lunes, 27 de junio de 2011

ASESINO EN SERIE


Desperté, no sé cuántas horas llevo dormida. No sé dónde me encuentro, estoy aturdida, sin fuerza, estoy en esta silla helada, mis manos atadas al respaldo, este trapo sucio metido en mi boca, imposibilitando un grito y dificultando la respiración, mi vestido tiene pequeñas manchas rojas, me siento muy débil hasta para tener miedo. El último recuerdo que llega a mi mente es en el estacionamiento del supermercado, guardando los abarrotes en la cajuela. El estacionamiento completamente solo, algo raro para ser las 9:00 p.m., ese sujeto alto y delgado, apoyándose en un bastón para facilitar el siguiente paso, acercándose a mí, quizá en busca de ayuda, quizá para preguntarme la hora o la ubicación del sanitario, un tipo presumiblemente inofensivo, me sonríe, una mirada profunda, los ojos pelados, las pupilas entre viéndome fijamente y perdidas en el vacío, una mirada tan fuerte, tan inolvidable, tan maniática… La mirada me hipnotiza, me pierdo en ella, el sudor frio, el pánico, el ansia, la desesperación, mi último recuerdo, después de esa mirada enajenante perdí la consciencia, y aquí estoy en este cuarto cerrado, asfixiándome en este espeso olor a cadáver. El tocador de enfrente tiene seis cráneos alineados, no puedo saber desde este punto, si se tratan de cráneos reales o son meras esculturas plásticas, oigo en la otra habitación alguien tocando una guitarra acústica, se oye algo desafinada, su voz es agradable, pacífica, se puede decir que es relajante. Una linda balada beatlesca. 

La vi, estaba en el supermercado haciendo compras rutinarias, una mujer escultural, alta y delgada, de esas bellezas que se ven en películas estadounidenses, rubia lacia, ojos azules,  un vestido que dejaba ver unas piernas hermosas, firmes, fuertes, piel lisa y suave, un lunar debajo de la rodilla derecha que me entusiasmo. La seguí sin levantar sospecha por todo el supermercado: su carrito se llenaba de productos femeninos: toallas sanitarias, cremas para la piel, productos capilares caros, alimentos light y exceso de vegetales, nada de carnes rojas ni cervezas, era obvio que era una mujer solitaria al igual que yo. Al llegar a las cajas me cercioré de formarme tras ella, el olor de su cabello me aisló de mí por completo: un exquisito olor a shampoó de durazno, shampoó color naranja, ella tomó una revista de moda mientras esperaba en la fila. La imité, tomé cualquier revista y fingí hojearla, mientras mis ojos se desvivían en esa mujer tan hermosa. En un momento nuestras miradas se cruzaron, me sonrió, le devolví la sonrisa. Compartíamos la telepatía, me dijo sin hablar que me amaba, que necesitaba estar conmigo, que quería ser parte de mi vida, que quería ser parte de mí, quería mutar conmigo, mutar en mí. Esa mirada, y su voz dentro de mi cabeza, no había más, esa mujer sería mía, ella accedió, se me entregó. La seguí al estacionamiento, mientras ella guardaba sus compras en el portaequipaje, la golpeé en la cabeza con mi bastón falso, la cargué, la subí a mi Volkswagen gris, la sujeté fuertemente con el cinturón de seguridad y tomé el camino más rápido a casa. 

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que desperté, la balada beatlesca suena repetidamente en el cuarto de al lado, parece que alguien la está ensayando una y otra vez hasta perfeccionarla. Un reloj de pared anuncia las 3:37 a.m., tengo mucho miedo no sé qué va a pasarme, ¿Me matará? ¿Alguien pagará mi rescate? ¡Dios mío, por favor ayúdame!  Nunca he tenido tanto miedo en toda mi vida. No puedo resistir más las ganas de hacer pis, aflojo mi vejiga, no puedo soportar más, mis bragas y la silla se empapan al igual que mis muslos, descansé. Pocos minutos después entra al cuarto el maniático, el de la mirada esquizoide del estacionamiento. Se para en frente de mí, con su guitarra acústica colgando, me dice: “hola mi amor, te traigo serenata, ya sabes, me conoces, me gusta el romance de la vieja escuela” cuando se dispone a tocar la primera nota se percata de mi accidente, sin decir ni una palabra, se lanza al suelo, hincado sobre el charco comienza a lengüetear,  bebe la orina del piso, su lengua sube por mi pierna, absorbiendo toda la pis que se resbala aun fresca por mí, me quita las bragas y se las mete a la boca, absorbiendo y tragando toda la orina. Un asco potente me posee, intento vomitar, pero con la mordaza obstruyendo mi boca, tengo que tragarme el vómito, un poco sale por mi nariz, el maniático al ver eso se apresura y lo lame, mete toda mi nariz a su boca, su aliento es nauseabundo. Al terminar de tragar mis fluidos, se cuelga otra vez la guitarra, yo lloro, introduce su canción señalándome que se trata de una pieza de Charles Manson titulada Look At Your Game, Girl. A decir verdad la canción me tranquiliza, sigo con el llanto, pero me tranquiliza un poco, cierro los ojos y me dejo llevar por la hermosa melodía tratando de no pensar en mi situación actual, a decir verdad el psicópata tiene una voz hermosa, una bellísima canción, lo admito. Cuando acaba la interpretación, se acerca a mí y me abofetea con tal fuerza que me derrumba con todo y silla, lloro desesperada, sé que seré violada o asesinada, él no busca dinero con el secuestro, sin duda se trata de un mero crimen pasional. Cuando estoy en el suelo, él se desabrocha el pantalón, saca su miembro y lo agita rápidamente en frente de mí, una masturbación violenta, cargada de gritos y gemidos macabros, me grita constantemente: “Te amo, el ciclo se cierra, yo te acepto como mi legitima esposa, para amarte por siempre y para siempre, para honrarte y hacerte parte de mi ser” mientras dice esto y se masturba velozmente, con la diestra sujeta un cráneo que toma del tocador; Monologa a la Hamlet, se corre sobre mi cara, acto seguido, me limpia el semen tragándoselo.

 Pasé mi noche de bodas preparando todo para la disolución de los seres;  pero mi ex esposa, seguía haciéndome la vida imposible, llegó inesperadamente a la casa, traté de persuadirla, le dije que entre nosotros todo había acabado, que recién me había casado, que me dejara en paz, al fin había encontrado el verdadero amor, con esta rubia hermosa y no iba a permitir que mi ex, lo arruinara, pero no pude evitarlo, fue más fuerte que yo, encontró a mi güerita, donde había pasado la noche, y en un arrebato de celos, le propinó una mortal paliza, yo yacía inconsciente cuando esto ocurrió, no pude hacer nada para protegerla, cuando volví en mí, la casa se encontraba hecha un desastre, varios muebles rotos, basura y ropa deshilachada por todos lados. Mi ex mujer se había ido, cuando fui a ver a mi güerita, se encontraba golpeadísima, cubierta de hematomas, desnuda, aún amarrada a la silla. Al verme se asustó, cómo si no me reconociera, curé sus heridas con fomentos y pomadas. Le canté para relajarla y le hice el amor dulcemente.  

Éste es el peor día de mi vida, después de medio dormir unas pocas horas, despierto, muy aturdida y asustada por los sucesos de ayer. El reloj marca las 9:23 a.m. El loco entra, lleva una falda y una blusa, tiene una máscara, un rostro de una mujer, muy real, sin duda se trata de una máscara hecha de auténtica piel humana, ese será mi destino, comienza a insultarme violentamente, arguyendo que deje en paz a su hombre, me grita: “prostituta, mal parida, hija de perra, etc. “ los gritos son acompañados de golpes, me da puñetazos por toda la cara, en el cuerpo, desgarra mi vestido y me deja desnuda, toma la guitarra y me viola analmente con la paleta del instrumento, siento la cálida sangre brotando, por primera vez en vida deseo con todo el corazón estar muerta, es horrible, estoy imposibilitada incluso para morir, tengo que soportar este espantoso dolor, siento el coxis descuartizado, ¿Dónde estás Dios mío? ¿Dónde?  Varios minutos de profundo dolor, miedo  e impotencia me carcomen. Por fin, él sale del cuarto, descanso adolorida, moribunda. Pero no dura mucho, él regresa, vestido normalmente, sin la máscara de mujer, cura las heridas que acaba de infringirme, muero de miedo, el muy cínico me habla con amor, me canta la misma canción, me acaricia con ternura la cara, el cabello, me besa todo el cuerpo, imposible liberarme, por más que luche y luche, simplemente es inevitable, me viola, estoy débil para seguir resistiéndome, me viola sin que yo pueda seguir forcejeando, me viola con besos, me viola con caricias, me viola con palabras tiernas. Si tan sólo tuviera fuerza, si tuviera un poquito de fuerza, mataría al desgraciado sin pensarlo dos veces. 

Le llevé el almuerzo a mi mujer, parecía hambrienta, le preparé un exquisito plato de ensalada fresca, recordando que en su carrito de compras no figuraba carne, seguro vegetariana. La alimenté como a una bebita indefensa, dándole cada bocado yo mismo. Gritaba mucho, tuve que obligarla a que se callara de la misma forma que mi padre lo hacía con mamá, la golpeé y amenacé de muerte sosteniendo un cuchillito de sierra en su garganta, obedeció y prosiguió a comer en silencio, mi nena tenía muy buenos modales, siempre obedecía a su hombre, está sí que es una buena mujer. Verla comer me abrió el apetito, y ya había pasado un buen tiempo, era hora de hacerla parte de mí, de tomar su esencia por completo, me deslicé detrás de ella, y di una fuerte mordida a una de sus manos, qué aun seguían atadas al respaldo de la silla, mi mordida fue tan apasionada y potente qué logre desprender de su mano su dedo meñique y anular con todo y hueso, para ser sincero eran unos huesos muy delgados y frágiles. Comí sus dedos crudos, sabían deliciosos, la mejor mujer que había comido sin duda alguna. La comería de poco a poco, era un verdadero manjar de reyes, su carne estaba tan tierna y jugosa. Quizá al día siguiente me daría un banquete comiéndome todo su brazo. Pero por ahora a descansar. Será mejor que la vuelva a amordazar para evitar que sus gritos interrumpan mi sueño.

Cometiste el peor error de tu malparida vida, cabrón. Me mutilaste los dedos, pero esa fue la llave de mi libertad. Esperé unas cuantas horas, hasta el momento en que tus cantos se transformaron en ronquidos. Mi mano mutilada pudo fácilmente deslizarse por entre el nudo, liberándome, desaté mi otra mano y conseguí mi completa libertad, me puse un vestido que encontré tirado y me dispuse a salir sigilosamente, apenas podía caminar, aun dolía el desgarre. Pasé por tu habitación, la dejaste abierta. Te vi, recostado, indefenso, la repugnancia me inundó, tu ser me asqueó, no podía dejarte así como así, tenía que evitar que hicieras daño otra vez, era mi deber. Encontré el cuchillo de sierra con el que me habías amenazado, pero no, tú necesitabas una muerte llena de dolor. Encontré una sierra eléctrica, pero no, imposible, con el ruido despertarías. Encontré al fin lo que buscaba: un hacha. Me acerqué sin hacer ruido, dormías y un brazo te colgaba por el borde de la cama.  Me preparé y de una certera tajada, te privé de tu brazo, despertaste con un poderoso y desesperado grito, me asusté no sabía qué hacer, te lancé el hacha, pero ésta giro y te dio un golpe en la cabeza con el mango, te dejó aturdido, te recuperaste y agarraste el hacha, corrí lo más que el desgarre me permitía, corrí al cuarto donde había visto la sierra eléctrica, me encerré e intenté darle marcha, no funcionaba, comenzaste a destruir la puerta a hachazos como en The Shining el motor de la sierra no daba marcha destrozaste la puerta, dejaste a un lado el hacha para introducir tu mano por el agujero que acababas de hacer  y abrir la chapa desde adentro, yo seguía arrinconada, sin poder impedir tu entrada, la sierra no funcionaba, estaba muerta. Abriste, tomaste el hacha y te acercaste con esa mirada tan peculiarmente tuya, esa de cuando te vi por primera vez en el estacionamiento, caminabas lento, disfrutabas el momento, yo seguía intentando activar la sierra. Te acercaste, levantaste el hacha dispuesto a darme fin. Levanté la sierra para cubrirme de tu ataque, el cordón se atoró en un cajón que estaba detrás de mí, cuando levanté la sierra esta comenzó a funcionar gracias al jalón involuntario del cordón, recibí tu ataque con la sierra encendida, destrozó tu hacha, los dos quedamos sorprendidos e inmóviles por unos tres segundos. Tomé consciencia y golpeé tu cara con violencia, sentí como la sierra se deslizaba fácilmente por tu cráneo, cortando cual si estuvieras hecho de queso crema, no me detuve cuando acabó tu cabeza, la sierra siguió bajando por tu cuello y por tu torso, destrozándolo todo, tu seguías con un interminable grito de agonía, mientras salpicabas sangre y órganos por toda la habitación, sólo me detuve cuando me di cuenta de que estabas dividido en dos partes.

martes, 21 de junio de 2011

DON PENDEJO

- No deberías de referirte así de tu papá -
- No era mi papá, era mi padrastro -
- Uhm, ya veo -
- Es que es realmente increíble lo pendejo que podía llegar a ser -
- ¿Pero como qué hacía, te pegaba o maltrataba? -
- Mmmm… no que yo recuerde -
- ¿Entonces? -
- No lo sé, era muy pendejo, sólo eso -
- ¿Sí eso lo entiendo, pero por qué lo dices? -
- El primer recuerdo que se me viene a la mente es cuando en una ocasión fuimos a la playa, sabes, a mí me gustaba mucho llevar todos mis juguetes al mar, pensar que mis dinosaurios se encontraban haciendo sus cosas de dinosaurios, en un paisaje jurásico muy a la 60 millones de años antes toda esta mierda; me gustaba imaginar que vivían la selección natural frente al mar convulso, atascado de volcanes y trilobites, el tiranosaurio atacando a esos enormes y pendejos herbívoros, no tan pendejos como mi padrastro claro, pero si algo -
- Pero dime qué pendejadas hacía -
- Antes de eso ¿Sí recuerdas que yo quería ser paleontólogo de morro no? -
- Sí, me lo has platicado -
- Bueno, todo empezó un puñetero día que encontré follando a mi mamá con ese pendejo, por alguna misteriosa razón pensó que lo mejor que podría hacer para que yo me olvidara rápidamente del pecaminoso suceso era llevarme inmediatamente al museo de historia natural, pensativo y reconfigurando toooodo mi infantil mundo accedí. Así llegamos al lugar, pues para no hacértela de emoción, aquel pu-ñe-te-ro día por alguna razón incomprensible había un taller para hacer tu propio fósil etc. Al terminar la clase mi padrastro le preguntó al profesor que si para eso de ser paleontólogo había trabajo en México -
- ¿Bueno, y qué hay de malo en eso? -
- Que el profesor dijo que no, que los paleontólogos se morían de hambre en este país; ¡Ves qué pendejo era! Nunca quise volver a saber nada de dinosaurios, morirse de hambre no suena bien para un niño -
- Pero no fue culpa suya que el profesor haya dicho eso -
- No, pero siempre hacía la peor pregunta, siempre en el lugar equivocado haciendo las cosas de la peor manera. Bueno, para que me comprendas más regresaré al ejemplo de los dinosaurios en la playa. Mira, yo estaba jugando muy concentrado, que el diplodocus, que el polacantus, ya sabes, todo lo que un dinosaurio hace cuando es dinosaurio y está en la playa siendo manipulado por un niño de 5 años. Luego sucedió un maldito milagro… -
- ¿Qué? -
- ¿Haz escuchado que la naturaleza no elabora figuras geométricamente exactas, que ellas sólo son elaboradas por el humano? -
- Sí me parece que sí -
- Bueno, ese día del mar salió un búmeran ¡UN PUTO BÚMERAN! No te miento, era perfecto, la madera parecía haber sido tallada por algún aborigen australiano ¡Te imaginas lo que pensé en aquel momento! Miles de posibles historias brotaron de mi mente, estaba emocionadísimo, supuse que venía desde Australia, o que el mar la había tallado perfectamente de algún árbol gigantesco que con el paso del tiempo y las mareas milagrosamente había sido creado. Pensé en ponerlo en mi cuarto y presumirle a todos mis amigos de la preprimaria del asombroso hallazgo –
- ¿Y luego? –
- Mi ejemplar padrastro me lo pidió, seguro de sí mismo y de sus habilidades natas con los búmerans lo arrojó hacia el mar; el trozo perfecto de madera voló y voló moviéndose con el viento, rebanándolo, siendo búmeran más que ningún otro puto búmeran, y en ese decisivo momento en el que por lo general los búmerans se dejan guiar en sentido inverso y por lo general retornan a las manos del que lo aventó, en ese preciso momento cayó en picada a las profundidades del mar ¡QUÉ MALDITA MIERDA! Recuerdo que hubo minuto de silencio dentro de mí… Al ver tremenda desgracia quité la vista del mar y la dirigí hacia mi padrastro, él por su parte me miró y dijo: No te preocupes, ahorita sale otro -
- ¿Y salió otro? -
- ¿Tú qué crees? -
- Bueno, pero piensa que puede haber peores padrastros, no sé, un violador o asesino -
- Creo que el pensar siempre en algo peor de lo que te está sucediendo es una buena estrategia para no sentirte tan desdichado, pero en este caso sé por lo menos que difícilmente podría haber alguien más pendejo -
- Exageras -
- En serio, lo digo en serio ¡Era como un imán de mala suerte¡ Una vez compró un carro robado, otra un carro desvielado, chocó nuestra camioneta con nosotros adentro porque se quedó dormido, dejó escapar a Ruperto mi perro Chow Chow, me soltó la mano en un carnaval y tardaron una hora en encontrarme, una vez contrató a unos judiciales para pegarle a un señor y lo terminaron extorsionando, quiso meter a mi mamá a la cárcel arguyendo que no lo mantenía económicamente, con decirte que hasta un día se prendió fuego a sí mismo –
- A ver, platícame esa –
- Estaba cambiando la antena de televisión en la azotea, se le olvidó que los cables de alta tensión estaban muy abajo, entonces recargó la antena de metal en uno de ellos y ¡TZZZ TZZZ! Se electrocutó a tal grado que todo su cuerpo se encendió como fogata, toda la delegación se quedó sin luz –
- ¡No mames, en serio! –
- Te lo juro, yo lo vi, mi mamá lo apagó con unas sábanas, lo llevaron al hospital y estuvo ahí todo un año en recuperación, con decirte que hasta mandó su historia a Ripley, pero ya había otro caso igual en Dakota del sur. Tal vez si hubiera participado por pendejo y no por la chamuscada sí lo hubieran sacado en la tele –
- Tú lo odias verdad –
- No tanto, digo, me enseñó algo muy importante, de él aprendí lo que nunca quiero ser en mi vida-
- ¿Un pendejo? –
- Don pendejo –
- ¿Lo sigues frecuentando? –
- Se separó algunos años de mi mamá y ya no lo vemos, lo último que supe es que se había puesto a estudiar la licenciatura en derecho –
- Y por qué estudia derecho, bueno, sé que es porque quiere ser abogado pero  ¿Debe ser ya un poco grande para estudiar eso no?
- Ah… es que ahora quiere ser diputado -

RESPUESTA A LA MÁQUINA DE FOLLAR DE BUKOWSKI

Sí. 

ASESINATO CIVIL

Llevo 10 años recluido en mi libertad, 10 años de completa soledad, 10 años de poder dormir hasta medio día, me siento estupendo, corté todos los posibles lazos sociales que se me ofrecían, me siento grandioso; probablemente lo único que llego a extrañar de vez en cuando es el toque de una mujer, pero como bien se sabe: a todo se acostumbra uno.
Trabajé durante 30 años en Luz y Fuerza del Centro, mi ocupación durante cada uno de esos horribles 10,950 días fue de cajero: ver personas, rostros y rostros de 8:00 a.m. a 3:00 p.m., escuchar anécdotas olvidables, uno que otro reclamo injustificado por los precios, cosa que no me tocaba (yo no era de quejas o servicio al cliente), siempre la misma caja, el mismo asiento, el mismo vidrio polarizado con un hoyo para recibir el dinero, el mismo reloj corriendo lento, la misma luz violeta para verificar los billetes, el mismo infierno. Durante esos 30 años ningún día varió al anterior, nunca tuve una cuenta mal, una sola preocupación, un aumento, un reproche, una impuntualidad, nada. A veces deseaba con todas mis fuerzas un poco de sazón al horario, no importa qué tan catastrófico hubiese resultado: un asalto armado hubiera sido magnífico, un tiroteo, muertos, un parto en el edificio, algo que quebrara la asquerosa rutina, pero no, 30 años de días clon, harto de tantos y tantos rostros.
El día más bello de mi vida fue el de mi retiro, por fin, estaba libre de esa horrenda condena, y les juro que siempre fui inocente, purgué la condena de degradarme espiritualmente y obligarme a permanecer en un empleo burdo y robótico a cambio de alimento malo, poca ropa y un departamento mediocre, quizá una salida al cine una vez al mes y una prostituta a la quincena para hacer la vida tolerable, o sea, a cambio de ejercer mi derecho a vivir una vida humana. Jubilado al fin, una pensión poco decente me permitió aislarme de todos esos repugnantes rostros y no volver a tener contacto con un ser humano otra vez, salvo para lo mero necesario. Nunca me casé, era inconcebible siquiera pensar en alguien viviendo conmigo, robándome mi aire, robando las pocas horas que me quedaban después del empleo, el dormir, el comer y el viaje respectivo al trabajo; por obvias razones tampoco tuve hijos, un hombre debe pensar o en el amor o en el empleo, no hay tiempo para ambas ¿una mascota? de ninguna manera, rompen la confortable sensación de soledad.
Sólo salía de casa cuando urgía: una vez al mes a cobrar mi pensión y procuraba que ese mismo viaje me sirviera para comprar todo lo que necesitaría en el mes. Siempre iba a supermercados, tiendas de autoservicio, para no tener que hacer ni un cruce de palabras con nadie, el carrito se llenaba de carnes congeladas y latas de productos en conserva, cuando todo sale bien en la tienda lo único que tengo que decir es: “Y me da 3 paquetes de 10 cajetillas de Marlboro rojos”, sólo porque guardan los cigarrillos bajo llave, lo demás lo comunico confirmando o negando con la cabeza, muy buenos los meses cuando sólo salen de mi boca esas 11 palabras. Después de eso paso a la librería, también de autoservicio, ubico la sección que me interese, por lo regular poesía o historia, y me paso un largo día revisando esos estantes, seleccionando mis compras, revisando cada título y autor con minuciosidad científica, siempre se me acercan los empleados a preguntarme su obligado y falso: “¿puedo ayudarle en algo?” Yo niego con la cabeza. Después de esa salida de un promedio de 3 a 4 horas puedo regresar a hibernar durante todo el mes. Los servicios domésticos se descuentan de mi tarjeta de pensionado, sólo cuento con: luz, agua y gas de todas formas.
La vida iba muy bien, no había preocupación alguna, el descanso imperaba. Me había convertido en el ermitaño que siempre quise ser. Pero todo lo bueno acaba en esta perra vida. Una salida mensual a preparar los suministros del mes terminó en horrible desgracia, recién salía de cobrar la pensión en el banco, oscurecía, pasaban de las 6:00 p.m. cuando dos adolescentes flacos y debiluchos se acercaron a mí, uno empuñaba una pistola, una pistola vieja y probablemente inservible, el otro se deslizó rápidamente tras de mí, y en un movimiento de rapidez juvenil extrajo mi billetera del bolsillo trasero, Ipso facto se escabulleron velozmente por una callejuela sin alumbrado, ni siquiera notaron que mi billetera sólo contenía mis identificaciones, todo el dinero que retiré del banco se encontraba sano y salvo en el bolsillo de mi abrigo. Volví a casa sin mayor preocupación, aun me quedaba un mes de dinero, tendría que reponer documentos a la mañana siguiente, no hubo gran pérdida en la depredación.
Al día siguiente, después de mucho pensarlo, me dirigí a la oficina de seguridad social a solicitar una nueva credencial para cobrar mi pensión, me requirieron acta de nacimiento, credencial del IFE y comprobante de domicilio. Fui a buscar a casa los documentos, sólo hallé el acta de nacimiento: la IFE se fue con la cartera, y los recibos de pago no existían: eran descontados del comprobante de liquidación de pago, llevé el recibo. No se puede hacer nada sin la IFE, me dijeron los burócratas. Tomé mis documentos y me fui, imposible ganar un argumento con un burócrata. Traté de obtener la credencial del IFE, misma historia, imposible sin una identificación oficial con fotografía. La de pensionado, la única con la que contaba, estaba en las manos de unos rebeldes sin causa. Fueron más accesibles en el IFE, me pidieron a dos testigos con sus credenciales para votar. Malas noticias, llevo aislado 10 años, no tengo a nadie, no he hablado con una persona más que para pedidos en esos años, mis padres murieron hace tiempo. Los únicos documentos con los que contaba no eran útiles. Entré a un callejón sin salida. Imposible discutir o discrepar. Para ellos no era nada, un papel enmicado con un número aleatorio valía más que mi presencia, que mis gustos, que mis intereses, que mis virtudes, que mis defectos, que mi ser. En esta sociedad sólo eres un número, para ellos no hay sentimientos, no hay nada más que un número vacio, un 3820730498 les importa y vale más que un ser humano que cuente con un aparato circulatorio más complejo incluso que toda la fría y aburrida estructura social. Herbert Spencer, la estructura social es un asco comparada con la estructura biológica, eres un farsante. Mi pulmón derecho no necesita de un número para ejercer sus funciones, tienes que creerme, tu modelo no funciona.
Estaba atrapado, anduve de oficina en oficina oyendo siempre lo mismo: “lo siento señor, no podemos ayudarlo”, lo acepté, el gobierno me había matado, por lo menos civilmente, yo que les di mi juventud, mi fuerza, mis anhelos, mis 30 años de mayor vitalidad, no era nada, ya no era una cifra para ellos, se desentendieron de mí, del trato que teníamos, de mi pensión, estaba acabado. Yo, que siempre procuré una puntualidad de 15 minutos antes en la jornada. Yo, siempre envuelto en camisa planchada a la perfección, corbata combinada y zapatos lustrados impecablemente. Yo, siempre regalando mi voto al candidato sugerido por el sindicato. Yo, ofreciendo mis servicios con una sonrisa. Yo, aceptando quincena tras quincena el impuesto sobre la renta retenido sin cuestionar siquiera de qué se trataba, había sido asesinado civilmente por las instituciones a las que dediqué mi vida.
El fin de mes llegó, la comida se agotó, no quedaba nada, a mis 60 años estaba derrotado, muerto para el sistema, no podría conseguir otro empleo sin documentación, la única forma de recuperar mi pensión sería yendo preso. Recuperaría mi comida, mi techo, mi agua y quizá la biblioteca de la penitenciaria sería aceptable. Lo decidí, cometería un crimen que me recluyera a perpetua.
Como este sistema me falló, tomé una idea basada en un sueño que siempre quise realizar, me hice mi propio zapato con cuchillo retráctil, como los de los agentes de la KGB. El cuchillo era poderoso, lo afilé yo mismo, cuando probé su potencia deslizando la yema del índice sobre él, al momento en que mi dedo lo tocó se rebano, hizo un fuerte corte sobre mí, estaba listo, calcé la poderosa arma de espías soviéticos y me dirigí al Zócalo. Era domingo, mucha gente transitaba, me acerqué de frente a un muchacho que rondaba por los 20 años, mi misericordia se esfumó en ese momento, asesté una poderosa patada en el riñón del joven, la navaja escondida en mi zapato funcionó de maravilla, hizo una potente incisión, la sangre brotó y brotó mientras él caía de rodillas, no sabía que un humano tuviera tanta sangre, en pocos segundos estaba literalmente bañado en sangre, qué aparatoso se veía. La euforia me transformó, mi visión se burocratizó, ya no veía personas, veía números. La señora embarazada, a la que arremetí con poderoso puntapié en el abdomen sólo era un 387, el niño de 5 años que se llevó un patadón en el ojo que penetró hasta el cerebro era un 47, la ancianita a la que con una barrida giratoria le desprendí los pies de los talones era el 1,231, el joven fortachón que llegó a intentar detenerme y que recibió una patada giratoria en el estomago que lo dejó con los intestinos esparcidos en las manos, y que intentaba desesperadamente reacomodar en el interior de su abdomen, era un simple 3. Cada patada daba el mismo resultado, exceso de sangre, en serio, a cada persona le brotaban entre 3 y 5 litros del líquido, era asombroso ver ese espectáculo, en cuanto mi pie-cuchillo daba una rebanada en la blanda carne la sangre brotaba a presión, como manguera de bombero. Siempre creí que esas películas de acción exageraban al mostrar tan absurdo y violento desparrame de sangre, pero no, tienen toda la razón, los hombres encargados de efectos especiales se apegan bastante a la realidad. Después del siguiente: una patada voladora en el cuello de un señor (678), que terminó con la cabeza rodando por el rio de sangre, un policía armado solamente con una cachiporra se me acercó temeroso, yo me agaché, me desaté el zapato-navaja, lo puse en el suelo, alcé las manos y me entregué sin forcejeo alguno.
El día del proceso penal llegó, el juez me requirió una identificación con fotografía o la IFE, no contaba con ella, revisaron mi expediente en la computadora, no había nada, el juez me dijo: “disculpe señor, si no cuenta con identificación oficial, o dos testigos con su IFE, no lo podemos procesar” “no, no cuento con nada, no conozco a nadie desde hace 10 años” “entonces no me haga perder más mi tiempo, puede irse.” Regresé a las calles, sin dinero y con hambre, conseguí por suerte un nuevo empleo, por desgracia tengo que hacer mucho contacto con las personas, mi maldición, la burocracia, mi nuevo empleo consta de acercarme a las personas y requerir: “disculpe joven, ¿me regala una moneda?”

lunes, 13 de junio de 2011

INSOMNIO


Un día pesado, exceso de trabajo burocrático y nada estimulante, viola-espíritus, (pero de algún lado se tiene que sacar para comer y embriagarse). Día de escuela horrible, clases alargadas y aburridas, mi cerebro perdiendo la concentración, día impregnado de bostezos y siestas de 45 segundos. Y el tráfico, todo el día atascado en tráfico, adónde fuera: un chingo de carros sin moverse, y lo peor de todo, el estéreo de mi carro: averiado: no música, un día de muerte espiritual. Pero al fin, la pesadilla acabó, aquí estoy, en mi cama. 
Me deslizo debajo de las sábanas, un día caluroso, retiró el edredón, mi pantalón y playera. No hay tiempo ni cabeza para televisión, ni lecturas nocturnas, ni pláticas pendejas por Messenger, luces fuera, programo la alarma para el trabajo mañana: 5:30 A.M.,  buenas noches mundo. Los pensamientos comunes que uno tiene antes de dormir, básicamente el recuento de las actividades del día que se apaga, y los planes para el día que nacerá dentro de poco (mi patética humanidad, siempre atascado en recuerdos o predicciones, ¿cuándo me bañaré de presente? ¡Chingá!) llega el momento en que esas últimas divagaciones nocturnas se mezclan y confunden con sueños, hasta que los sueños toman el mando y descanso y el verdadero yo aparece, mis más grandes anhelos al descubierto, juzgándome, restregando en mi ridícula cara: “éste eres tú pendejo, te guste o no, estos son tus cursis anhelos, ¡ja! eres tremendo marica, chico” Pinche Freud aguafiestas, nada más llegó a malviajar a la pandilla. Ya pasó como media puta hora y nada, me doy cuenta de que no son sueños, aún siguen siendo divagaciones a ojos cerrados, el proceso onírico sin duda no es tan insípidamente racional y burdo. ¡Puta verga! Estoy tan destrozado, mi cuerpo está descompuesto, mi mente ya no sirve por hoy, pero no puedo dormir. Ni pedo, la mejor receta para conciliar el lindo sueño: me voy a hacer una chaqueta. Estoy demasiado cansado como para buscar porno en tele o youporn, día de una puñeta a la siglo XIV, mi mente generará su propia porno barata y mugrosa, empiezo a bajar y subir el prepucio, lentamente, mi cascorro se humecta con el líquido preseminal que le llaman, la velocidad aumenta: plop, plop, plop, plop, plop. (Ad infinitum.( De 7 a 15 minutos)) mi mente se ayuda de las imágenes recopiladas en el día, más que nada los excelentes culos de mis colegas de clase, todas las del salón me parecen buenísimas, a mi gusto todas tienen algo chupable, estoy en un salón repleto de bellezas, soy un perro suertudo, en serio, me las cogería a todas, una pinche orgía, protagonizar con ellas un menage a quarante-cinq , me estoy volviendo jodidamente loco o simplemente soy muy perceptible a la belleza femenina, todas las mujeres están riquísimas, lástima de mi fealdad, mi estupidez (entiéndase por  un no pensamiento american way of life, progresista y de fraternidad-hipócrita y vomitiva (los cínicos no servimos para este oficio: relaciones románticas )) y mi inseguridad de no autoestima, limitantes incurables de mi libido. Tetas, nalgas, panochas, todo para mí, mi mano-labios-de-Angelina-Jolie, mi mano-ano-de-Jennifer-López, mi mano-tetas-de-Brody-Dale, mi mano-vagina-de-Shakira sigue en lo suyo hasta que… Me vengo, limpió el desastre en mi mano y vello púbico con el paquete de Kleénex que está en el buró, por fin, a dormir.
Huevos ya pasó otra media hora y nada, aún no me libero de esta repugnante realidad, ¡ayuda, ayuda! estoy destrozado, ¿Por qué huevos no llega el sueño? ¿Desperdicié mi descendencia en potencia en ese pañuelo desechable por nada? Bueno, me dejó más fatigado, ¿pero dónde está el sueño? Estoy destrozado, destripado, desalmado, deshecho, descompuesto. ¡Pinches mamadas!, un pensamiento encadena otro, y ese malparido pensamiento genera otro, y ese hijo-de-su-reputísima-madre otro, y ese pinche culero traga mierda de caimán otro, y así ad infinitum (esta vez sí lo utilizo literalmente). Los pensamientos se abalanzan sobre mí, mi puto cerebro está a reventar, y lo peor de todo, son pensamientos bien pendejos e inservibles, ¿Por qué no aparece mejor la idea de una Novena Sinfonía? ¿Por qué no aparece la idea del esbozo de un Lobo Estepario? En su lugar pienso en Splínter de las tortugas ninja, supongo que lo deshebré del Spleen que me carcome en este desvelo. ¿Splínter tuvo Spleen? ¡Verga, filosofo sobre una rata karateka, no,  nunca seré un Nobel!
Por fin entiendo a la perfección a Kurt “mi-héroe” Cobain, “I´m so tired and i can´t sleep”, es horrible, estoy aquí a oscuras, mis ojos cerrados, encerrado en este asfixiante bodrio de existencia, no tengo fuerzas para ver televisión, no tengo fuerzas para leer, no tengo fuerzas para escribir, [y lo pensé, me siento muy mal, esta es la clase de mierda sobre la que escribo, este podría ser un relato, yo no hablo de cosas importantes y trascendentes, yo hablo de Luis, porque soy ególatra y me amo mucho; pero no, no lo escribí en el momento, este texto está pervertido por la aburrida lucidez, ni siquiera pude repararlo con algunas citas textuales de Cioran sobre el insomnio y tedio,(presté mi pinche libro a Ricardo, y el pendejo no me lo ha devuelto) nada de lo que sentía en ese momento se arrastró a esta cuartilla, es imposible, no se puede decir con palabras la experimentación de imágenes asesinas aleatorias, sentimientos de ansiedad desgreñada y agonía perpetua incrustada en el interior de los párpados que se viven en el insomnio, imposible, la comunicación rebaja el sentir, ¡Salve, William Burroughs!]
Imágenes, imágenes, desconectado de la realidad, en el limbo de la alerta y el sueño, estoy atado en el limbo, con cadenas de pensamientos que flotan entre el ello y el superyó, y no, no se trata del yo, se trata del pensamiento incoherente que nace en el inconsciente moviéndose por el limitante perímetro de la moral, de la moral que no debe existir a las pinches 3:47 A.M. en soledad. Imposibilitado, no tengo cielo ni infierno, estoy suspendido, viendo el interior de mis párpados estúpidos, sin pensar pensando. Es necesario, indispensable, desconectarse unos momentos de la realidad para poder seguir. El sueño, no tanto es revitalizante, más bien es el escape brindado contra tanto ultrajante existir, el Ser, el Ser vacio, el Ser imbécil, el Ser moribundo, el Ser chusco, el inevitable Ser, el Ser de formalidades y convenciones sociales absurdas, el Ser sinsabor. El sueño alimenta a la vida, una vida sin sueño, ¡no, no una vida! un día sin sueño, es tan horripilante, devastador y asqueroso  como imaginar una vida sin la posibilidad de suicidio.
Y sigo aquí, la luz todavía no se depura por mi cortina de florecitas, pero ya se escuchan los pájaros cantando, amanece para ellos, adivino las 4:30, hora en que esos pendejos se despiertan y empiezan a chingar la madre con su inmundo y cursi canto. Odio a los pájaros, alguien dígame, ¿Por qué pájaros? ¿Por qué no mejor: no pájaros?, me queda una hora de sueño antes de ir a mi desmoralizador trabajo de la peor mierda con pus y sangre sobre la tierra: de burócrata, pero insisto alguien debe pagar por el licor, sí no catástrofes pasan, como ahora: el fin de la quincena, poder adquisitivo inhabilitado ergo: no alcohol, ergo: no delicioso desmayo etílico suplente perfecto y hermoso del sueño.
Por fin, concilié el sueño, lo concilié a las 5:20, caí semimuerto, un rico y profundo sueño MOR (como R.E.M.) Movimiento ocular rápido, rápido. 10 minutos después suena la alarma, listo para despertar, hora de procurarme limpio y animado para mi hermoso trabajo, ayudando a llevar la contabilidad del personal, ganando el pan de cada día con mi sudor cristalino de responsabilidad, sintiéndome útil para la sociedad. Después, dirigirme a la máxima casa de estudios, a ese sagrado templo del conocimiento, a cultivar mi preciadísimo intelecto y lograr hacer de este caritativo y caluroso país un lugar mejor para todos. Sin duda apetezco un Nescafé.

viernes, 10 de junio de 2011

LUCAS Y MIGUELITO

Mamá no se iba, toda la tarde encerrada en casa, en la sala, viendo telenovelas, me desesperaba; una ansiedad mortal se asentó en la boca de mi estómago, el sudor frío, el calambre en la mano, el tedio, ¡el tedio, Dios santo! El departamento era muy pequeño, sólo dos habitaciones, un pequeño baño, una pequeña cocina y la sala-comedor,  imposibilitado, desmoralización brutal. Necesitaba fumar hierba urgentemente, el maldito tedio. Imposible fumar con mamá ahí. El departamento pequeño, fácilmente me sorprendería por el característico tufo a perfume masculino: esencia de maderas. ¿La azotea? ¡Imposible!, las putas vecinas obesas, fachosas y chismosas me delatarían, ¿Dónde fumar? Mi amigo Juan, qué también daba permiso de quemar en su casa, había salido de vacaciones. No tenía a dónde ir, ni pedo, me arriesgaría a fumar en la calle. Me encerré en mi habitación para liar un gallo, puse un poco de Pink Floyd  para tranquilizarme, aún así fue una misión complicada forjar con la temblorina de mis manos. La mariguana se caía constantemente, y tenía que recogerla y limpiar el escritorio y piso con la tenacidad de una chacha chiapaneca,  no dejar ni un vestigio de mi adicción, mamá no debía saberlo, me engranjaría. El pegar mi porro fue todo un reto, no tenía nada de saliva debido a la ansiedad, tuve que salir de mi habitación en busca de un vaso de agua para humectar mi lengua, escondí todo el pache-kit. Al llegar a la cocina, el garrafón no había sido colocado en el dispensador de agua, tuve que cargarlo para servirme en un vaso pequeño de Pokemón, el único limpio, fracasé en mi empresa y derramé buena cantidad del líquido, mamá lo vio, me regañó y me obligó a trapear, el estómago ya no aguantaba la ansia, trapeé con un aspecto moribundo, quebrado y con las manos de maraquero o de baterista de Led Zeppelin. Al fin llegué a mi cuarto, mi boca estaba salivando gracias al vaso de agua, apreté mi porro, me puse mis tenis y salí.
Busqué un lugar propicio para quemar, en vista de que mamá se quedaría todo el día, necesitaba tiempo para acabarme todo el churro y no tener angustia toda la tarde. El parque estaba lleno de escuincles con sus jefas, no era opción, vague sin rumbo, por calles y calles, hasta que encontré una perfecta, afuera de una primaria, había mucho espacio y soledad (era sábado). Saqué mi encendedor Bic-no- sabe-fallar,  e irónicamente falló, la piedrita se estropeó. Fui a la tienda por una nueva trola, (caminé 5 cuadras hasta encontrar una) y regresé al cole. Me prendí,  ¡Joder! Esa mierda era buena: hidropónica,  gasté casi el doble de dinero de mi consumo normal, y recibí la mitad de hierba de lo que regularmente me ofrecían, pero valió la pena. Me senté en la banqueta y me relajé, a la mitad del churro estaba completamente ido, de la mejor hierba que he fumado (y eso que soy un completo drogata). A lo lejos, vi luces rojas y azules girar, pensé en un payaso, en la nave espacial de un payaso, y me empecé a cagar de la risa. Cuando menos lo sentí, 2 pinches judiciales de la PGR se bajaron de la patrulla y comenzaron a perseguirme, estaba hasta la verga de drogado, todavía me iba cagando de la risa. Tomé una piedra por el miedo o risa, no sé, y la lancé acertando a la cara de un judas, se reencabronaron y me gritaron groserías, llamaron por radio. Corrí con todas mis fuerzas mientras seguía fumando mi hidropónica. 
Al llegar a una esquina, en el cruce de calle, una patrulla salió de la nada, y me arroyó, me lanzó unos 2 metros, no arremetió para matarme, arremetió con la fuerza necesaria para derrumbarme, caí y los judas llegaron, comenzaron a patearme la cara, hasta cerrarme un ojo y tirarme un diente, me insultaban. Creo que uno me dio numerosos impactos en las costillas con su macana, me esposaron y me metieron de las greñas a la patrulla de la PGR, no a la auxiliar, estaba en tremendo lio. Me plantaron 5 gramos de heroína pura y una fusca. Me cargó la verga. Sin embargo aún no comprendía lo serio del asunto, seguía bien drogado y pensando en payasos espaciales, recuerdo que mientras me madreaban uno de los judiciales recogió mi gallo, y lo fumó, ¡hijo de puta!, de mínimo me hubiera pasado las trenzas.
Llegamos a la procuraduría, me encerraron en un cuarto que olía a sangre coagulada y a heces. Me interrogaron, me interrogaron sobre la guerrilla, sobre un grupo de estudiantes guerrilleros llamados la Joda, les dije que yo ni siquiera estudiaba, que yo era un sano nini, me insultaron, muchas  groserías, dijeron que me hacía el pendejo, me preguntaron por la esposa e hijo del diputado López Hermenegildo, me amenazaron de muerte, explicaron que nadie sabía que yo estaba ahí, que fácilmente podían hacerme desaparecer, que cooperara sino quería que me llevara la verga. No tenía idea de qué mierda estaban hablando, me forzaron a confesar un doble asesinato, 7 horas duró el puto interrogatorio, estaba cansado, según ellos falseaba mi historia, decían que había inconsistencias, no tenía abogado, no sabía que mierda pasaba, yo sólo quería fumar mi pinche hidropónica. Me destrozaron moralmente, pasé todo el día sin comer y ni siquiera un vaso de agua, la resaca de la mariguana fue bestial. Querían una puta confesión, que firmara un papel sin leerlo. El día dos fue horrible, comenzó la tortura, un puerco me detuvo firmemente mientras otro culero me quitaba los tenis y los calcetines, Me dijo, el que entendí era comandante: “Pinche chamaco cagón, crees que estamos jugando, esto es la vida real pedazo de mierda, sí no firmas esa confesión no sabes ni lo que te espera culero”. El otro policía puso unas pinzas de electricista en la uña del dedo meñique, la sujetó como si fuera un cortaúñas, desplazó las pinzas con firmeza hacia él, la uña comenzó a desprenderse, lloré, le dije que no sabía nada, que sólo quería fumar un poco de hierba. “No te hagas el pendejo, tus huellas dactilares están en las bolsas y la nota de los cadáveres, ¿te sientes muy verguita matando gente indefensa, pedazo de mierda?”. En serio oficiales, no sé de qué me hablan, se los ruego, yo no sé nada: repliqué sin efectos. “Ah no crees qué seamos capaces de chingarte, aquí nadie sabe lo qué pasa, putito”, Tiró con fuerza de las pinzas: ojos pelados, pupila contraída, un chorro de sangre volando por la celda ¡AAAAAAAAAAAHHGR! ¡Qué puto dolor!, mi carne al rojo vivo, borboteando rojo, sus risas, carcajadas ensordecedoras, mis gritos más fuertes, lloré, me revolqué, vomité, pataleé, sus risas, mi uña sangrante en las pinzas, el delirio. No se detuvieron, estaba ahogándome en un mar de sufrimiento, sólo dolor, sólo dolor sentía, un dolor sin tregua, diabólico. En la carne rojiza que quedó tras el desprendimiento de la uña me aplicaron limón, mi carne cociéndose con el limón, cebiche de mi pie, lo aderezaron con chile en polvo Miguelito, por pura diversión, me sujetó, me tiró y abrazó en el suelo, mientras el otro gorila seguía preparando aderezo para michelada en mi despellejado dedo. ¡El dolor Dios mio!, me bloqueó, no pude más, tal dolor que todo se nubló, perdí por completo el sentido del oído, adquirí una expresión de desconcierto, mi boca entreabierta y mis ojos perdidos en la lámpara que pensé la luz al final del túnel, Veía sin ver a los dos puercos hacer sus menjunjes, no había importancia, yo estaba en el paraíso del dolor, mi visión se nubló desde las esquinas, una capa de humo comenzó a cubrir todo, a cerrarse desde afuera hacia dentro, hasta que sólo quedó un puntito en el centro, me desmayé.
 Cuando desperté el dolor del dedo seguía ahí, no podía concentrarme en nada más que en el dolor, seguían obligándome a firmar una confesión por un doble homicidio, el dolor, de familiares de un puto diputado que yo ni siquiera conocía, me interrogaron, me amenazaron de muerte, de violar y matar a mi madre en frente de mis ojos, me enseñaron su fotografía, me cacheteaban, agua mineral a presión en las fosas nasales, me escupían gargajos en la cara, yo seguía con mi expresión de ido, sin decir ni una sola palabra, perdido en la pata del escritorio, contando una y otra vez los golpecitos de barniz descarapelado (16), meciéndome lentamente en mi asiento, con los brazos cruzados, abrazándome yo mismo, a veces los volteaba a ver con la capacidad aprendida de cerrar mis canales auditivos a mi antojo, sólo los veía gritándome, enseñándome papeles y fotos; me desmayé después de unas 5 horas de interrogación, golpes, amenazas y dolor. Despertando, no tenía pantalón ni calzón, estaba maniatado a una silla, dos electrodos conectados a mis pelotas, y sí, pasó igual que en ese capítulo de South Park con Santa Claus, me dieron descargas eléctricas en los huevos, al principio se sentía chistoso, cosquillas, reí y hasta se me paró la verga por esa sensación, los voltios aumentaron, más gritos, lágrimas y vómito de bilis a causa de la falta de alimento y los electroshocks, me salía humo de los huevos, olía a quemado. De repente, uno de mis huevos, el izquierdo, se infló poco a poco, era como si alguien estuviera inflando un balón, mi huevo crecía y crecía, humeante y oliendo a bistec asado, creció del tamaño de una manzana y ¡Plop! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHGRGHAAGRH!!!, ¡me explotó la pelota dentro del saco!, ese ¡plop! Tan horripilante me perseguirá toda mi vida. Lo del dedo era cosa de niños comparado con el dolor del testículo frito en electricidad hasta explotar, imposible describir, pequeños fragmentos de recuerdos, mi saco colgado, sintiéndose lleno de pus, como una flor marchita, como una bolsa de plástico llena con agua, colgando, vomité más bilis en mi playera, en el piso, y otra vez me desmayé, el desmayo fue el paraíso. Esa noche me alimentaron con 3 tortillas duras y un vaso de agua de horchata, Comida de dioses tras 2 días sin comer, ni beber, en los otros días sólo me daban una jerga mojada, para absorber su líquido rancio y no morir, el agua de horchata estaba deliciosa, hasta tenía ese polvito café (¿canela molida?) La noche fue horrible, no me dejaron dormir, en cuanto conciliaba el sueño por 2 minutos, llegaba un policía a interrogarme, me interrogaron toda la noche sin conseguir nada, me amenazaban de muerte, me pateaban, me cachiporreaban, me daban con una macana eléctrica en las costillas, me amenazaban más: decían que me meterían a la celda de los putos para que me cogieran, en fin, no aflojé, no tendrían mi firma, ya lo culero había pasado, no creo que la prisión fuera peor que los toques en los huevos y el Miguelito en la sin-uña.
El tercer día fue el mejor, me dieron: cecina, Coca-Cola y mariguana; una mariguana espléndida, de primer mundo, un puto experimento genético, un milagro de la botánica moderna. Una hierba que supuse era un experimento financiado por el gobierno gringo, en una búsqueda incesante de soluciones científicas militares, la hierba ilimitada (como yo la llamo) me voló el puto cerebro, logré una inteligencia infinita, estaba yo sólo con mi conciencia, la podía ver, saborear, tocar, mis pensamientos cobraban vida, ya nada importaba, me cagué en los pantalones, literalmente, y reflexioné muy seriamente:
 [El payaso cósmico hizo un show de mandarinas batracios post-apocalípticos escurriéndose de las medias hipersónicas de un convento de gelatina de diúrex implementaciones cadavéricas de la nueva atmosfera concebida el martes de engrapadoras biológicas con fluidos nasales-estomacales colándose como perritos descuartizados en un cuarto de lavadoras infernales hasta que las teclas infinitas del nuevo orden nuclear se descarrilan en tres direcciones dispuestas por un capitán del ajedrez robótico en su mayor explosión el cenit diabético del poliuretano para patos leprosos y sentimentales llorando lágrimas de franela de cuadritos con rombos cuadriculados un cohete coherente dejándose llevar por la marea roja de tus besos ¡oh mujer de peinado punk de los 40! tan sideral y espaciadora de monumentos subalternos tú que con tus galopes comunales revives esferas anacrónicas de chilaquiles azules el número 4 mostrando la cara ante sus hermanos una comuna hippie y el discurso más hermoso el día de tu comunión de longevidad apachurrada por mi misantropía amorosa todos para todo para todos un también de ti puesto que realmente tampoco será de los tuyos tan ti tan mi tan ellos tan vosotros nosotros Tan tan todo de ti también pequeña corcholata vagabunda de ciempiés desahuciados te mando estos tres secretos el universo se esconde debajo de las progresiones causales de un temperamento amargado por la culata social del desprestigio celuloide farmacéutico que revienta como globo de agua relleno de aire con agua de globo colores del día preguntas de la noche se esconden en la cabeza de un servilletero traído de Tombuctú con propósitos meramente reproductivos logrando llenar los vacíos de cada uno de tus orgullos de fragancia gatuna por una compuerta tenaz que restrega sus celos en un imán de adobe escolar… etc.]
Cuando regresé en mí, tenía firmada una confesión de doble asesinato que también acreditaba que yo era el cabecilla de un cártel anarquista-terrorista de narcotráfico llamado la Joda. Salí en las noticias, de esas veces que aparecen los sujetos esposados y con dos granaderos atrás que portan armas de alto calibre, según me enteré esas imágenes sirvieron para spots televisivos de: “asestamos un duro golpe contra el crimen organizado, el gobierno, en su lucha contra el narcotráfico, da resultados”, fui condenado a 80 años de prisión sin posibilidad de salir antes ni fianza ni abogado ni nada.
Conocí a otro chavo, como de mi edad, con la misma suerte, él fue parado por policías en un alcoholímetro, le encontraron cocaína, agredió a un uniformado dándole un cabezazo que le destrozó la nariz. Pasó a la sala de torturas-interrogaciones donde le arrancaron también la uña,  pero a él le pusieron polvito Lucas y le metieron una macana eléctrica por el ano. Le dieron cocaína experimental y según me cuenta, cuando despertó había firmado una confesión de homicidio, que según había matado al hijo de un tal poeta Corleone, él también fue noticia nacional, muy sonado, hubo marchas de alto a la sangre y esas cosas. Pero, pues ni pedo, los dos somos pobres e imposibilitados de pagar un buen abogado, el que se nos ofreció estaba más del otro lado, presentaba pruebas en nuestra contra el muy puto, faltó a un juicio. Además, por otra parte, el gobierno también necesita dar resultados, este nini puso su granito de arena social, por fin hice algo de provecho, lo sabía, lo más lejos que llegaría sería a ser un chivo expiatorio, ¡y joder!, soy el mejor. Según mis cuentas, regresaré a las calles a los 98 años, ¿Qué avances botánicos habrá para ese entonces?