miércoles, 25 de mayo de 2011

MI AMADA


He aquí un consejo útil chaval: “No confíes en la humanidad” Tarde o temprano todos te traicionarán. Sábete solo: como perro leproso. Familia, amigos, amores eternos; Sólo estorban, te decepcionarán más veces de las que puedas contar. Eres un perro, estás pinche solo, roído, pulguiento, apestoso y con las entrañas carcomidas en jugos gástricos y 3 tacos de suadero sin cilantro. Los amigos se vuelven innecesarios y aburridos; otras voluntades más bien débiles y tan falsas como tú, sólo que sin el talento para mentir, nauseabundos, sólo soportables en estado de embriaguez. Familia: la obligación de convivir con extranjeros asqueroso;, enciérrate en ti mismo y súbele a tu The Doors (“When The Music Is Over”, de preferencia) ¿De dónde verga vengo realmente? No les pertenezco.  Amores eternos, ¡bah!, ni siquiera vale la pena profundizar en ese tópico aburrido y deteriorado: gasto innecesario de tinta barata, lo más falso entre lo falso.  Soledad hermosa, sublime soledad, soledad de podredumbre, preciosa soledad, soledad erótica, retórica soledad. Asqueado de mí mismo, soy una calca de ti pendej@.
Pero llegó ella, el sentido de mí vida, de mí existencia. El amor verdadero sin duda, la más bella entre las bellas, entregada completamente a mí, tan inteligente, la que sabe escuchar. Estoy en tremendo estado de enamoramiento, Un amor tan puro como el cristal del auto limpiado por un crackómano de 13 años en busca de la dosis de las 16:00. Estoy dispuesto a morir por ella, no lo dudaría ni un segundo, no soportaría que me la arrebaten, no imagino mi vida sin ella, simplemente me volaría el cerebro. Sí intentas apartarla de mí, te mato pendejo, lo leíste bien ¡TE PINCHE MATO! Te arranco los putos ojos y cago diarrea en los orificios. Ella es para mí, desde el primer momento en que la vi lo supe, ese cuerpo, ¡Vaya cuerpo! Tan hermosa, tan perfecta, realmente perfecta, no miento. Ella siente lo mismo por mí, lo sé, lo noto, estamos conectados, la charla no es necesaria. Es mi alma gemela, cuándo estoy con ella, cerca de ella, cuando la veo, todo lo demás se hace superfluo y aburrido. Ella es la esencia misma de la vida, el sentido que tanto he buscado, me pierdo en sus exquisitos fluidos, la tomó por abajo, juego con mi dedo, sintiendo su humedad, tan refrescante, tan pasional, ese trasero tan bien formado, circunferencia perfecta. Piel tan lisa, mi salvadora, le debo mi vida. Y esos besos que me da, más bien que le doy, ella se sume a mis caprichos, nuestros fluidos intercambiándose, conociéndose, las bocas juntas, entrega total. Mi boca podría estar pegada a la suya por horas, días, años, segundos, toda una vida, lo juro, ¡lo juro!
Estaba en el hoyo, en mi más profundo abismo de soledad y desesperación, los días transcurrían lento, podía ver el paso de cada puñetero segundo, lento, mi alma destrozándose, los ojos inyectados de sangre y perdidos en el infinito, ojeras negro carbón envolviéndolos, mi mente surcada por muerte, muerte, aniquilación, muerte, suicidio. No había esperanza, no quería estar ahí, pérdida corrosiva del bazo, desahuciado, enfermo del pinche espíritu, mí espíritu nefrítico y gris se rehusaba a ver el sol. Sólo los bonitos e imbéciles son felices: yo estoy en el polo opuesto, desgraciada-afortunadamente: cuestión de cosmovisión. Pero llegó ella, mi superheroína, su mano tendida, la luz en lo más profundo del pozo lleno de ratas y cadáveres para nada exquisitos. Ella me dio seguridad, me dio toda la confianza en mí mismo,  la posibilidad de soportarlos a todos, solos ella y yo, en la cima del mundo. Todas esas largas y bellas noches a su lado, desvelándonos, conociéndonos a fondo, llegando a las últimas consecuencias de un mutuo psicoanálisis, confiándonos todo, ¡todo! La única para la que me vuelvo un libro abierto, ella conoce todos mis secretos, perversiones, mis miedos más enterrados, mis iras más violentas, mis más colosales anhelos y sueños, la confidente perfecta, la que sabe escuchar, la que nunca me reclama por la música y disfruta de las piezas que selecciono: siempre canta conmigo. Todas esas noches con el alba despertando por la música de nuestras confesiones, la única con la que puedo desvelarme sin la necesidad de erotizar. La amo, me llena completamente, sin ella soy solamente la mitad de un engendro del infierno, inseguro. Ella me hace aceptarme, me hace amarme, me hace amar, y sobretodo amarla.  Mi confianza hacía ella es ciega, ella nunca me va a dejar, lo sé. hasta le gusta compartirme con otras mujeres, no le importa, de hecho ella me incita a llevarme a otras a la cama, me ruega porque lo haga, supongo que le fascina ver a su hombre feliz, de todas formas ella sabe que sólo es sexo sin sentimientos, sexo frio y vacío; mi corazón le pertenece a ella eternamente, eso es lo único: la eternidad.
A veces peleamos, me pongo violento, con ganas de romperlo todo, grito, rayo las paredes con un plumón rojo: frases de Cioran, detesto a la humanidad, me pongo rabioso, me asqueó de ella, de su perfección supongo. La vomito con furia, lloro, lágrimas de desesperación y locura sobretodo. Pero ella me entiende, después de todo, a ella le gusta estar con un pinche orate, ella me escogió de entre todos. Me disculpo y nos contentamos con un largo beso refrescante, esos labios deliciosos entregándoseme, embriagantes, me bebo todos sus fluidos y me excuso riendo frenéticamente, ella siempre me perdona y me abre su ser, me ama. Esas peleas y corajes me terminaran matando, lo sé, frecuentarla con mi pasión raquítica me matará, lo sé, la doctora Palmerín me lo dijo; pero no importa estoy dispuesto a morir por ella: la más hermosa, la más buena, la más sabia, la más mística, la única que me entiende, la única digna de confianza, la consoladora eterna, la fuente de toda mi felicidad, ira y locura: mi amada botella de cerveza.     

LA BRUSCA Y EL SUAVECITO

Para Nani Nájera



Por si fuera poco, aparte de comerse mis máscaras de madera, ahora despreocupados e ingenuos también comenzaron a surcar sus caminitos por la pata de mi mesa nueva, de esa mesa que sostiene la jaula de mi cuyo. Ningún arma química hasta ahora me ha ayudado a resolver el problema, y esos malditos escarabajos siguen construyendo sus caminos por la pata de mi mesa. En las tardes cuando el sol es cálido, curiosos asoman su pequeña cabeza por esos circulares agujeritos que usan como ventanas. Por mi parte, recostado, miro cómo se asoman, espero, los asecho y una vez distraídos con una navaja les rebano la cabeza. Y mis máscaras estáticas  los observan. Y es que dichas máscaras también me observan, me cuidan de las pesadillas, por si viniera el mismísimo rey de las moscas se llevaría tremendo susto el muy putín al ver tremenda pared llena de monstruosos rostros, mientras despreocupado recuerdo a la Brusca, ¿qué pensaría de mis máscaras? probablemente diría:
 –Estás chavo.
Pero eso sí, cómo olvidar esa majestuosa tarde de viernes, pardo fuera del metro Camarones; ella tan sexy, tan increíblemente bella, en ese fulgurante auto rojo, diciéndome:
 -Qué tranza morro, te llevo o qué.
Cómo jodidos de estar sumergido en los pozos del más nauseabundo tedio aparece  de repente una hermosa mujer y me propone subir a su auto y lle-var-me. Por supuesto que pensé que me iba a secuestrar o algo peor, pero qué se supone que iba a decir ¿qué no? Obvio no, así que me trepé.
-Me dicen la Brusca.
-Hola, me dicen el suavecito- dije.
A cada alto me veía directito a los ojos, su mirada parecía la de una diosa, y bueno, digo esto porque no parecía para nada de este mundo, o por lo menos de esta dimensión, nunca había visto a un ser tan bello, claro que en la Tele aparecen modelos etc. Pero realmente esta mujer sí existía, estaba en su carro y me miraba a los ojos.
-Dónde vives- preguntó.
-En Azcapo- admití.
-Te voy a llevar a otro lado.
-Vergaaaaaa (pensé). ¿A dónde me vas a llevar?-
-A las estrellas-
-Jajajajajajaja- reí.
Me echó una mirada como de bazuca del che Guevara apuntándome y lista para disparar.
-¿No me crees?-
-Bueno, pues metafóricamente hablando… sí-
-Estás chavo, chavo-
En eso, apretando un botón que estaba en el tablero del carro hizo que surgiera una especie de consola con más botones, y el auto hecho la chingada aceleró a 200 km por hora. Pálido como momia azteca me aferré al asiento.
-Eres pequeño…- me dijo.
-Yaaaaaaa, por favoooor, frénate, andaa…- rogué.
Bajó de velocidad tan elegantemente que me enamoré.
-¿Qué me ves?- inquirió.
-Esteee… nada, nada, es que me pareces una mujer muy hermosa-
-¡Choro!-
-No en serio, me pareces una mujer mucho muy hermosa-
-¿Quieres ir a las estrellas o no?-
-Sí-
-Pues agárrate-
Y pulsando otro de los coloridos botones repentinamente la punta del carro empezó a dirigirse hacia el cielo, el sol comenzaba a meterse y en un ángulo de no sé cuantos grados pero apuntando muy hacia el rojo cielo defeño comenzó lo que por las tardes observando a esos escarabajos come madera recordaría.
-Y ahora el nitro chavo-
Apretó otro botón y el carro por la parte trasera escupió una ola de fuego que nos impulsó hacia arriba, íbamos tan rápido que el aire entraba por mis fosas nasales casi ahogándome, secándome los ojos. La ciudad se veía asquerosamente hermosa, y seguíamos avanzando, a nuestro lado empezaron a aparecer astronautas trabajando, algunos nos saludaban, pero a los gringos les devolvíamos la cortesía mostrándoles nuestro dedo de en medio, mientras las carcajadas nos dominaban, las lágrimas en vez de escurrirse por nuestros cachetotes se elevaban esféricas, perfectas hacia el estrellado universo, y mi mano tocando su pierna, soltando un calor como de brasa fogatera, mojando su mallón rosa con sudor, dejando mi mano marcada, como en una pintura rupestre, como cuando vivíamos en las cavernas. Y así siguió el recorrido, tanto y tan poquito.
-¿Y  cuándo termina el viaje?- pregunté.
-Cuando explotamos-
-¿Y cuando me despierte en dónde voy a estar?
-En mi regazo-
Nuestras pansas se hincharon tanto que parecíamos sapos, sapos queriendo reproducirse en un fecundo pantano, reventando en tripas y amor. Qué hermosos pechos, qué certeza de vida despertar sobre ese blanco tapiz de blanca piel, recubriendo un tórax de otro mundo, de un amor de otra dimensión.

lunes, 16 de mayo de 2011

LOS ACÉFALOS

Para Nani Nájera



"Stuck inside these four walls, 
Sent inside forever, 
Never seeing no one 
Nice again like you"


Paul McCartney



Siempre tan circulares las puertas y ventanas de mi hogar, el sólo hecho de dirigir mi rostro hacia arriba me colmaba en satisfacción, tantos círculos por donde la luz del sol se escurría para rebotar en las paredes, para pintar mi morada, para hacernos felices. Mi familia llevaba ya varias generaciones apropiada del lugar, era evidente que mi madre era la que más lo  disfrutaba; a pesar de que conocía bien las reglas siempre las andaba rompiendo, era ya su costumbre asomarse por alguna de las cientos de ventanas, claro que esto lo hacía cada que mi padre se distraía. Por las noches me contaba en secreto que afuera había muchos rostros, caras gigantes, coloridas, estáticas, me decía que no podíamos comprender del todo al universo, que éramos tan pequeños que nunca entenderíamos lo que hay afuera. Yo soñaba con sus historias, con esos rostros gigantes, pero no me atrevía a asomarme. Mi padre era muy estricto, siempre se hacía lo que él decía, escavábamos todo el día sin parar, con gritos nos explicaba que tal vez afuera existiera un infinito universo, pero era necesario ir al fondo, escarbar tanto hasta llegar al fondo, era la tradición querer llegar al fondo. Además ya eran muchos muertos en nuestra familia, todos decapitados por andar de chismosos, por asomarse; a mí siempre me daba asco comerme a mis parientes, pero eso también era tradición, como si el castigo fuera doble por asomarse: muerto y engullido por tu propia familia. -Todo por chismoso -señalaba mi padre mientras se comía la mano de mi tío.  Cada que había un acéfalo mi papá iba por él, arrastraba el cuerpo, lo tendía en el suelo, lo insultaba y nos ordenaba que nos lo comiéramos: –¡Vitaminas que la madera no nos da! -gritaba fúrico con los ojos brillosos, redondos como las puertas y ventanas. El olor de la madera siempre me hacía pensar en mamá, en sus historias, cada que escarbaba las astillas brincaban y una ola de exquisito olor me acariciaba el rostro, mi rostro (pensaba) bien podía estar también allá afuera, bien podría ser uno de esos que habla mamá, y seguía escarbando. Ya para entonces mi padre se había comido a su padre, que al mismo tiempo era su hermano, y teníamos que cooperar, después de todo no podíamos enterrar a nadie, sólo podíamos escarbar y reproducirnos. -¿Qué iba a pasar si llegábamos un día al fondo, qué habría en el fondo? -preguntaba mi madre; y mi padre harto le respondía –Cállate pendeja -y seguía escarbando. Mamá era para entonces también mi hermana, pero yo la quería más como madre, su olor a madera me hacía siempre pensar en los rostros, en la luz,  su silueta postrada un día en esta ventana, otro día en aquella, siempre moviendo su torso, feliz. Cuando llegó el último de nuestros días, la luz de las ventanas era un poco más cálida, recuerdo que al despertar imaginé lo bello que deberían lucir los rostros de fuera, resplandecidos, perennes. Mi madre no pudo resistir, yo estuve a punto de aventurarme también a mirar por primera vez, pero mi padre me observaba con sus redondos ojos como diciendo “te voy a comer”, así que me aguanté. El torso de mi madre cesó de moverse, su esbelto cuerpo se desplomó de la ventana. Inmutado mi padre dijo: –Por pendeja-, y procedió  a comérsela. Por mi parte decidí ir a escarbar, a oler la madera. Mientras más escarbaba, más lágrimas fluían por mi cara, pensaba en los rostros que seguramente seguían afuera observando la cabeza de mi madre, riéndose de nosotros, de nuestra ingenuidad, las lágrimas mojaban ya entero mi cuerpo. Si mi madre hubiera aguantado un poco más, sólo unas horas, podría haber visto el fondo, yo fui el que lo descubrió. Mi padre se acercó, lo miró, toda la familia estuvo mucho tiempo sin decir palabra, la verdad no esperé que el fondo fuera tan simple, consistía únicamente en una pared de piedra. Luego de un tenso rato mi padre se me acercó, mirándome con sus redondos ojos me tomó del hombro y dijo muy serio: –Tengo hambre.

viernes, 13 de mayo de 2011

FOTOTROPISMO

A Gregorio


¡Las lagartijas! Temblando, temblando.
¿No había visto, acaso, cómo se comían
a las cucarachas, a los escarabajos, a todo
insecto que cazaban? El ala rota me dolía
más y más y apenas me permitía moverme.

Mario Vargas Llosa, “El hablador”



Por más que lo he intentado no he podido acordarme de cómo era yo de pequeño, no me viene a la mente ni una imagen de alguien a mi lado, en realidad nunca me había afectado, de seguro es este horrible dolor el causante de tan absurdas cuestiones. Lo que sé es que la soledad me ha sido fiel, la creo mi más grande suerte, sólo ahora me doy cuenta de que la extraño, nunca nos habíamos alejado tanto, quisiera que nuevamente estuviéramos juntos, como siempre, andar y andar, atareado en la tierra, buscando algo que comer, tal vez el hambre también me acompañaba, no la suponía como amiga, su presencia requería siempre de ese gran malestar, ese cansancio triste. Ahora que la soledad me ha abandonado, sólo me quedó el hambre y por lo visto ella será la única que me libere de este dilatado malestar.

Apenas hace unas noches sentía el fresco aire en la parte más alta del llano, y claro que existían más a mi alrededor pero era yo tan diferente, no me gustaba la apariencia de los demás y al parecer la mía no les llamaba para nada la atención, yo tomaba eso como el elogio más grande, poder estar entre tantos siendo tan diferente y aun así pasar desapercibido. En mis largos andares nocturnos tenía la oportunidad de presenciar momentos grotescos, salvajes; los asesinos y las víctimas eran cosa común, pero callado y siempre andando parecía no alertar su curiosidad; si me veían no se me acercaban, seguro era por mi tamaño, en comparación con los demás era bastante más fuerte, tal vez el más fuerte del mundo, bueno eso decían. Recuerdo que alguna vez me atacaron en bola, bastaron dos o tres fuertes movimientos y unos cuantos empujones para quitármelos de encima.

Ahora aquí, tan quieto y moribundo me percato de que la atmósfera apesta, no conocía esa fragancia tan desagradable, me aterra saber que emana de los cuerpos que llevan aquí más tiempo. Qué diferente era el aire del llano, extraño aquellas ráfagas que circulaban tan rápido, sus corrientes solían ser frías, la última vez que las sentí estaban tan heladas que mejor fui a buscar un refugio y por eso estoy aquí. En aquella noche helada por más que me asomaba en recovecos o rincones ya todos estaban ocupados, harto de no hallar ninguna guarida me detuve a admirar el gran valle. Después de un rato vi que a lo lejos había un destello de luz muy peculiar, parecía un pequeño astro al ras del suelo, estaba muy lejos de donde yo me encontraba, nunca antes había visto algo tan raro, era como si me llamara, no podía dejar de admirar aquella luminosidad. Cual si tuviera vida propia me guiaba por entre las plantas y las piedras; tan grande era su fuerza que no miraba ni dónde pisaba lo que me hizo tropezar en dos ocasiones, pero no me importaba, aquel resplandor en medio de la obscuridad me prometía tanto alivio, tanto calor, como si el sol naciera más temprano que siempre.

No me encontraba solo en aquel camino, cuando entre la luz y yo se interponía algún árbol o piedra, podía voltear un poco a los lados, era sorprendente pero éramos muchos en la obscuridad, nuestros cuerpos aunque insignificantes en la inmensa noche,  entonaban una especie de gran concierto, algunos cantaban otros rompían el viento, pero todos buscábamos lo mismo, aquel bello fulgor.

Luego de mucho tiempo logré llegar; colmé en admiración al ver que el resplandor emergía de una enorme cueva de paredes muy rectas; aquel suave y rítmico calor iluminaba mi rostro, en mis ojos se hallaba un bello y pequeño rastro de felicidad que se traducía con un reflejo muy diminuto y brilloso. Parecía que aquella misteriosa luz llenaba con calor todo ese vacío que había estado cargado tanto tiempo.

 El problema que hallé al principio fue estar físicamente incapacitado para subir hasta la fuente luminosa, esto por mi anatomía, así que busqué alguna entrada alternativa lo cual no me fue difícil ya que estaba a la vuelta de la cueva y consistía en una grieta muy chaparra que crucé sin mayor dificultad.

A pesar de que ya estaba dentro de la rara estructura no lograba contener mi impaciencia, las ansias eran insoportables ya que debía cruzar un largo pasillo con altos muros de aspecto interminable. De nuevo no estaba solo, para colmo los otros se movían mucho más rápido que yo, lo cual me desesperaba, aun así nadie apartaba su mirada del albor, no teníamos ni la más mínima idea de dónde estábamos. La atmósfera poco a poco se enrarecía. Nadie pudo prever el perverso engaño; sé que aquella atracción a la luz fue la causa de nuestra perdición.

Inmóvil y sin la posibilidad de escapar, nuevamente comencé a crear nuevas cuestiones y a traer viejos recuerdos; por ejemplo el hecho de que en toda mi vida tuve a la muerte siempre muy cerca, la tomaba de lo más natural, el más fuerte o inteligente sobrevivía y ello hacía al fallecimiento un destino inevitable pero natural, jamás forzado; nunca habría podido tener tanta imaginación como para idear actos tan repulsivos e inauditos. Los asesinos que yo conocía eran rápidos, un ataque eficaz y punto, se tomaba del cuerpo lo que servía y listo, pero lo que aquí pasa es increíble, sobre todo por este personaje tan desagradable, este verdugo de dentadura podrida y largos brazos, que al parecer se regocija con la poco frecuente lentitud de la muerte.

Para llegar a su trampa uno pasa por aquel largo pasillo en donde mis ojos brillaban de felicidad para luego entrar a una serie de cuartos, exclusivamente de uno brota la luz, ella es la que te marca el camino, mientras más avanzas se hace más intensa y al final es tan fuerte su resplandor que te ciega, ahí es cuando nos atrapa. A pesar de haber puesto todas mis fuerzas no pude soltarme de su red. Una vez que caí en la trampa sentí cómo un aguijón de metal muy frío comenzó a penetrar por mi espalda para salir por mi abdomen, jamás había sentido tanto miedo y tanto dolor, por más que me quejaba el aguijón seguía su curso, crujiendo y removiendo mis entrañas, después de unos 10 segundos que para mí fueron horas, se detuvo. Yo que ya estaba extenuado por tantos lamentos caí en una especie de desmayo parcial el cual debilitó todo mi cuerpo, el monstruo con sus toscas manos me levantó para luego clavarme boca abajo sobre una especie de suelo muy blanco.

Cuando volví en mí, me percaté de lo cruento de mi situación, no podía zafarme de la pared y a pesar del tamaño de aquella punta de hierro no estaba tan herido como para fallecer rápido, pero eso no fue lo que más me angustió, al mirar a mi derecha estaba otro como yo. Nunca había encontrado a alguien tan parecido a mí, éramos idénticos, solo que el ya no se movía y su rostro estaba desencajado por la falta de ser en su cuerpo, estaba de igual manera clavado a la pared pero las hormigas ya hacían lo suyo, algunas saliendo de la cuenca de sus ojos con pequeños pedazos de carne en sus hocicos. A mí alrededor había cuerpos muertos, agonizantes, otros ya desintegrándose por el tiempo e insectos carroñeros. Aquel concierto nocturno que allá afuera había embelesado mis sentidos ahora mutaba  en un fiero gemido que nunca cesaba, conforme unos morían otros nuevos eran atrapados y clavados en la pared, así el silencio siempre era interrumpido por la agonía.

El monstruo en ocasiones nos quitaba los bichos que nos carcomían, pero no entendía el porqué de tenernos en tan vil situación, no nos comía, no nos mataba, sólo esperaba a que muriéramos lento, algunos usaban sus fuerzas para tratar de liberarse pero era imposible, yo ya para entonces había aguantado mucho dolor y del vientre brotaba un extraño flujo que se deslizaba por el aguijón de metal hasta caer en la pared blanca. A veces me daban convulsiones y me obligaban a moverme lo cual me hacía más daño y el dolor se incrementaba.

Hoy pasa algo que no había ocurrido en  las tres noches que llevo aquí, otro personaje parecido al verdugo lo acompaña, esta vez nos observa de uno en uno, algunos que se encontraban clavados arriba de mí los guarda en una especie de caja con puerta trasparente, todos ellos están muertos, todos ellos son diferentes; ahora es mi turno, me mueve con su dedo y  brota más fluido de mi abdomen el cual se desliza sobre el aguijón; ahora en su mano tiene otra punta de hierro con la que me inyecta un veneno frío, tengo mucho sueño, es irónico pero mi amiga el hambre fue la que nunca me abandonó.

  

SEÑOR MAMAR 12 (un cadáver exquisito)

Mi juventud en silla de ruedas se llena de pájaros, pero estoy caminando sobre cuerdas tensas y labios mordidos, tanto, tan mordidos, casi delicadamente heridos, deja la soledad inevitable del miércoles que contiene una Alabama marina dentro de cuaderno 4, 5, 6, 7, 2, 8, 89 minutos para comenzar la porno que cuenta una historia si de una mañana cantará la trompa de Falopio: ¡Híjoles! Pero yo nací para lamerte la entreceja, mariposa del sur se llama el licor, y mientras resbalaba sobre los guangos labios más ardiente era la comida que digería cada que mi rencor oculto en el interior de los chocorroles megadriver por una insípida marihuana cosechada en Tamaulipas por un mamífero australiano. Soy el que vino de septiembre para presenciar la lluvia y quisiera evitar complicaciones, así que ábrete a la verga y dile a los niños que naden cacareando la cadenciosa melodía vacía que trata (o hago que trate) de llenar las insondables profundidades de un pedo que me eché en la cara de 17 cuadernos antropomorfos que diseñaban una empatía pluricultural como una rosquilla de chocolate insertada en mi esófago, pero dedicada a la memoria de una niña que desapareció de la cuerda quinta del trombón. 

THE PIXIES

Prefacio: He disfrutado mucho de la precisión en la música de los Pixies, de su minimalismo bien logrado, la estructura nihilista por excelencia, una música abreviada, sintetizada.  Me gusta pensar que su música es la verdadera protagonista de este relato. 

Me disponía a llevarla a su casa después de una cita olvidable, y como siempre, le abrí caballerosamente la puerta de mi carro, mera formalidad más que nada, ella abrió mi puerta estirándose desde su asiento, ¡Qué niña tan caballerosa! Cuando me dispongo a conducir siempre me tropiezo con la disyuntiva musical: ¿Qué escuchar?  Esa noche particularmente estaba algo cansado como para Metal, pero tampoco tenía tanta hueva como para Beatles, entonces el intermedio perfecto, adivinaste put@: The Pixies, después de todo tenía como 3 semanas sin ponerlos, era la respuesta obvia: { Got me a movie/ I want you to know /Slicing up eyeballs /I want you to know/Girlie so groovy/I want you to know/Don't know about you/But i am un chien andalucia.} El trayecto estuvo embarrado de plática convencional, conmigo ido y simulando tocar la batería con los dedos/baquetas en el volante/tarola. Cada que podía coreaba mientras tocaba la batería/carro. Ella me entre preguntó y afirmó (me gusta, tiene esa tan su forma de hablar indescifrable ¿pregunta o afirma?): (¿)Te gustan un chingo los Pixies (?). Bien cabrón: le contesté mientras maniobraba para cambiar de carril y evitar a ese taxi con las intermitentes encendidas  que subía a dos lentos pasajeros: una pareja de señores obesos. {I tell a tale of a girl, but I call her a woman/ She's a little bit older than me/ Strong legs, strong face, voice like milk, breasts like a cluster of grapes/I can't escape the ways she raise me}
A la mitad del trayecto comenzó a caer una casi imperceptible lluvia, pequeñas chispitas refrescantes, nuestras ventanas iban completamente abajo, las gotitas refrescantes comenzaron a colarse, se sentía bien, y lo mejor de todo fue que {I waited for you winterlong/ You seemed to be where I belong/ It's all illusion anyway} comenzaron a mojarla, rápidamente la temperatura bajó y sus pezones subieron, su bra era muy delgado, al igual que su camisa, no protegían esos gozosos pezones, ellos querían salir, querían pasear y jugar, o quizá sólo provocarme, lo lograron, sentí chistoso dentro del pantalón, y no pude evitarlo, deslicé mi mano al interior de su blusa y bra y comencé a apretar esos pezoncitos  helados. No puedo resistirme, sin duda soy un gran fan de las tetas [quizá de ahí el nombre del blog]me fascinan, sí alguna vez estás con una nena con las tetas guangas, moldeables y algo caídas, ten la seguridad de que fue una de las mujeres de Villalón, simplemente no puedo evitar amasar y amasar {I've kissed mermaids/ rode the el niño /Walked the sand with the crustaceans/ Could find my way to Mariana/On a wave of mutilation}, las tetas y metérmelas completas a mi boca y morderlas sin dolor con pasión  y estrujarlas y jalarlas y apropiármelas, adoro las tetas, fan # 1. En fin, empecé a jugar con esas tetas mientras los Pixies jugaban al rock-pop. Supongo que se prendió, ya que arrastró su mano hasta mi pantalón y la metió forzosamente por arriba, el cinturón de seguro le cortaba la circulación, comenzó a jugar con mi verga en su mano, a encapucharla y desencapucharla. Yo, viendo lo difícil que le resultaba, me acomedí de ella y bajé mi cremallera liberando a Villalón Jr. Le fue más fácil seguir encapuchando y desencapuchando mientras yo volvía a esas suculentas tetas.
Cuando nos tocaba un alto intent{All Im saying pretty baby/La la love you don’t mean maybe/All Im saying pretty baby}aba no hacer coincidir mi ventana o la de ella con la del carro vecino, Supongo que no me gusta que me vean intimidando en la intimidad de una transitada avenida. Ella siguió con su trabajo satisfactoriamente, había veces en las que manejar me costaba realmente mucho, no sabía si concentrarme en el saciado del apetito, o en no matarme chocando contra un tráiler de Jarritos. La cosa se complicó cuando ese taxi de adelante prendió sus luces intermitentes para subir a dos lentos pasajeros: una pareja de señores obesos (¿Deja Vu?) maniobrar fue complicado, casi nos mato, ella no lo notó estaba completamente absorta en su tarea, ya no pude soportar más, la situación me pareció sumamente cachonda, así que caballerosamente le entre pregunté y ordené: (¿) me das un besito(?). Me volteó a ver riéndose con una mirada picaresca, en el momento en que mi brazo derecho se desli{ I can hear the buzz of modulations of the universe/ But you’re the first to make me feel it/ It´s only joy i ache/ Love, Bang, Crash, Wakka Wakka, Bam Thwok}zó hasta la cabecera de su asiento, (lo bueno es que mi carro es automático, no necesito la diestra para conducir), su torso se quebró hacía mi, su cabeza fue bajando y me dio un besito, un besito muy rico mientras la encapucha/desencapuchación proseguía, comenzó a circundar con la lengua mi glande, ¡magnífico! Detalló el beso en la tirita de carne que une el prepucio con la cabeza, esa tirita que por razones misteriosas acaba en el hoyuelo de los meados y semen. Era muy buena, en serio, supuse que había ganado el premio Nobel a las mamadas, era muy detallista en esa verga, cada lengüetazo estaba detalla{ Got hips like cinderella/ Must be having a good shame/Talking sweet about nothing/Cookie I think you’re/Tame}do científicamente, la mano seguía masajeando firmemente, estaba completamente desconcertado para manejar, en ese momento intentaba no emparejarme con ningún vehículo en los altos. Por la curvatura total de su cuerpo, sus nalgas quedaban bien paraditas, no perdí tiempo para meter mi mano en ese calzón y acariciar ese culo, comencé a masajear el perímetro de su ano, mientras el besito continuaba apasionadamente, de un momento a otro me empezó a morder dulcemente, nunca me habían mordido el chile, pero se sentía tan bien, ya no quería estar conduciendo, tenía que apartarme del camino, pero la avenida era larguísima y transitada. Que ricas son las mordidas de pellejo, sin duda experimenté numerosos clímax, la eyaculación se anunciaba pero debido a la lentitud del masaje oral, se postergaba en pequeños intervalos orgásmicos de apretón de volante y pupila hacía atrás.{ Viva/Don't want no blue eyes/La loma/I want brown eyes/Rica/I'm in a state}Por fin y después de pasar junto a una patrulla que me fue imperceptible, sólo la noté por el retrovisor a unos siete metros, llegamos a una calle rota, abandonada y agrietada, aparqué fuera de una casa de luces apagadas, apagué el motor y las luces y me relajé echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos para concentrarme en esa rica mamada, entré en un estado de sinestesia, esta vez fue una combinación de tacto/oído: podía escuchar la música de esa mamada: era un bajo firme, sin vacilaciones, metálico, repetitivo pero apasionado pegado al bombo sin falla alguna; Un delicioso juego de guitarras , acordes en quintas con una distor potente, a veces el feedback tomaba el papel central con destonos inexplicablemente armoniosos, una batería caótica pero estable le daba la secuencia al dentro y fuera de mi pene en su boca, y esa voz tan húmeda, empapándolo todo, de hecho eran como dos voces, dos voces que descifré su saliva y mi líquido preseminal. Su saliva tan dulce y tierna, bailando con mis fluidos desgarrados y furiosos. Casi llegaba, abrí los ojos y me percaté de que esa música no era una percepción sinestética de su boca en mi sexo, Aun eran los Pixies { Gigantic, gigantic, gigantic/A big big love/Gigantic, gigantic, gigantic/A big big love} Cuando eyaculé entre suspiros, gimoteos y sudor, no lo hice en su boca porque ella me lo requirió, y después de tan paradisíaca mamada, haría lo que fuera por ella, sin duda del placer más intenso que he experimentado en mi arrabalera vida, sacó una servilleta de su bolso y limpió el semen que había acumulado en su mano, una gran gota se impregnó en mi pantalón acartonando esa parte, tuve una respiración agitada como un minuto después del éxtasis total, me besó pese a mis réplicas de enjuagarse la boca, me enamoró esa noche, lamenté mucho mi previa decisión de dejar de fumar, aquel era el momento ideal para un Delicado con filtro, tomé el iPod y puse { Outside there's a box car waiting/Outside the family stew/Out by the fire breathing/Outside we wait 'til face turns blue/I know the nervous walking/I know the dirty beard hangs/Out by the box car waiting/Take me away to nowhere plains/There is a wait so long/Here comes your man } para cerrar la velada con broche de oro. Ah, y fui por una Corona bien helada.

jueves, 5 de mayo de 2011

NOTA DE SUICIDIO

México D.F.  5 de Mayo del 2011

A quien correspincheponda: 

Por fin llegó el día que había esperado ansiosamente desde que tengo 12 ó 13 años, el día de la liberación total, emancipar mi cuerpo, ya no más por las vías del erotismo, el placer, la irresponsabilidad, la objetivación, los paraísos artificiales (sobre todo irresponsabilidad, esa forma tan peculiarmente mía de hacer que el querer viole amorosamente para descuartizar y meter en bolsas negras de basura los pedazos sangrantes y caducos del deber) Estamos hablando de ¡VERDADERA EMANCIPACIÓN, BABY!
Siempre he estado buscando algo que no sé qué es, pero después de años de planes negados uno se da cuenta que aquí pinche no está ese tan anhelado e insustituible no-sé-qué, soy un hombre muy impulsivo, yo no me ando con mamadas, no me gusta perder el tiempo, me aburre y spleen, soy (era, al momento en que leas esto)el constante inadaptado, el que deja todas sus ambiciones de un momento a otro sin necesidad de una revelación trascendente o demás chantajes utilizados por los otros para justificarse moralmente a ellos mismos, no, no a ellos mismos, para justificarse moralmente con los otros, con esa apestosa plasta de mierda de la que son un mismo ecosistema de moralidad perversa, deteriorada por la llamada virtud. Virtud cuya concepción, más bien es la vicisitud de la alienación y del conformismo a normas incomprensibles pero que les funcionan para seguir con su mentira insensata, de sus “filantropías” con trasfondo de voluntad de poder descarapelada en olor purpureo-negruzco. ¡Ja Ja Ja!  ¿Es qué acaso no son tan pendejamente lindos?
En fin, me busqué un chingo en tantas cosas: en los otros, en proyectos de emancipación social, en el amor, en el arte, en el hedonismo, en la demencia, en positivismo, en religión, en un sinnúmero de filosofías, en psicoanálisis, en optimismo, en el llamado imperativo categórico…e-puto-tc. Pero no, todas esas falsas respuestas sólo procuraban perderme más y más, me alejaban tanto de mi tan anhelado no-sé-qué, bueno, estoy siendo duro, en ocasiones me he logrado encontrar y estar en harmonía total con el universo y la infinitud, sí, ahí me veo, en el nirvana que viene gratis en el fondo de todas las botellas de licor; lastima de lo efímero.
Procuré ser como los otros, pero no los entiendo, me son nauseabundos, siempre previsibles, sus sonrisas y su poder reflejarse en todos, tan claros como un charco de orina transparente. Clon, clon, clon, aspiraciones risibles, su intelectualidad únicamente preocupada por la verdad, el sinsabor de la verdad, dejando a un lado la búsqueda de un no-sé-qué. Siempre fui tan ajeno a los otros, tan superficiales, tan falsos y rigurosos, dispuestos a rechazarme en cuanto me presentaba, su propia inercia, la occidentalidad tatuada, imborrable de su burdo psique positivista. Su miedo tan irracional al no-sé-qué. Buscando sus resultados exactos, su vida planificada a los 14 años, miedo a la desesperación, a las cartas jugadas al azar del destino contra una hemorragia intestinal. Yo creé mis escuditos, simplemente dejé de intentar ser aceptado, acogido en sus filas de felicidad, de recibir sus abrazos hipócritas y palabras de aliento vacías, me corrompí en mi propia celda, me volví uno conmigo mismo, el anhelo de otredad se convirtió en inseguridad, inseguridad de intercambiar la más sencilla y superflua oración: Me llena de sudor y nervios el simple: ¿Me puede dar su hora por favor?, El rechazo ha marcado toda mi vida, toda, desde esos primeros años de rayos de sol, paletitas y arcoíris. He sido el excluido, por todos, inclusive por la familia y esas posibilidades de romance.  Mi carcasa está dura, ya soy un ente impenetrable, estoy incapacitado para sentir sus sentimientos de filantropía o amor, me repugna cualquier puto gesto, son tan jodidamente falsos, sólo en busca de su mutua aprobación, reitero: sus risibles voluntades de poder. Bueno, está bien, no los necesito, mi otredad vive en el hemisferio izquierdo de mi materia gris.
Procuré la felicidad en el arte, comenzó bien: disfrutaba más que nada en esta perra vida colgarme un instrumento y componer, o tocar, o ambas, me sentía en mi muy propio Edén. Pero no, después de años intentándolo vertiendo todos mis fluidos pasionales (adviértase por fluidos pasionales: sangre, sudor, lágrimas y semen) en la objetivación de ondas sonoras, entendí mi carencia de tacto, la sensibilidad que se desmoronó se reflejaba en la completa sinpasión de mis melodías y de la preescuchabilidad en los cambios, un inagotable repertorio de canciones de las que no te dan ganas de poner repeat, o de esas de cuando escuchas el acorde inicial por una inercia inconsciente pulsas el botón que simboliza con dos flechitas el adelanto a la siguiente track, no tengo talento musical y jamás lo tendré, lo entendí. No me rendí, intenté en otra área: la literatura, mis poemas son calcas de Bukowski, pero sin la pasión, y al igual que mi música, en cuanto lees el primer verso  aparece la inercia que te hace cambiar la página. Mi prosa también es aburrida y sin trascendencia, probablemente ya nadie se encuentre leyendo esta parte de la epístola final, todo el que posea tacto sensible para el arte me habrá abandonado tras el primer párrafo. Entonces queda claro que la posibilidad de una llamada obra de arte me está vetada, el arte ya no me llena.      
El hedonismo pareció la respuesta, me dejaba volar, el placer per se era hermoso, y con la incapacidad de vinculación emocional hacía los otros: el dolor, el amor, los celos, el odio, lo taciturno, no figuraban en mis relaciones románticas, y tengo que admitirlo, todas esas cogidas fueron trasuntos de cerveza caliente, el efecto era el mismo después de todo, pero faltaba algo, el disfrute, la salsa del taco. El erotismo se volvió frio y decadente, quizá completamente maquinado y matemático, una simple respuesta a las necesidades fisiológicas, el puro desahogo proporcionado por la dopamina y lo que no estoy seguro sí fue feniletilamina.  No nos volvamos biólogos, el punto es que no estaba ahí tampoco el no-sé-qué.
Pues creo que ya he hecho todo lo que tenía que hacer, viví todo lo que quería vivir, me empedé todo lo que quería empedarme, lo mismo con los paraísos artificiales. Ya leí todas las cosas que me interesaban, al igual que la música, ya escuché toda la que quería. No cogí todo lo qué quería, pero ahorita se soluciona, sólo me falto el regalo de una pelirroja, con mis últimos ahorros me procuré una ramera húngara pelirroja, según decía el anuncio: la falta de pigmentación se extiende al chocho dejándola con un exquisito pubis de fuego. Falta poco, llegará a este hotel, donde me dispongo a abrir mi último Jack Daniel´s, la 45 semiautomática conseguida tras romper la caja fuerte del pendejo de mi padre, está preparándose bajo el colchón, para el gran show de esta noche.     
Mi familia criticará mi egoísmo, no se dan cuenta que ellos son los egoístas al intentar mantenerme en esta vida de vegetal, deslavada por la muerte de pasión; confío en que después de meses de análisis, llegarán a la conclusión de que es lo mejor para mí. Intenté bien cabrón la liberación que proporciona la locura, mí forma de beber era un camino corto, combinada con demás sustancias paradisíacas, pero no, mi pinche hígado se acobardó y falló, sí sigo así nunca alcanzaré a mi bella esposa la demencia, el hígado cesará sus funciones hepáticas obsequiándome una muerte lenta y dolorosa y más importante: sin alcohol. El manicomio por desgracia no es una posibilidad, puto yo y mis putos procesos cognitivos 100% sanos, los odio, tengo la posibilidad de someterme a una cirugía para que extirpen la parte racional de la mema y dejarme loco, pero sería tan puto y falso como los que se hacen un tatuaje dormidos por la anestesia. Entonces la locura no figura lamentablemente en el cuadro de la liberación. Pinche hígado, tú y tus afanes de imitar a Roberto Bolaño.
Todos mis buenos perros me aconsejaron el no ser como emancipación, esos viejos perros sabios: Schopenhauer, Nietzsche, Cioran, Kafka, Sartre, Baudelaire, Hesse. Me mostraron la insignificancia de la vida, me gusta más el no tener percepciones ni actividad onírica, creo que es mi liberación, sin duda mi no-sé-qué. Gracias, amigos. Y que quede claro que no es un puto chantaje a la Manuel Acuña, ¡NO ES UN PUTO CHANTAJE A LA MANUEL MARICA DE MIERDA ACUÑA! Es sólo que llegué a la misma conclusión de Cobain, Van Gogh y Hemingway, no trates de descifrarlo, no entenderás.
Quiero que mi cuerpo sea la primera plana mañana del Gráfico, yo confío en que esos chicos encontrarán un cabeceo divertido para la foto: “Perdió la cabeza” o “Híjoles, este joven se vuela la choya después de cogerse a una húngara”, son unos genios del periodismo, también me vendría bien utilizar esa cabeza como epitafio, es una orden. No quiero nada de actos religiosos, ni ornamentos en mi cripta. Las religiones, sus seguidores, lideres y fundadores, son la mierda entre la mierda, son tan retrasados puto mentales y deberían perecer. Bueno, sí quieren pueden organizarme un funeral satánico, es la misma mierda pero por lo menos sería una ceremonia cargada de comedia… exijo un funeral satánico. Bueno, al parecer mi piruja llegó, le daré muy fuerte por el ano, desquitaré mis $3000. Sigan cotorreando, yo estaré bien chingón, nos vemos en la infinitud amigos, besos, los amo a todos.
Siempre suyo: Lucio Villalobos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

MENSTRUACIÓN


Por esa época estaba muy metido en Sade; Recién había adquirido un volumen de obras selectas en el Sanborn’s, de esos de $129.00, tenía a Justina, Julieta, Filosofía de tocador y Los 120 días de Sodoma, todos buenos, comprendí la genialidad del viejo libertino, ese cabrón si sabe bien que pedo con el hedonismo…y con la comedia. Ella estaba menstruando, me pareció bueno debido a la posibilidad de no condón y eyacular dentro, lo amo. Aparte ella accedió a tener relaciones conmigo aunque fueran esos días, es muy linda y comprensiva, la quiero, otras mamonas no te dejan divertirte cuando su chocho sangra, ¡qué pinches delicaditas! Estábamos en el hotel, ella me dijo que necesitaba entrar a rasurarse, pues no tenía idea de que nuestra cita sería tan romántica. Entró al baño con el rastrillo que habíamos comprado junto con el ron sabor mandarina según recuerdo, yo me serví una copa y prendí la tele, sintonicé porno. La espíe, se metió a la regadera y comenzó a afeitarse las piernas y su cotochita, se me paró la verga, comencé a jugar con mi pajarito. Me prende un chingo espiar a las mujeres bañándose. Cuando salió del baño estaba lista para la acción, limpió los rastros de menstruación de su chochito (en serio tiene un chochito pequeño, le duele mi verga, pero a mí me fascina, está bien pinche apretadito y delicioso.) Puse en el indispensable iPod algo sensual y erótico: Sexy Results de los Death From Above 1979, en serio esa canción está pensada para coger, la amo. Comenzamos con el juego previo, creo que la recosté boca abajo, le quité la toalla, y le di un masaje en su espaldita, le besé las nalgas abriendo mi boca, se las dejé todas babeadas, la volteé y le chupe las tetas, me fascinan sus tetas, están bien grandotas, y sus pezones indescifrablemente cafés o rositas, del tamaño ideal, ah como me fascinan, siempre procuro chupárselas o tocarlas, aunque estemos estacionados en la escuela, de hecho cuando me la ligué fue por los deseos de poseer esas exuberantes tetas. Bien, comencé a bajar mis labios por su abdomen. Le pregunté qué si me dejaría intentar un experimento. Me preguntó qué cuál, le dije que quería beber su menstruación, realmente andaba muy clavado en Sade, lo autorizó, en serio esa mujer es lindísima y súper comprensible, la quiero mucho. Su menstruación, a diferencia de toda la que había visto hasta ese momento, no era grumosa ni purpurea, era sangre rojita muy líquida, como de esa, de cuando te estás sacando un moco muy grande y rompes algo dentro de tu nariz y comienza el borboteo de sangre. Qué menstruación tan linda, igual que ella. Comencé mi misión, primero coloqué mi lengua  sobre su clítoris separando sus labios con mis dedos, aún no probaba el líquido vital, mi lengua masajeó su clítoris por unos minutos, hasta que me armé de valor y deseo y bajé, fue por esa parte de Sexy Results, donde comienza el juego de cencerro, el cencerro de esa canción me parece excelentemente logrado, me llena de lujuria escucharlo, toda la canción en sí. Mi lengua se deslizó hasta esa pequeñísima y deliciosa aberturita, el líquido hizo contacto conmigo, sabía a fierro, pero estaba rico aun así, mi dedo entro por su chochito en busca de más, la sangrita brotó mientras yo seguía bebiendo, hacía una cucharita con mi lengua, y cuando se acumulaba la cantidad necesaria la tragaba, claro, antes de hacer buchecitos, estaba bien pinche excitado, puse mis labios en forma de pico de pato, los pegué a su orificio y absorbí, de reojo podía ver sus ojos cerrados y cara quizá de placer (le preguntaré), también veía esas carnosas montañas, vibrando al movimiento de mi cabeza, subí la mano con la que no estaba abriendo sus labios y me puse a juguetear con sus pezones alternadamente. Esto sí es verdadero amor de vampiros, no como esas puterías de la saga crepúsculo: pensé mientras seguía bebiendo hasta procurar limpiar toda esa regla liquidita, cuando satisfice mi sed, subí para besarla y continuar jodiendo, me dijo qué me lavara los dientes sí la quería besar, fui al baño, pero no tenía ni cepillo ni pasta, así que tomé la botella de Ron y enjuague mi boca con la bebida sabor mandarina, obvio no escupí, me pasé el licor con restos de menstruación, también me enjuague la barba y el bigotillo, ya que estaba algo pegajoso, lo bueno es que ese magnífico y acidito olor me acompañó todo el día, mágico. Regresé más enamorado de ella y la besé apasionadamente. Jodimos, jodimos 3 veces, es una especie de regla entre nosotros, siempre que salimos con la disposición de follar lo hacemos 3 veces, no importa lo pinche briagos que estemos, las 3 cogidas reglamentarias, cuando estoy muy pedo como para eyacular, me ayuda haciéndome una puñeta o una mamada, lo hace hasta que se me salen todos los espermatozoides, sí se cansa cambia de mano, siempre me hace eyacular, las 3 veces por cita,  es una mujercita muy gentil y linda, la quiero.  Aquella vez no fueron necesarias las puñetas: me vine dentro las 3 veces, no tenía probabilidad de paternidad, aparte de que me gusta un chingo coger cuando hay menstruación de por medio, se siente bien pinche rico toda esa humedad en mi longaniza. De esa experiencia casi canibalesca (esa sangre era un ser humano en potencia) me queda un muy grato recuerdo, y me siento muy orgulloso conmigo mismo, hice de lo más fácil de Sade, pero aún así Sade, esa noche le rendí un buen tributo a mi héroe y agregué a mi repertorio el llamado beso del payaso, también desde ese día, cada vez que escucho esa canción de Slayer, pienso en ella; esa canción que dice más o menos así: “I'll kill you and your dreams tonight/ Begin new life/ Bleed your death upon me/ Let your bloodline feed my youth.” Y vaya que ella sabe cómo alimentar mi juventud, es bastante linda y la quiero muchísimo.