lunes, 9 de diciembre de 2013

ÚLTIMA CAJA DE ESTRELLAS

1.
Si tan sólo pudiera poner en orden mi mente,
mis pensamientos cruzarían la tierra para verte.
Nadie te mira en este mundo de vampiros;
nadie te mira como yo te miro.
Cada segundo va registrando cómo me transformo 
en pelos de óxido, nódulos de raíces marchitas y polvo.
Nadie te mira en este mundo de vampiros;
nadie te mira como yo te miro.

Estoy harto de las despidas:
la noche llega chupando mis sueños 
y arrastrándose por el suelo.

Estoy harto de las despedidas.





2.
Una bandada de cuchillos cortó el cielo
y quedó enterrada en mis ojos negros:
las nubes sangraron sobre mi cerebro:
la lluvia otoñal empapó los cauces secos. 

Tragué lágrimas de cristal manchadas
y absorbidas por el sol durante muchos años luz. 
Las luciérnagas anidaban en tu cabello;
mis concertinas rojas bajaban por las escaleras. 

El huracán de tus ojos sollozó largo rato
los cuchillos del verano.





3.
Regresaré a este lugar algún día,
a desenterrar mis huesos de la arcilla.

Aquí dejé uñas, cuerdas, cabellos 
y un colmillo que creí era de un oso viejo.

Sostuve mi mano en el fuego:
quemó todo mi cableaje interno. 

Se escondieron vampiros debajo de mi cama;
negros humos de piel que gentilmente sangraban.

Duermo cada noche con un gato sobre mi pecho:
detiene mi corazón, me roba el aliento. 

Al amanecer los monos se irán volando, 
pero dejarán en mis ojos monedas de un centavo. 





4.
Tú eras mi margarita, 
tú eras mi canción de cuna;
mi madreselva y mi claro de luna.

Tú trajiste el sol hasta que hiciste 
a mis perros desaparecer.

Tú eras mi Tierra Oscura,
el fuego que atraviesa mi columna: 
tus ondas magnéticas me hicieron nacer.
Yo era el que más te amaba,
pero no puedes abrazar a un fantasma. 

Algún dulce día, 
tú serás mía...

Pronto podremos ir a nuestro hogar, 
atravesando el viejo y frío mar. 

Tu amante está en la luna anciana, 
besando los huesos de tus rodillas. 

Todas tus dolencias están curadas:
sé que estás riendo debajo del agua. 

Bebimos whisky como nuestros papás, 
y nacimos para volver a ser arcilla, 
pero mi amor por ti, mi niña,
jamás morirá. 

Algún dulce día, 
tu serás mía...

¿Dónde te metiste?
¿Fuiste al sol o en dónde estás?
¿En cada gota contienes el mar,
o sencillamente te detuviste?

Algún dulce día, 
tu serás mía...





5. 
Puedo ver en tu rostro 
por miles de años;
es como una guerra civil
de dolor y alegría. 

Pero si fueras un caballo, 
te ayudaría con tus cadenas. 
Te cabalgaría por los campos
con tu melena de fuego,
y quizá tu sombra fuera dulce. 
Flotaríamos sobre los lagos, 
donde el sol está hecho de miel.

Atrapo diamantes, te escribo un poema, 
porque nadie aquí podrá salvarte. 
Ella está de regreso en la Tierra,
pero un día estará hecha de plata... 
En mi pecho hay estrellas muertas,
hasta que otra vez te vea. 

Ella nació con las alas de un halcón, 
peina su cabello con sangre;
y quizá su sombra sea dulce.   

Flotaríamos sobre los lagos, 
donde el sol está hecho de miel.

Y quizá tu sombra fuera dulce.





6.
Cada cabello de tu cabeza está contado:
vales cientos de gorriones.

El árbol que plantaste se volvió fecundo,
con tantos colibríes kamikazes.
Alas de cientos de latidos por segundo,
de personas cuyas alas no se distinguen,
con miedo de que nuestros ojos sean atravesados
por sus pequeños picos afilados.

De veras lo lamento:
mi espíritu rara vez está en mi cuerpo;
se la pasa vagando por el desierto,
buscando un buen lugar para conciliar el sueño;
tu cabeza sobre mi tórax, por ejemplo, 
o sintiendo la almohada de tu pecho.





7.
Los caballos empapados
con helado derretido
no escucharon mi aviso;
ahora sus pesados miembros 
terminarán quebrando con su peso
un destino murmurado.

Doctor, doctor, 
por favor...
A mi alrededor, 
en un mar ensangrentado, 
voy profanando cada colmena
y fumándome las abejas.

Tú podrías ser mi amiga. 
Tú podrías ser mi perra. 
Tú podrías ser mi vida. 
Tú podrías ser mi niebla. 

Doctor, doctor, 
por favor...
Las brujas volverán a sus árboles pegajosos;
mientras yo sentiré el sol caer sobre mi rostro. 

Ojalá tuviera 
una cabeza de caballo,
un corazón de tigre 
y una cama de manzana.





8.
Con piedras en mi vestido
y humo en el pelo,
caminé hacia el lago
y dormí durante un rato.

Con peces sobre el vientre
y en lo profundo de mis venas,
aquella luz me robó el aliento
e hizo diamantes con la tormenta.

Soñé que había nacido en una montaña en la luna,
donde nada se pudría ni brotaba nada nuevo...

Soñé que tenía una hija
como un caballo: así de magnífica.





9.
Abrí mis ojos y vi la luz del sol;
toda la noche estuvo afuera, 
para descansar y relajarse.

Me tumbé sobre la hierba
y dejé a los insectos hacer lo que quisieran;
entonces ella cubrió entre sus alas mi cabeza
y susurró "pobrecito", con tristeza.

Pronto vendrá un tiempo gigantesco:
las olas arrastrarán los desperdicios que guardé.
La luna explotará o se esfumará,
y no quedará nada de los recuerdos que fabriqué. 





10.
Tu cara es como el sol hundiéndose en el mar;
es como ver las flores creciendo a gran velocidad.

Me tragué cada uno de tus besos:
iluminaron mis mañanas y mis huecos,
y mis vides y raíces se fueron destejiendo.
Nena, tú eres mi rayo de sol:
no te lleves ese rayo, por favor.

Las luciérnagas son estrellas muertas:
puedo escuchar su llanto cuando vuelven a la tierra.
Son como las luces de navidad que un día me comí;
como el árbol vacío donde esa noche dormí;
el invierno que desde entonces no se quiebra.

Nena, tú eres mi rayo de sol:
no te lleves ese rayo, por favor.




 Mark Linkous, in memoriam