jueves, 5 de mayo de 2011

NOTA DE SUICIDIO

México D.F.  5 de Mayo del 2011

A quien correspincheponda: 

Por fin llegó el día que había esperado ansiosamente desde que tengo 12 ó 13 años, el día de la liberación total, emancipar mi cuerpo, ya no más por las vías del erotismo, el placer, la irresponsabilidad, la objetivación, los paraísos artificiales (sobre todo irresponsabilidad, esa forma tan peculiarmente mía de hacer que el querer viole amorosamente para descuartizar y meter en bolsas negras de basura los pedazos sangrantes y caducos del deber) Estamos hablando de ¡VERDADERA EMANCIPACIÓN, BABY!
Siempre he estado buscando algo que no sé qué es, pero después de años de planes negados uno se da cuenta que aquí pinche no está ese tan anhelado e insustituible no-sé-qué, soy un hombre muy impulsivo, yo no me ando con mamadas, no me gusta perder el tiempo, me aburre y spleen, soy (era, al momento en que leas esto)el constante inadaptado, el que deja todas sus ambiciones de un momento a otro sin necesidad de una revelación trascendente o demás chantajes utilizados por los otros para justificarse moralmente a ellos mismos, no, no a ellos mismos, para justificarse moralmente con los otros, con esa apestosa plasta de mierda de la que son un mismo ecosistema de moralidad perversa, deteriorada por la llamada virtud. Virtud cuya concepción, más bien es la vicisitud de la alienación y del conformismo a normas incomprensibles pero que les funcionan para seguir con su mentira insensata, de sus “filantropías” con trasfondo de voluntad de poder descarapelada en olor purpureo-negruzco. ¡Ja Ja Ja!  ¿Es qué acaso no son tan pendejamente lindos?
En fin, me busqué un chingo en tantas cosas: en los otros, en proyectos de emancipación social, en el amor, en el arte, en el hedonismo, en la demencia, en positivismo, en religión, en un sinnúmero de filosofías, en psicoanálisis, en optimismo, en el llamado imperativo categórico…e-puto-tc. Pero no, todas esas falsas respuestas sólo procuraban perderme más y más, me alejaban tanto de mi tan anhelado no-sé-qué, bueno, estoy siendo duro, en ocasiones me he logrado encontrar y estar en harmonía total con el universo y la infinitud, sí, ahí me veo, en el nirvana que viene gratis en el fondo de todas las botellas de licor; lastima de lo efímero.
Procuré ser como los otros, pero no los entiendo, me son nauseabundos, siempre previsibles, sus sonrisas y su poder reflejarse en todos, tan claros como un charco de orina transparente. Clon, clon, clon, aspiraciones risibles, su intelectualidad únicamente preocupada por la verdad, el sinsabor de la verdad, dejando a un lado la búsqueda de un no-sé-qué. Siempre fui tan ajeno a los otros, tan superficiales, tan falsos y rigurosos, dispuestos a rechazarme en cuanto me presentaba, su propia inercia, la occidentalidad tatuada, imborrable de su burdo psique positivista. Su miedo tan irracional al no-sé-qué. Buscando sus resultados exactos, su vida planificada a los 14 años, miedo a la desesperación, a las cartas jugadas al azar del destino contra una hemorragia intestinal. Yo creé mis escuditos, simplemente dejé de intentar ser aceptado, acogido en sus filas de felicidad, de recibir sus abrazos hipócritas y palabras de aliento vacías, me corrompí en mi propia celda, me volví uno conmigo mismo, el anhelo de otredad se convirtió en inseguridad, inseguridad de intercambiar la más sencilla y superflua oración: Me llena de sudor y nervios el simple: ¿Me puede dar su hora por favor?, El rechazo ha marcado toda mi vida, toda, desde esos primeros años de rayos de sol, paletitas y arcoíris. He sido el excluido, por todos, inclusive por la familia y esas posibilidades de romance.  Mi carcasa está dura, ya soy un ente impenetrable, estoy incapacitado para sentir sus sentimientos de filantropía o amor, me repugna cualquier puto gesto, son tan jodidamente falsos, sólo en busca de su mutua aprobación, reitero: sus risibles voluntades de poder. Bueno, está bien, no los necesito, mi otredad vive en el hemisferio izquierdo de mi materia gris.
Procuré la felicidad en el arte, comenzó bien: disfrutaba más que nada en esta perra vida colgarme un instrumento y componer, o tocar, o ambas, me sentía en mi muy propio Edén. Pero no, después de años intentándolo vertiendo todos mis fluidos pasionales (adviértase por fluidos pasionales: sangre, sudor, lágrimas y semen) en la objetivación de ondas sonoras, entendí mi carencia de tacto, la sensibilidad que se desmoronó se reflejaba en la completa sinpasión de mis melodías y de la preescuchabilidad en los cambios, un inagotable repertorio de canciones de las que no te dan ganas de poner repeat, o de esas de cuando escuchas el acorde inicial por una inercia inconsciente pulsas el botón que simboliza con dos flechitas el adelanto a la siguiente track, no tengo talento musical y jamás lo tendré, lo entendí. No me rendí, intenté en otra área: la literatura, mis poemas son calcas de Bukowski, pero sin la pasión, y al igual que mi música, en cuanto lees el primer verso  aparece la inercia que te hace cambiar la página. Mi prosa también es aburrida y sin trascendencia, probablemente ya nadie se encuentre leyendo esta parte de la epístola final, todo el que posea tacto sensible para el arte me habrá abandonado tras el primer párrafo. Entonces queda claro que la posibilidad de una llamada obra de arte me está vetada, el arte ya no me llena.      
El hedonismo pareció la respuesta, me dejaba volar, el placer per se era hermoso, y con la incapacidad de vinculación emocional hacía los otros: el dolor, el amor, los celos, el odio, lo taciturno, no figuraban en mis relaciones románticas, y tengo que admitirlo, todas esas cogidas fueron trasuntos de cerveza caliente, el efecto era el mismo después de todo, pero faltaba algo, el disfrute, la salsa del taco. El erotismo se volvió frio y decadente, quizá completamente maquinado y matemático, una simple respuesta a las necesidades fisiológicas, el puro desahogo proporcionado por la dopamina y lo que no estoy seguro sí fue feniletilamina.  No nos volvamos biólogos, el punto es que no estaba ahí tampoco el no-sé-qué.
Pues creo que ya he hecho todo lo que tenía que hacer, viví todo lo que quería vivir, me empedé todo lo que quería empedarme, lo mismo con los paraísos artificiales. Ya leí todas las cosas que me interesaban, al igual que la música, ya escuché toda la que quería. No cogí todo lo qué quería, pero ahorita se soluciona, sólo me falto el regalo de una pelirroja, con mis últimos ahorros me procuré una ramera húngara pelirroja, según decía el anuncio: la falta de pigmentación se extiende al chocho dejándola con un exquisito pubis de fuego. Falta poco, llegará a este hotel, donde me dispongo a abrir mi último Jack Daniel´s, la 45 semiautomática conseguida tras romper la caja fuerte del pendejo de mi padre, está preparándose bajo el colchón, para el gran show de esta noche.     
Mi familia criticará mi egoísmo, no se dan cuenta que ellos son los egoístas al intentar mantenerme en esta vida de vegetal, deslavada por la muerte de pasión; confío en que después de meses de análisis, llegarán a la conclusión de que es lo mejor para mí. Intenté bien cabrón la liberación que proporciona la locura, mí forma de beber era un camino corto, combinada con demás sustancias paradisíacas, pero no, mi pinche hígado se acobardó y falló, sí sigo así nunca alcanzaré a mi bella esposa la demencia, el hígado cesará sus funciones hepáticas obsequiándome una muerte lenta y dolorosa y más importante: sin alcohol. El manicomio por desgracia no es una posibilidad, puto yo y mis putos procesos cognitivos 100% sanos, los odio, tengo la posibilidad de someterme a una cirugía para que extirpen la parte racional de la mema y dejarme loco, pero sería tan puto y falso como los que se hacen un tatuaje dormidos por la anestesia. Entonces la locura no figura lamentablemente en el cuadro de la liberación. Pinche hígado, tú y tus afanes de imitar a Roberto Bolaño.
Todos mis buenos perros me aconsejaron el no ser como emancipación, esos viejos perros sabios: Schopenhauer, Nietzsche, Cioran, Kafka, Sartre, Baudelaire, Hesse. Me mostraron la insignificancia de la vida, me gusta más el no tener percepciones ni actividad onírica, creo que es mi liberación, sin duda mi no-sé-qué. Gracias, amigos. Y que quede claro que no es un puto chantaje a la Manuel Acuña, ¡NO ES UN PUTO CHANTAJE A LA MANUEL MARICA DE MIERDA ACUÑA! Es sólo que llegué a la misma conclusión de Cobain, Van Gogh y Hemingway, no trates de descifrarlo, no entenderás.
Quiero que mi cuerpo sea la primera plana mañana del Gráfico, yo confío en que esos chicos encontrarán un cabeceo divertido para la foto: “Perdió la cabeza” o “Híjoles, este joven se vuela la choya después de cogerse a una húngara”, son unos genios del periodismo, también me vendría bien utilizar esa cabeza como epitafio, es una orden. No quiero nada de actos religiosos, ni ornamentos en mi cripta. Las religiones, sus seguidores, lideres y fundadores, son la mierda entre la mierda, son tan retrasados puto mentales y deberían perecer. Bueno, sí quieren pueden organizarme un funeral satánico, es la misma mierda pero por lo menos sería una ceremonia cargada de comedia… exijo un funeral satánico. Bueno, al parecer mi piruja llegó, le daré muy fuerte por el ano, desquitaré mis $3000. Sigan cotorreando, yo estaré bien chingón, nos vemos en la infinitud amigos, besos, los amo a todos.
Siempre suyo: Lucio Villalobos.

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