgarran las gargantas,
Sus lúgubres aullidos emanan de mi estómago,
Trastornan mis breves sonrisas.
Te sabes parte de mi organismo,
Como la bilis del bebedor
Me postro ante ti
¡Esclavízame! ¡Ulcérame a tu antojo!
Nunca me independizaré;
Eres igual a las infecciones venéreas,
Siempre te atesoraré con recelo.
El rito se cumplirá una vez más,
Soy súbdito de tus caprichos,
Conozco las reglas de tu juego:
Sepultar mis placeres masoquistas.
¿Una noche de crápula?
Ni lo pienses.
La emergencia de un cigarro me repugna.
¿De qué te sirve este raquítico ser?
¿De qué te sirve este hombre de ojos opacos?
De anhelos agónicos,
De brutal conformismo.
¡Niña malcriada!
Sólo podré disipar la melancolía con potentes fármacos,
Mientras representamos nuestras antiguas veladas:
Cuando era un manso chasís
A la orden de tus descabelladas codicias
Y sumiso al compás de tu efectivo látigo
Despertando en auroras de ano sangrante…
Bienvenida a casa,
Puta gastritis.
No debí haber comido esos tacos.

jueves, 4 de octubre de 2012

PAPÁ ESTÁ MUERTO



No recuerdo con exactitud el momento en el que recibí la noticia, era como esas veces en que despiertas sobresaltado de un profundo sueño en un lugar ajeno y te toma unos segundos recapitular el por qué de tu extraña estancia. Más que tristeza, un profundo pánico infestó mi ser, la adrenalina corría furiosa por mis venas acuartelándose en mi cabeza, en ese momento no había nada, cualquier vislumbre de pensamiento coherente se esfumó de mí, entré en una especie de estado vegetal, podía respirar y continuar con todas mis funciones biológicas mecánicamente, inclusive podía caminar y proseguir con la lúgubre llamada telefónica. Cuando retomé la conciencia completamente me encontraba vomitando en un arbusto, mientras el sudor empapaba todo mi cabello como si hubiera recibido un balde de agua helada.
Soy de esas personas que no temen a la muerte, lo intuyo tan natural como el nacimiento mismo, no tengo ninguna explicación mística ni religiosa para entenderla, eso se me hace un tanto cobarde. Estoy plenamente convencido de que la razón humana es un simple accidente aleatorio, un dossier de compuestos químicos reaccionando según sus reglas y caprichos. Soy de esas personas insensibles a la muerte, de aquellos que hacen mofa de las enfermedades  por más contundentes que éstas sean. Muerte, tu cerebro se enfría, se coagula, se descompone, no hay nada, no hay paraíso, no hay reencarnación, sólo te conviertes gradualmente en un pila de mierda de gusanos, con la carcasa hinchada y verduzca, con cualquier capacidad perceptiva deshabilitada y por suerte también las terminaciones nerviosas y las neurosis que provocan dolor. Soy de los pocos que van con ese seguro, continuo y progresivo paso hacia la senda de la perdición, sin vacilar ni un solo segundo.
Papá tuvo una muerte preciosa, un infarto. No vivió el infierno que yo me estoy agendando, una lenta caída a un abismo de enfermedades dolorosas, de órganos que se rehúsan a seguir trabajando, de infecciones internas, de carne pudriéndose en vida propia, de tubos conectados a todo el cuerpo, de funciones cerebrales muertas, de una interminable agonía comatosa por culpa de una familia con creencias ridículas, que prefieren obsequiarme una vida de mentira enclaustrado en una cama de clínica barata con el olor de mi orina acompañándome a optar por la reconfortante, elegante y digna muerte inducida por una intravenosa de potentes fármacos, o por lo menos del cálido beso de la bala en la frente. Papá tuvo una muerte preciosa.
Estoy en el funeral, todos lloran, un tumulto de extraños para mí, al parecer mi papá era un hombre muy querido un montonal de familiares y compañeros de trabajo que apenas reconozco de vista. Es un poco incomodo estar rodeado por la nueva familia de papá, mi hermana, mi hermano y yo nos quedamos en el rincón más apartado y oscuro, mamá prefirió quedarse en casa a velarlo por su cuenta, estaba devastada e histérica pese a tener 20 años de divorciados. Mis hermanos, al igual que todos en la estancia, lloran, mi hermana grita desconsolada mi hermano deja caer un chisguete de lágrimas mientras sorbe los mocos y da un suspiro ocasional; yo sigo en shock, no es la muerte lo que me molesta, me sentía plenamente preparado a aceptar el deceso de uno de mis padres gradualmente, viendo como la salud se deterioraba, viendo como el ciclo se cumplía descarnadamente, poder tener al viejo en su lecho, escuchar sus últimas palabras, sostener su mano hasta el final, guardar mis angustias y estar ahí dando todo el apoyo moral, decirle que la muerte es algo hermoso y necesario, que no hay nada que temer, que todo estará bien …Pero no, la caprichosa muerte lo arrebato, lo cual fue lo mejor para él, se quedó en un apacible sueño, sin tener que dar la cara al dolor de dejar a los seres queridos, es lo único que no deja a uno morir en paz, el saber que los demás se quedan, que les arruinaste la semana o el mes, que estarán tristeando cada vez que lleguen las navidades o tus cumpleaños. ¡Qué bueno que papá se ahorró todo ese teatrito de sentirte culpable por el hecho de cumplir una regla inalterable de la vida misma! Es por eso que no lloro, lo quise, a mi manera, él me quiso, a la suya, y ambos lo sabíamos, incluso me atrevo a decir que yo era su favorito, incluso más que la hija de su nueva mujer. Él me entendía y yo a él sin la necesidad siquiera de cruzar palabras, simplemente no teníamos casi nada en común, el era un ferviente amante del futbol y de los autos, a mí me gustaba la literatura y la filosofía, quizá lo único que nos unía era la música de rock & roll. Siempre me apoyó ya fuera llevándome a conciertos o comprándome instrumentos y amplificadores, era un buen hombre, nos quisimos a nuestra manera.
Todos se me quedan viendo raro, preguntándose si yo soy su hijo, y después tachándome de un puto monstruo sin sentimientos por el hecho de no haber soltado una lágrima en toda la noche, me hacen sentir incomodo, como un personaje de Albert Camus. ¡A la verga! No tengo que darle explicaciones a nadie, a nadie le gustaría quedarse pensando en que las personas van a sufrir una vez después de su muerte. Me dirijo sin pronunciar palabra hacia la mesa donde sirven café y brandis, me decido por éste último y me despacho una botella para mí solo mientras los Delicados con filtro se prenden con la colilla del anterior sin cesar.
Casi amanece, faltan 10 minutos para las 5:00 a.m. pido al resto de los veladores que se retiren, que deseo estar unos minutos a solas con mi padre, nadie cuestiona mi deseo. En cuanto la última persona deja la habitación por la puerta principal, abro el féretro, saco el cadáver y lo cargo sobre mi hombro, reviso la mesa y encuentro las llaves del Mustang 98 de mi papá, salgo por la puerta trasera de la funeraria, subo el cuerpo en el asiento del copiloto del auto, lo aseguro bien echando el respaldo en un ángulo abierto y abrochando potentemente el cinturón de seguridad y me lanzo a toda velocidad a la carretera con dirección a Morelia.
Después de una media hora mi teléfono no deja de sonar, obviamente están desesperados por mi papá e imaginándose qué locura debí de haber hecho, no tengo que darle explicaciones a nadie, tengo la misión cuidadosamente insertada en la mente, me deshago del celular lanzándolo por la ventana. Papá se ve muy tranquilo, la apacibilidad del sueño, uno no se daría cuenta que está muerto, salvo por una breve palidez en su rostro, pero bajo la tenue luz del alba, se ve tan relajado, incluso sus labios están formando una sonrisa, creo que se da cuenta de mi quehacer  y lo hace llenarse de una inexplicable satisfacción postmortem. Le acaricio con ternura la frente mientras conduzco lleno de júbilo.
A mitad del camino, un inmenso sueño me arrebata, recuerdo que estoy completamente ebrio tras haberme bebido botella y media de Bacardí en los servicios, me enfilo hacia una gasolinera para recargar combustible y comprarme algo de comer para aligerar la borrachera. No habrá problema, cubro el cuerpo de mi papá con una manta que por suerte encontré en el asiento trasero, dejando su rostro libre y con la  plena certeza de que quien lo vea lo tomará por dormido. Compro un sándwich de pavo en el OXXO de la estación y 3 Red Bulls para aguantar el viaje, a la salida me topo con una bolita de camioneros que beben cerveza; recordando viejos mitos sobre esas paradas de camioneros me acerco a uno de ellos y le pregunto por píldoras estimulantes, después de un rato de vacilar sobre si era policía o no, me ofrecen su mercancía, tomo una fuerte píldora y también les compro una pequeña pero generosa dosis de ácido lisérgico, lo consumo combinado de una vez y reanudo mi viaje.
La droga hizo efecto, ni siquiera tuve que tomar el Red Bull, bueno, sólo lo tomo para mitigar la sed de la naciente resaca. Voy conduciendo muy rápido, la autopista está completamente libre, como se encuentra un miércoles a las 5 y cacho de la mañana, voy como a 210 por hora, es un día de verano y la brisa que entra por una tímida apertura que dejé en el vidrio es realmente refrescante. Para hacer el viaje más reconfortante pongo un poco de música conectando mi iPod al estéreo.
-¿Qué quieres escuchar papá?
-Lo que quieras hijo.
-¿Unos Creedence estaría bien?
-Sí, ponlos.
-Estuvo bien poca madre cuando me llevaste a ver a John Fogerty, fue de los mejores conciertos de mi vida, gracias.
-No, de qué viejo … ¿Por qué haces esto?
-¿Qué?
-No te hagas. Sabes que no es necesario.
-Sí, lo sé. Tú ya no entiendes qué pasa. Pero tengo que hacerlo, es mi deber. Te hice esta promesa desde que era un niño. Y sé cuánto te importa.
-Pero te vas a meter en un pedote, lo hubieras hecho con calma, al día siguiente y con el consentimiento de todos.
-no, tenía que hacerlo de ésta forma, era la única manera… ¿Crees que me iban a dejar traerte de copiloto? Además también dame el gusto, es la última vez que tenemos para platicar, estar tranquilos, escuchar unas rolitas… es más.
-¿Por qué te detienes aquí?
-Espérame.
Me detengo en otra tienda de autoservicio y compro una caja de cerveza helada.
-Ahora sí, ¡¡¡váaaamonos!!!
-Pues qué más queda, a echar la última chela.
-¡Salud, papá!
-¡salud, viejo!
-Viejo, la policía nos va a estar buscando.
-No, no creo, no recuerdas que para no tener pedos con éste carro y cosas de pensiones e investigaciones lo pusiste a mi nombre, legalmente es mío, no pueden poner reporte de robo. Tranquilo, pa. De todas formas el pedo va a ser conmigo, a ti ya qué te pueden hacer.
-¡Eres un chingonazo, viejo!
-Sabes, papá. Siempre pensé que cuando este momento llegara me iba a sentir bien culero, como de que: mi papá se fue, nunca lo volveré a ver, nunca le dije todo lo que sentía, que le estaba muy agradecido por todo lo que hizo por mí, que nunca lo abracé en vida y todas esas cosas, pero no. Me siento muy tranquilo, creo que somos muy iguales, ambos somos muy fríos y crudos, no nos importan esas torpes cursilerías de expresar cariño ni nada, y aún así sabemos cuánto nos queremos. Creo que lo heredé de ti y me gusta, encajono todos mis anhelos y nostalgias y no me importa, después las saco en una canción o un poema y ya, somos iguales, tenemos este chasis de acero y por dentro somos sensibles y tan o más humanos incluso que todos esos ridículos llorones, afectuosos y maricas. Ellos sólo son poses, necesitados de la apreciación de los demás. Nosotros no necesitamos que nos enaltezcan, somos reales y completamente desinteresados. Incluso, cuando íbamos en tu carro y no teníamos nada de qué hablar por hasta una hora, yo me sentía tranquilo, pues simplemente tenemos poco en común en la superficie, pero ahora entiendo de donde viene mi apasionante gusto por la soledad, gracias, heredé de ti todas las virtudes que me han hecho grande, las que más me enorgullecen, las qué me han hecho el hombre que soy. Si me siento culpable por algo es por haberte odiado tanto tiempo durante mi infancia, tú sabes, el divorcio con mi mamá y eso. Me sentí completamente rechazado, creí que me odiabas, que era la peor basura del mundo y ni mi propio padre quería permanecer a mi lado, me sentía cohibido y temeroso todo el tiempo, falto de cariño y de una figura en mi vida. Pero una vez que crecí, me di cuenta de que tú siempre estuviste ahí, ya fuera para pasar diario por mí para llevarme a la escuela, intentándome meter al equipo de futbol sin éxito, llevándome cada semana al tianguis a cambiar los cassettes de Super Nintendo, o apoyando mis más grande sueño de ser músico proveyéndome de instrumentos, nunca me faltó nada económicamente, eres un gran ser humano, muchísimas gracias. Una vez que crecí y comencé a tener novias y enamorarme y toda esa mierda, te entendí, entendí por qué no funcionó lo tuyo con mamá. Abrí los ojos, creo que el divorcio fue lo mejor a vivir una vida con alguien que no amas, con quien vas a estar peleando toda la vida, donde nunca serás feliz. Creo que esa fue la mejor elección que pudiste hacer. Te agradezco otra vez de ante mano todo, y deja que te diga esto de todo corazón: Te quiero un putero, cabrón. ¿Papá? …¿Papá?
-…

Una vez que la droga perdió su efecto, papá regresó a su estado inerte, mientras la radio comenzaba a tocar Have You Ever Seen The Rain de los Creedence.